La democracia también agoniza bajo el mandato de Trump
Las tres grandes potencias del mundo están ya lejos de la democracia. La última en abandonar el barco de las libertades y derechos está siendo Estados Unidos, con Donald Trump. El ruso Putin y el chino Xi Jinping no tienen de demócratas ni una gota y sus regímenes son oligárquicos y autocráticos. El de Trump no lo es todavía, pero comienza a compartir rasgos con esas tiranías.
¿Han cambiado las circunstancias para que la democracia ya no sea válida? Muchos creemos que lo que ha cambiado es la naturaleza de los políticos y que la democracia, como ya previeron los filósofos de la Grecia Clásica, se degrada con el tiempo y necesita ser continuamente renovada.
La democracia es hoy más válida que nunca antes y si se ha debilitado y caído en la ignominia ha sido porque una asquerosa raza de políticos, llenos de suciedad, codicia y egoísmo, la han pervertido y destruido, atendiendo más a sus propios intereses que al bien común.
Pero, a pesar de que sus bondades y valores están intactos, la democracia agoniza y pronto será un cadáver, alrededor del cual bailarán en orgía los políticos actuales, los más corruptos y canallas que ha conocido la Historia.
Algunos defienden a Trump porque promete acabar con el malvado mundo de los progres hipócritas del wokismo y el socialismo, pero es difícil creer que un matón cargado de soberbia logre mejorar este mundo podrido.
El “América first” no es un grito de libertad, sino de egoísmo e insolidaridad. No hay cambio positivo alguno en los aranceles, ni en apoderarse por la fuerza de Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá. Tampoco tiene grandeza alguna aliarse con el asesino Putin y permitir que Gaza sea borrada del mapa. Todo eso es sólo depredación y el mal del globalismo corrupto no puede derrotarse desde la ley del más fuerte.
Hasta que el bien no irrumpa con fuerza irresistible en el mundo, como ocurrió con Jesucristo, el mundo no se hará mejor.
Ninguno de los grandes personajes que dominan hoy el mundo es demócrata, ni cree en los derechos ciudadanos, ni en los controles al poder. ni siquiera en las elecciones libres. El que se acerca por el horizonte es un mundo de tiranos sin pudor, que se creen con derecho a todo, incluso a violar las constituciones y a asesinar a sus semejantes.
El español Pedro Sánchez, el turco Erdogan y el ruso Vladimir Putin son tres ejemplos claros de esa degradación. Sánchez lo supedita todo a su poder personal, el turco es cada día más un cruel tirano y Putin, con tal de seguir en el poder, hasta asesina a sus adversarios.
¿Por qué ha ocurrido este desastre en nuestro mundo? ¿Quién o quiénes son los culpables?
Los grandes culpables han sido los políticos, que no han sido capaces de ser ejemplares, ni de respetar y fortalecer la democracia, ni de amar a sus ciudadanos, sino que han caído en los excesos y vicios del socialismo, del estatismo y de la corrupción, permitiendo que los peores especímenes del género humano, gente mentirosa, estafadora, psicópata y miserable, se apodere de los estados y convertían el mundo en una pocilga.
También hemos sido culpables los pueblos, que nos hemos dejado dominar por los políticos y que hemos entregado el poder a canallas y corruptos, ante los que nos hemos arrodillado en lugar de echarlos a patadas, renunciando al principal valor de los humanos, que es la libertad.
Basta mirar a tipos como Pedro Sánchez, Putin, Erdogan, Maduro, Daniel Ortega, Díaz Canel y otros de similar calaña para darse cuenta de que con ellos en el poder, el destino del mundo está trazado y que su gestión conducirá siempre hasta el abismo, salvo que los pueblos se rebelen, recuperen su dignidad y empujen a los corruptos hasta el infierno.