Cada euro en armas encierra un recorte del gasto social
Sergio Alonso.- La escalada armamentística en Europa para compensar el brusco viraje norteamericano frente a la amenaza rusa va a situar al Gobierno «progresista» de Pedro Sánchez ante una encrucijada muy compleja: la de tener que incrementar obligatoriamente los fondos de Defensa para llegar al 2% del PIB incluso antes de 2029 sin que se resientan a la vez las demás partidas presupuestarias. Ione Belarra, que está especialmente ácida estos días, ya le ha recordado a Pedro Sánchez que «cada euro en armas es un recorte» para la sanidad y la educación públicas, no sin antes acusarle, eso sí, de «lamer las botas» a Donald Trump, a la vista de lo acordado en la cumbre extraordinaria de la Unión Europea (UE) dedicada a la guerra de Ucrania.
La pregunta del millón no es, sin embargo, de dónde saldrán los fondos para lograr tal incremento, sino de dónde se obtendrán los necesarios para recortar las listas de espera quirúrgicas, contratar a más médicos y enfermeras, acelerar la atención a los dependientes o elevar el número de docentes en las aulas si, finalmente, como parece que ocurrirá, sube el gasto militar. De lo primero, se van conociendo pistas.
Además de confiar en los créditos mancomunados con aval de la UE impulsados desde Europa y en una flexibilización de las reglas fiscales para poder incurrir en más déficit, el presidente del Gobierno reclama que haya transferencias a fondo perdido y no solo préstamos, de manera similar a las partidas recibidas durante la pandemia de covid. ¿Qué cantidad necesitaría España para cumplir el compromiso militar con Europa? No está clara, pues depende de una base de partida que es oscilante en función de la fuente que se tome, y que se situaría entre el 1,28% y el 1,4% del PIB. También depende de los otros gastos que el Gobierno logre computar como militares aunque, en sentido estricto, no tengan tal carácter como, por ejemplo, los destinados a combatir a las mafias de la inmigración ilegal.
El hecho es que cuanto más de ellos sume y menos deuda tenga que pagar en intereses por los préstamos recibidos, de más dinero podrá disponer el Gobierno para el llamado gasto social, que a la postre es el que hace ganar o perder unas elecciones.
En cualquier caso, el Ejecutivo parece abocado a buscar otras soluciones imaginativas para que la educación, la sanidad, la atención a la cronicidad o las infraestructuras públicas no se resientan, máxime en un escenario en el que no se aventuran nuevos Presupuestos. ¿De dónde saldrán estos fondos? Sánchez y su Gobierno pueden incurrir en más deuda pública, con el peligro que ello supone para la economía española.
En este sentido, la escalada que está sufriendo estos días el bono alemán no constituye una buena señal y es todo un aviso para navegantes. También puede dar otra vuelta de tuerca a los esfuerzos fiscales de los españoles, lo que se traduciría en nuevos tributos o en la subida de los ya existentes, por lo que no sería descabellado oír durante las próximas semanas a varios ministros impartir doctrina sobre la conveniencia de tal medida para tratar de anestesiar a las masas, como ocurrió anteriormente cuando María Jesús Montero exponía la necesidad de aprobar una «fiscalidad del siglo XXI», eufemismo que encubría subidas tributarias. La cuadratura del círculo que impone el incremento del gasto militar va a suponer, en cualquier caso, nuevos sacrificios y nos inundará de nuevo de propaganda.
La Razón