El plumero de Sánchez
Sánchez llevaba mucho tiempo disfrutando en Europa de una posición de gallito de corral. Impostar empaque se le da muy bien. Sus debilidades caseras, sumisión al separatismo y a la extrema izquierda para poder mantenerse en el poder y las inundaciones de corrupción que le tienen anegado hasta su entorno más familiar parecían no llegar allí. Y si llegaban pues como que se miraba para otro lado.
Pero algo ha empezado a cambiar en Bruselas. Le han visto el plumero y se está notando ya. El ir de guapo y de hablar inglés, cuando las cosas se ponen negras y la amenaza toma cuerpo, no solo no bastan sino que hasta comienzan a sobrar. El ir un día de «sietemachos» anti-Trump y al otro hacer pucheros porque no le gusta la palabra rearmar no encaja nada bien. Su fórmula infalible de acreditado mentiroso es titular sus hechos al revés de lo que en realidad son y esto de llamarles por su nombre molesta ademas muchísimo a los comunistas y otras ultraizquierdas, que tiene en su gobierno y como aliados, que quieren salirse de la OTAN, porque son muy «pacifistas» y bastante de Putin.
Esto ha molestado mucho por la UE y yo que él tendría mucho cuidado con el nuevo canciller alemán que poco tiene que ver con el amigo pánfilo que tenía en el anterior. No cuela ya, y cada vez menos, que después de ir haciendo alardes de que «su» economía es la mejor y va como un cohete, resulta ser el que menos paga y ahora encima quiere hacer como que sí pero si se lo dejan prestado y sin tenerlo que devolver.
Y eso sí que les ha mosqueado, pero que mucho más y hasta puede que empiecen a mirarle debajo de la faldilla e interesarse por saber lo que a él mas le interesa ocultar. Que en España es un títere de quienes le mantienen en el poder y que cada día le doblan el alquiler por dormir en la Moncloa. Y que para salir a la calle es cuando sí que tiene que movilizar a un batallón no sea que le vaya a pasar lo de aquella jornada donde quedó retratado como «el valiente de Paiporta» que es la manera española de señalar en contrario lo que demostró ser.
Esta pasada semana ha sido, tanto en el Parlamento español, aunque eso le importe menos, sabe que no van a dejarlo caer porque es su chollo mayor, como en el exterior, un tren que en cada vagón le traía un disgusto.
El que más le puede afectar es el de su soledad de figurón en Bruselas. Porque cuando a uno de estos pájaros se les ve el plumero es cuando se les empiezan a caer las plumas y acabar desplumado. Y un gallo en cueros es un pollo camino del asador.
Algo ha barruntado Feijoo, que esta vez sí ha tenido reflejos de opositor y se ha plantado allí para darle réplica y destapar su impostura y sus vergüenzas. Hacerlo en sede europea es llevarle la batalla donde le puede hacer mas daño. Y eso es algo que debe hacer personalmente. Exigir elecciones ante la imposibilidad de aprobar un presupuesto otro año más y con el gobierno roto y enfrentado en una cuestión crucial puede parecer una reiteración de manual, pero no puede dejar de decirse aunque parezca un canto al sol y hasta melancólico, además, porque esa es la única y verdadera línea roja que Sánchez no va a traspasar.
Sigo pensando igual, pero algo me empieza a «moscordonear» en el oído. Quizás no vaya a ser mañana, pero empiezo a no tener claro que no lo sea pasado. Ese «vamos a agotar la legislatura» de tanto tenerlo que repetir, empieza a sonar más a falsete que a convicción.