Arzobispo Aguer: La salud del alma del Papa Francisco está “fallando” porque es un “enemigo de la Tradición”
Arzobispo Aguer.- Los días del Papa Francisco están en manos de Dios más que nunca, y es probable que continúe hablando de cosas humanas como un “líder global”
El Papa Francisco estuvo hospitalizado durante 38 días en el Hospital Gemelli de Roma por una neumonía doble. Gracias a Dios, mejoró y regresó al Vaticano, a su lugar habitual en la Casa Santa Marta.
He rezado mucho por el Papa, por la salud de su cuerpo y alma. En la vida actual, cuerpo y alma están íntimamente conectados; como enseñó Aristóteles, «el alma es la forma del cuerpo». En el Ángelus dominical, Francisco nos invitó a vivir la Cuaresma «como un período de sanación» que él está experimentando «en cuerpo y alma». La fragilidad del vicario de Cristo, desnudo a la vista de todos al salir del Gemelli, apenas capaz de levantar los brazos, con los ojos hundidos, el rostro hinchado y visibles signos de dificultad para respirar, constituye –como él mismo dijo– “una lección importante tanto para los adultos mayores como para los jóvenes que hay que aceptar porque es parte de la condición humana”.
Los jóvenes se encierran en sí mismos si no comprenden que ellos también son frágiles. El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, se refería al Papa cuando dijo: «Es fundamental para su ministerio de inclusión que predique contra el trato desechable a las personas marginadas».
El alma de un papa es especialmente inescrutable. En primer lugar, es el alma de una persona humana con sus propios pensamientos y sentimientos. En el caso de Francisco, carga con el peso de su formación en la Compañía de Jesús (los jesuitas), de la que fue superior provincial, y al final de ese período sus víctimas (disculpen el uso de este término) lo desterraron a Córdoba.
Fui obispo auxiliar del cardenal Antonio Quarracino, varios meses antes de que Francisco se convirtiera en obispo. Cuando a su vez fue nombrado, lo llamé a Córdoba para felicitarlo. Me dijo: «El cardenal me sacó de un abismo de veinte metros». Yo era vicario zonal de Belgrano y él, vicario de Flores. Luego, fue vicario general y coadjutor. Tras la muerte del cardenal, se convirtió en arzobispo de Buenos Aires y fue creado cardenal. Luego, tras la renuncia de Benedicto XVI, fue elegido papa.
La salud del alma de un Sumo Pontífice consiste en hacerse cargo de la Tradición. El Papa actual, como ya he escrito en otra ocasión, es enemigo de la Tradición y de quienes considera tradicionalistas. Su salud mental se está deteriorando y ya no es fácil de curar. Sus días están en manos de Dios más que nunca, y es probable que siga hablando de asuntos humanos como un «líder global», como lo consideran los periodistas. Como es propio del oficio papal, llega al corazón de los fieles cuando los exhorta al amor de Jesús y María.
El rol del obispo de Roma ha cambiado a lo largo de la historia de la Iglesia según las circunstancias de cada época; a menudo ha adquirido un valor político de la mayor magnitud. Sin embargo, la dimensión más válida e intrínseca sigue siendo la continuidad con el rol de Pedro. Quizás el valor político del papa dependa de su condición de sucesor de Pedro. Esto le valió el reconocimiento de reyes y emperadores en la época cristiana, pero en el mundo actual su rol no puede imitar el de un líder globalista. El mandato de Jesús sigue siendo que todos los pueblos —panta ta ethnē— reciban la Buena Nueva, el Evangelio, hasta su regreso.
*Arzobispo Emérito de La Plata. Buenos Aires, abril de 2025.
Héctor Aguer Arzobispo Emérito de La Plata. Buenos Aires, martes 8 de abril de 2025.
Desde entonces no lo he visto publicado en Españ; porque no han querido informarse, y si lo sabían no habrán querido enfadar a Lucifer.
Gracias Armando.