Sánchez, epítome del sectarismo
Tenemos que reconocer que la izquierda siempre ha tenido una inmensa capacidad de articular un relato que se acaba imponiendo. El diario El País, cuyos promotores de la primera hora eran gentes más bien de derechas entre los que estaban personalidades como Darío Valcárcel, José Ortega Spottorno o el propio Manuel Fraga Iribarne, por mencionar sólo algunos, consiguió convertirse en el referente —y mucho más— de la izquierda española.
Cuando yo estudiaba la carrera de periodismo en la Universidad de Navarra (1984-1989) era de los pocos alumnos que acudían a la facultad con un periódico debajo del brazo. En una promoción que empezó teniendo 200 alumnos y acabamos en unos 50-60, no éramos más de 5 o 6 los que llevaban un diario impreso. Y entonces no valía la excusa del presente de que ya todo el mundo lee el periódico online. Eso no existía. En mi promoción había 3 o 4 que llevaban El País, una colega que llevaba el Eguin —para quien no lo sepa, el periódico de ETA— y servidor de ustedes que llegaba con su ABC debajo del brazo. Si eso era así en la Universidad de Navarra, imagínense lo que debía ser la Facultad de Comunicación de la Universidad Complutense.
El País ha tenido siempre una relación lo mejor posible con los diferentes Gobiernos. Sí, es cierto que con el Gobierno de José María Aznar tuvo un choque frontal como recordaba ayer Joseph Oughourlian, que ha tenido que estrenarse como presidente del diario reivindicando los orígenes del periódico. Pero no olvidemos que El País entonces nombró subdirector de Opinión a mi admirado Hermann Tertsch, que tuvo dos primas hermanas en los gobiernos de Aznar. ¿Qué ha pasado para tener que llegar Oughourlian a reivindicar la historia de El País? Yo creo que la explicación es bastante sencilla. A Oughourlian le ofrecieron una presa de mucho poder seductor: el Grupo Prisa. Y para que invirtiera sin fondo se le ofreció un 5 por ciento del grupo Indra donde debería poder recuperar las pérdidas que le generaba Prisa. Era un matrimonio perfecto. Prisa te daba prestigio social y pérdidas, pero las compensaba con los enormes dividendos de Indra. Que por más grandes que sean, no alcanzarían para cubrir las pérdidas de otra televisión generalista en abierto, TelePedro, como era el deseo del equipo de Moncloa de imponer al franco-armenio.
En mi modesta opinión, la degradación que ha sufrido el periodismo de El País desde junio de 2018 ha sido digna de una tesis doctoral. Su sectarismo se ha radicalizado si es que algo sectario puede agravarse. Que ya es mucho pedir. Si en la década de 1980 Luis María Anson tuvo el acierto de adjudicar a El País el apodo de «diario gubernamental» hogaño esa definición es parca para lo que hemos visto en los últimos años. Desde la salida del equipo de Antonio Caño todo ha sido tener como primer objetivo el dar placer al señorito de la Moncloa.
Cómo será la cosa, que lo que ahora estamos viendo ha sido la prueba irrefutable de que Sánchez es el epítome del sectarismo. Nada de lo que ha hecho El País en estos años es suficiente para el ego del presidente del Gobierno. Él quiere mucho más. Cómo será la intromisión de Sánchez en El País para que después de que el diario haya jaleado sin pudor la «celebración» de los 50 años de la muerte de Franco, Oughourlian tuviera ayer el valor de firmar un artículo en su periódico en el que decía que «sería inaceptable que, cuando estamos recordando que hace ya 50 años murió el dictador Francisco Franco, alguien cayera en la tentación de tratar de adueñarse de un medio de comunicación independiente desde el poder, bien directamente, bien utilizando alguna empresa estatal como instrumento». Sánchez y Franco al mismo nivel.
Qué grado de sectarismo es el de Sánchez que ni con la exaltación, prietas las filas, que le dedican el diario de Prisa y la SER desde el 9 de junio de 2018, tiene bastante. Quiere convertir ambos medios en una máquina de agitprop como las del nazismo. Y no sé si Oughourlian será capaz de frenarlo. Ya les da todo igual. Pero esta batalla nos va a dar grandes tardes en el coso. Atentos.