España necesita con urgencia un quirófano para ser operada a vida o muerte y ser librada de la peligrosa enfermedad que padece, un cáncer llamado “sanchismo”, con metástasis de corrupción en la política, la ética, las libertades, los valores y la dignidad.

España está gravemente enferma, al borde del colapso multiorgánico y necesitada de cirugía profunda para salvarse.

El gobierno de Sánchez es un tumor que debe ser extirpado. Está acosado porque tiene que gastar más en Defensa, sanidad y educación y no sabe como obtener dinero. No puede cobrar más impuestos porque se le rebelarían los ciudadanos, ya casi asfixiados por Hacienda, y las empresas, disminuidas por una fiscalidad corrupta, abusiva y mal diseñada. Tampoco puede pedir ese dinero a los mercados porque el endeudamiento español es ya colosal.

Sánchez y sus secuaces en el poder están angustiados y al borde del colapso y lo lógico sería que dimitieran y entregaran el marrón a un nuevo gobierno elegido por el pueblo, pero el sanchismo es un comunismo encubierto que sólo entiende el poder como una finca propia a explotar por siempre jamás.

Los gastos urgentes que España necesita, para Defensa y para mejorar su educación y la salud, ambas en descenso peligroso de calidad, sólo pueden financiarse si España renuncia a su estructura mafiosa y corrupta que los gobiernos han creado desde la muerte de Franco y que el sanchismo ha acentuado, temeraria y peligrosamente.

El único camino para financiar sus urgencias consiste en dejar de robar desde el gobierno, quitar subvenciones a partidos políticos y sindicatos, suprimir las orgías de políticos con putas, suprimir la inflación de coches oficiales y privilegios de la clase política y, lo más importante, licenciar a los mas de 300.000 políticos que sobran.

España tiene más políticos en activo que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, lo que constituye una vergüenza insoportable y altamente corrupta.
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La España actual es, probablemente, el país más derrochador del planeta y uno de los más corrompidos, además de ser el que más mugre tiene incrustada en el alma pervertida de sus cuadros políticos.

Sus dirigentes son manirrotos acostumbrados a disponer de miles de asesores, a colocar a sus familiares y amigos en el Estado, a disponer de aviones privados y flotas inmensas de conductores, coches oficiales, secretarias y guardaespaldas, a gastar sin medida y de manera opaca, a repartir dinero y favores a cambio de votos y sumisión, a comprar y obligar a mentir a medios de comunicación y periodistas con dinero público, a corromper a decenas de miles de voluntades y ponerlas al servicio del poder, a financiar a sindicatos inútiles y poco representativos y a llenar el país de chiringuitos que no sirven para otra cosa que para dar trabajo a cientos de miles de enchufados, todos ellos luchando a favor del socialismo que les alimenta y les enriquece.

Esa red costosisima de chiringuitos del poder es esècialmente densa en grupos como los feministas, gays, lesbianas y trans, corruptos que intermedian, ONGs que rozan el delito engañando a los ciudadanos y protegiendo al poder político, además de otros que, de manera clandestina, promueven la delincuencia de manera descarada, como el robo de viviendas (okupas), la invasión de inmigrantes ilegales, el lavado de dinero sucio, la acogida de millonarios corruptos y ladrones internacionales en territorio español, la ceguera ante el narcotráfico y la connivencia con mafias mundiales.

El problema más grave de España es que sus males no afectan solo al cuerpo sino que también le han podrido el alma y han convertido a su clase poderosa en una legión al servicio del mal, de la injusticia, la corrupción y el abuso de poder. Esas enfermedades del alma, quizás más graves que las del cuerpo, son difíciles de curar porque requieren reconstruir valores y transformar el espíritu, dos metas casi imposibles en los dueños del Estado español, ya acostumbrados a vivir y a disfrutar en las pocilgas y cloacas.

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