La decadencia de Cataluña y la gestión nacionalista
Estanislao de Kostka*.- En las últimas décadas, Cataluña ha pasado de ser el motor económico de España a convertirse en una región que enfrenta un preocupante estancamiento, tanto en términos económicos, políticos, como sociales. Este declive no es casual, sino el resultado de una gestión política centrada en el nacionalismo identitario por parte de partidos como Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, que han priorizado sus aspiraciones independentistas sobre las necesidades reales de los ciudadanos. No han gobernado para los ciudadanos, sino para defender ideas del siglo XIX.
El auge de la delincuencia es un claro reflejo del abandono de los ciudadanos. Y lo peor es que los catalanes nacionalistas no abren sus ojos, cegados por ideas delirantes y anacrónicas. Cataluña lidera las estadísticas de criminalidad en España, con seis de los diez municipios más peligrosos del país, entre ellos Barcelona, El Prat de Llobregat y Sant Adrià del Besòs. En 2024, se registraron más de 510.000 delitos en la región, muy por encima de otras comunidades autónomas, incluso con más habitantes. Los hurtos aumentaron un 67% respecto a 2023, mientras que las sustracciones de vehículos crecieron un alarmante 95,1%. Además, los delitos relacionados con el narcotráfico subieron un 10,3%, y las agresiones sexuales aumentaron un 3,9%. El dato es alarmante: en Barcelona se producen 10 robos a la hora. La inseguridad ha llegado a límites insoportables, pero la ideología nacionalista lo ciega todo.
Pese a estas cifras alarmantes, los gobiernos nacionalistas han mostrado una incapacidad evidente para abordar la inseguridad. En lugar de implementar políticas efectivas para proteger a los ciudadanos, han centrado sus esfuerzos en alimentar su agenda independentista. Este desinterés se traduce en una falta de inversión en recursos policiales y planes integrales para combatir el crimen.
La economía catalana ha pasado del liderazgo al estancamiento, a la decadencia. De hecho, Cataluña ha perdido su posición como líder económico frente a Madrid. Aunque sigue siendo la segunda región con mayor PIB (18,8% del total español), su crecimiento es cada vez más lento y desigual. En 2025 se espera que el PIB catalán crezca un 2,6%, apenas una décima por encima de la media nacional y muy por detrás de comunidades como Baleares (3,2%) o la Comunidad Valenciana (3%). Además, el PIB per cápita ha caído significativamente en la última década, pasando del 121% al 114% respecto a la media española. El nacionalismo ha hecho más pobre a los catalanes, pero la bandera catalana les ciega y parecen no reaccionar. Algunos siguen votando a quien les perjudica y les engaña, todo el tiempo y a todos.
La tensión política generada por el proceso independentista ha tenido un impacto directo en la competitividad económica. Según un estudio de la London School of Economics, mientras Madrid ha construido puentes entre sectores sociales y económicos, Barcelona ha profundizado sus divisiones internas debido al conflicto nacionalista. Esto ha llevado a una fuga de empresas y capitales hacia otras regiones más estables. Madrid se está comiendo a Cataluña a pasos agigantados.
Igual de significativo es el coste social del nacionalismo. Los gobiernos nacionalistas no solo ha descuidado la economía y la seguridad; también ha fracturado la sociedad catalana. La obsesión por el “procés” ha desviado recursos que podrían haberse destinado a mejorar servicios públicos como la seguridad, la sanidad o la educación. Mientras tanto, sectores clave como la industria manufacturera y el turismo enfrentan desafíos crecientes debido a la inestabilidad política.
Esquerra Republicana y Junts han demostrado ser incapaces de gestionar los problemas reales de Cataluña. Incluso dentro del ámbito económico, sus políticas son contradictorias: mientras ERC aboga por medidas intervencionistas para “mitigar la dureza” de la vida cotidiana, Junts defiende posturas más conservadoras que tampoco benefician a nadie, al estar impregnadas de una ideología decadente e irracional. Esta falta de coherencia solo agrava los problemas estructurales.
Es una evidencia que, aunque una buena parte de los catalanes no se quieran enterar, los nacionalistas gobiernan contra los catalanes. El nacionalismo catalán no solo ha fallado en su objetivo independentista; también está destruyendo Cataluña desde dentro. La región enfrenta una crisis multifacética: inseguridad creciente, pérdida de competitividad económica y una sociedad dividida. En lugar de gobernar para todos los catalanes, Junts y ERC han utilizado sus mandatos para promover una agenda política que ignora las necesidades reales de los ciudadanos, con políticas racistas y xenófobas; y todo ello legitimado en lo que no existe: unas supuestas fronteras y una superioridad lingüística y cultural.
Cataluña necesita un cambio urgente. Solo dejando atrás el lastre del nacionalismo identitario podrá recuperar su papel como motor económico y social de España.
*Abogado jefe de AD y politólogo
Cataluña es un parque temático de subnormales.
Los catalanes y los restantes españoles y europeos somos carne de manipulación y a unos los manipulan de una forma y a otros de otros
Tema cansino lo de Jordilandia, el principal problema es que esta plagado de parasitos al igual que el resto de España, si a esto le añadimos las Agendas Globalistas (21/2030), apaga y vamonos.