Feijóo ante una complicada decisión
Juan Van-Halen.- En el Pleno del Congreso en el que supuestamente íbamos a conocer la posición de España ante el reto del rearme europeo y los compromisos que asumiríamos, no supimos nada porque Sánchez anduvo por las ramas como si fuese un macaco. No le gusta la palabra rearme y no la pronunció. Su discurso fue vacío, insulso, de trámite, salpimentado del aplauso de los beneficiados de su bancada. Feijóo pronunció, a mi juicio, su mejor discurso parlamentario de la legislatura.
La novedad fue que en este asunto los socios de Sánchez se manifestaron en su contra. Planteó una misión imposible: cumplir las costosas inversiones en Defensa y no bajar un euro las políticas sociales. La cuadratura del círculo. Pese a todo, Yolanda, la chulísima ininteligible, declaró que le creía; Belarra, sin embargo, recordó sus engaños anteriores. Pero Belarra no se pasará al PSOE cuando los votos aprieten, y Yolanda recurrirá a un escaño socialista para mantener su ropero. Varias naciones de la UE advierten a sus ciudadanos que las inversiones sociales se verán afectadas. Pero Sánchez, que no informa al Parlamento, tampoco avisa a la ciudadanía.
La intervención de Abascal tuvo un final para recordarlo. Pidió que Sánchez restituyese el dinero que, en algo así como una rapiña dulce, se había quedado por el camino. Lo ya sabido: los negocios familiares, el sueldo público de quien desconocía su lugar de trabajo, los gastos en colipoterras, coca y saunas. Y entonces recordamos inevitablemente los ERE de Andalucía, los billetes bajo el colchón, Tito Berni, Koldo y Ábalos, entre otros. Y pensamos en lo que nos quedará por conocer.
Abascal, sin embargo, apuntó mal su revólver dialéctico. Dedicó la mayor parte de su intervención a atacar a Feijóo, cayendo en errores anteriores. Insistió en que PSOE y PP son lo mismo, desde el pueril argumento de que el PPE y los socialistas europeos apoyan juntos a la actual Comisión Europea. Si siguiera los Plenos del Parlamento Europeo sabría que son fuerzas diferentes y opuestas. Atacar así a Feijóo, que nunca se ha pronunciado en tales términos sobre Abascal —Casado sí lo hizo— es un favor político a Sánchez. Otro.
Precisamente sobre el fondo de lo que debería haber sido el Pleno parlamentario, Feijóo está ante una trampa, ya lo escribí el pasado día 8. Tiene que afrontar una decisión muy difícil y con escasa o nula capacidad real de elección. Y no es un asunto para reaccionar desde emociones. Por eso Sánchez estuvo tan faltón con él en el Congreso. Por lo mismo, para minimizar su imprescindible apoyo, citó a Feijóo en Moncloa como uno más, junto a grupos que no le van a votar y abriendo, en paralelo, la puerta de su sanctasantórum nada menos que a Bildu. Poco después de la cita de Feijóo con Sánchez ya había ministros insultándole. Sánchez no teme que Feijóo vote en contra del apaño sobre Defensa. Le necesita y acaso su amiga doña Úrsula le habrá asegurado que tendrá los votos del PP. Siempre Sánchez juega con cartas marcadas.
Mi preocupación es que Feijóo, nada menos que ante la seguridad y defensa de Europa, habrá de decidir votar junto a comunistas de una u otra ralea, esto es: contra Europa, o en caso contrario apoyar sin compensaciones políticas y sin que se atiendan sus peticiones de debate en Pleno y la precisión de inversiones en la Defensa por parte de España. Y, al fondo, Bruselas. No pocos votantes del PP no entenderían el voto con Sánchez. Para buena parte de ellos, acaso mal informados o desinformados, supondría apoyar al sanchismo desde el trato que recibe de Ferraz el PP en todos los campos. No serían mayoría los que recibirían complacidos esa opción en el voto. El trilero sabe y valora sus cartas. Personalmente, la caída en esa trampa me resultaría penosa, pero se trata de la defensa europea.
La habilidad tanto como la firmeza de Feijóo habrán de ponerse otra vez a prueba y acaso como nunca antes desde que inició su presidencia del PP. El asalto anterior, el nombramiento en la UE de Teresa Ribera, se perdió. Fallaron doña Úrsula y Weber. Van a lo suyo que no siempre es lo nuestro. Deseo a Feijóo una opción inteligente, útil en su dimensión interior y, en todo caso, explicada. De antemano es una decisión complicada.
Bueno, es que es muy complicado subir y bajar al mismo tiempo.