«Resignificación»: versión actual de la persecución religiosa
Una auténtica persecución anticristiana es la obsesión del sanchismo contra El Valle de los Caídos. No les ha sido suficiente la exhumación de los restos de Franco primero y de José Antonio después, ni haberle cambiado la denominación del lugar por la de «Cuelgamuros»; parecería estar más en sintonía con lo que a algunos les gustaría hacer con sus moradores y visitantes.
Tampoco les es suficiente cesar al Padre Santiago Cantera como Prior y seguir exhumando los restos de familiares que, después de 85 años de finalizada la Guerra Civil y de décadas yaciendo allí sus cenizas, sienten ahora la urgente necesidad de su exhumación. Restos que, además, se encuentran entremezclados con los de caídos del «otro bando», aunque allí no hay restos de «dos bandos», sino de «caídos» en la guerra, a quienes los benedictinos rezan cada día por sus almas, sin distinción alguna. Entre otras razones, porque lo único que les interesa a cuantos allí yacen es que cuando sus cenizas actuales resuciten, «aprueben, –como todos–, el examen final de su vida humana», finalizada desde la década de los 30 del siglo pasado.
Es una realidad que el odio hacia la figura de Franco es por considerarle un «dictador nacional católico» y especialmente por su actuación contra la «conspiración judeo-masónica». Y que está en el origen de su actual obsesión «resignificadora». Algo han «progresado» si tenemos en cuenta que sus admirados predecesores frentepopulistas «resignificaban» templos, quemándolos y asesinando a religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos y católicos laicos, en la mayor persecución religiosa conocida de la bimilenaria historia de la Iglesia. Incluidos Nerón y Diocleciano. Los Papas hasta ahora han tenido clara esa realidad histórica y la Basílica es pontificia por san Juan XXIII, como consta en una lápida del recinto. Los acuerdos entre la Iglesia y el Estado se firmaron al ser sancionada la Constitución por el Rey, definiendo al Estado como «aconfesional», que no es lo mismo que «anticristiano», como pretende el sanchismo.
Para conocer la verdad y hablar con propiedad sobre ello, es conveniente leer la obra de Alberto Bárcena sobre «La construcción del Valle de los Caídos». Documentada y auténtica tesis doctoral del autor, que acredita la verdad histórica, conviviendo allí los presos con sus familias y sus hijos en la escuela junto a los de los funcionarios de prisiones. Y con solicitudes de recomendación para cumplir condena trabajando allí, dada la lista de peticionarios para ello.
El «Príncipe de la mentira» campa por sus respetos con esa «resignificación» y cualquier acuerdo con el sanchismo es una concesión más para culminar su objetivo de convertir el Valle en un «museo de los horrores del franquismo».