De Tercios y jenízaros
Cristina Cazorla Cabrera.- El pasado viernes 21 de marzo, las Asociaciones Culturales de Héroes de Cavite y Lope de Figueroa, nos convocaron a los granadinos a asistir a una conferencia impartida por el escritor santaferino José Soto Chica.
Pero fuimos engañados.
Nos reunimos con el pensamiento de escuchar una charla sobre el papel de los granadinos en la Batalla de Lepanto. Pero en su lugar, durante aproximadamente una hora, nos levantamos, en mente y alma no así en cuerpo, de los asientos tapizados de rojo de una de las salas de la Biblioteca Pública Municipal Francisco Ayala para encontranos en plena batalla en el siglo XVI.
En esos momentos ya nos estabamos confortablemente calefactados y alimentados, sino que sentíamos sobre nuestra piel, nuestros músculos y nuestras articulaciones el cortante frio de las Alpujarras. A las órdenes de un joven don Juan de Austria que, iniciaba y maduraba su andadura como militar al mando de soldados en cruentas batallas como Galera o Tíjola. Rodeados por el ensordecedor ruido de la artillería, de los arcabuces, el silbido de las saetas disparadas desde los arcos turcos, las dagas abriéndose paso por la carne y haciendo propias las heridas de ese gran militar de infantería , que venía de haber sobrevivido a tres años remando en galeras, el también granadino, para más señas accitano, Lope de Figueroa.
Y si tal éxtasis de pólvora, sangre, deber y honor, nos había sabido a poco. Soto Chica nos embarcó en las galeras de la Santa Liga, para surcar las aguas en dirección a Lepanto. Allí, de nuevo bajo las órdenes de, un ya maduro y curtido en batalla, Juan de Austria, el príncipe bastardo, y mano a mano de nuevo con Lope de Figueroa y sus soldados del Tercio Costa de Granada, combatimos contra la otra élite militar de la época, el Imperio Otomano. Rechazando los estoques de los sables jenízaros.
Levantándonos una y otra vez a pesar de las heridas, inspirados por la fortaleza y tesón de don Lope. Aguantando la respiración y tensando todos ls músculos del cuerpo, mientras otro gran granadino, desgraciadamente muy olvidado por su pueblo, don Álvaro de Bazán capitaneaba las embarcaciones de la Escuadra de Nápoles a diestra y siniestra para abortar las maniobras otomanas.
Y cuando pensábamos que no íbamos a salir del lance, con los cuerpos doloridos, heridos, agotados y entumecidos, fuimos llevados en volandas por el baile cuerpo a cuerpo de los cabellos de María la Bailaora y el viento que azotaba los barcos. Y sin casi ser conscientes de ello, todos los asistentes a aquella pequeña sala de una biblioteca de Granada, empuñamos junto a Maria una daga para dar muerte al contendiente.
Así que para ser sinceros, José Soto Chica no nos ofreció una charla. Nos sumió en una aventuraépica y trepidante desde las escarpadas Alpujarras a las aguas tempestuosas del mediterráneo, para llegar a nuestro glorioso destino final. Lepanto.
Por tanto, solo me queda agradecer a las sección granadina de Héroes de Cavite y a las Asociación Cultural Lope de Figueroa por este bendito engaño. Y esperar que vengan más y que más personas y medios de comunicación se hagan eco de la labor cultural, que humildemente pero al mismo tiempo con grandeza, están realizando asociaciones como las dos nombradas.
*Médico especialista. Neurofisióloga clínica
! Que preciosidad !