Deriva autoritaria: una crisis constitucional
Así titulaba a cuatro columnas su portada de ayer domingo un importante diario.
«El ataque del presidente a un Juez por oponerse a una decisión suya provocó la respuesta del presidente del Tribunal Supremo que reivindicó la independencia judicial». Afirma que este choque con el Poder Judicial es considerado el ataque más severo al Estado de derecho en el país. Un ilustre profesor universitario ha calificado esta situación como de «muy cercana a una crisis constitucional».
Mientras, por su parte, un gran número de académicos de Derecho ha firmado una carta donde denuncia que «el gobierno y las leyes no están sujetos al capricho presidencial». Y que «por el contrario, está obligado a cumplir fielmente el cargo de presidente» y a «preservar, proteger y defender la Constitución».
Por si no hubiera quedado claro reiteran que «la ley no es lo que el presidente diga que es. Él no es un rey», concluyen los numerosos firmantes. Por su parte, un acreditado articulista del medio, y bajo el título de «Giro antidemocrático de manual» al hilo de esa argumentación sobre el mismo personaje presidencial, escribe que «lo que es más descorazonador en este proceso es que no afecta a democracias recientes como podrían ser Turquía o Hungría sino a la más antigua del mundo». Concluyendo que lo que sucede sirve como aviso a navegantes: «La democracia no muere de infarto, sino de una progresiva arteriosclerosis institucional sin cura eficaz a la vista. Desde dentro».
En esa línea informativa, el editorial apuntala ese análisis general al indicar que «podrá culminar la purga que está efectuando en diversas instituciones para eludir las pesquisas sobre corrupción en su entorno y las imputaciones judiciales que le afectan personalmente … Pero con esa búsqueda de impunidad ha colocado a su país en una peligrosa deriva iliberal y autoritaria…»
Es probable que la lectura de estas líneas induzca a algunos de sus lectores a pensar que podrían serles de aplicación a un presidente de nombre Pedro Sánchez. Lo que resultaría un tanto sorprendente en dicho medio, por lo que aclaramos que el editorial hace referencia a un tal Netanyahu, mientras que la información de portada y del articulista tienen por protagonista a Donald Trump. Para no incurrir en el pecado de «ver la mota en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio» hagamos examen de conciencia. ¿Quién tiene investigados judicialmente a su mujer, su hermano, a todo el equipo que le devolvió al mando del PSOE, e incluso a su fiscal general…? Y del respeto a la Constitución: ¿«gobernando» sin el Congreso, sin Presupuestos y a la orden de Waterloo? Pues eso.