Los costaleros de Granada y su historia
Ignacio Pozo.- En algunos medios de comunicación, aparece de forma recurrente la historia de los primeros cuerpos de costaleros de las hermandades de la Semana Santa granadina
Pues bien, es necesario modificar ese relato para no desvirtuar la pequeña historia que aconteció y sin ánimo de quitar un ápice de orgullo cofrade a los que continuaron con esa preciada labor de formar a cuadrillas de costaleros propios en sus cofradías, para mayor realce de sus titulares, y de la belleza de sus pasos.
Nos encontramos en 1976, unos años antes del inicio de las cuadrillas de hermanos costaleros de los pasos del Albayzín, yo estudiaba COU en la antigua academia Progreso de la muy comercial y céntrica calle Mesones. Mi profesor de Literatura era don Eduardo (a la sazón capataz del paso del Cristo de la Hermandad Sacramental Paciencia y Penas, ubicada en la Imperial iglesia de San Matías). Esos años eran de auténtica parca de hermandades y de sus pasos procesionales. Muchas de ellas no hacían estación de penitencia, o estaban a punto de desaparecer. Su economía era paupèrrima, y el numero de cofrades en franco descenso y mayor en la edad. Les era imposible pagar a los costaleros, como había sido la costumbre hasta esas fechas. No eran trabajos para los cofrades, incluso se hacían estudios de adaptar las trabajadera de las parihuelas por ruedas (algunos pasos ya lo hacían de esa forma).
Volviendo a mi actividad colegial, don Eduardo sabía de que yo tenía una pandilla de amigos muy numerosa que nos dedicamos, y nos gustaba, a la cultura y la política, teniendo nuestro “centro de operaciones” en la cafetería de los antiguos almacenes americanos Woolvorth a escasos metros de la academia (actual Catastro) Pues bien, ni corto ni perezoso mi profesor se presentó allí, y claramente “prevaricando”, me dijo “si sacáis los pasos de San Matías te apruebo”. Dicho y hecho, nos pusimos manos a la obra, hicimos dos o tres pruebas, y sacamos el paso del Cristo de Las Penas, el de la Virgen, cuyo capataz era un joven joyero, Jorge; siendo nuestra vestimenta la de la de la mañana de ese día: nuestros zapatos de vestir, nuestros pantalones vaqueros y camisa. Y mucho pundonor, fuerza y fe en lo que estábamos haciendo.
Recuerdo que en la puerta estaban varios hombres amenazando a esos niñatos (nosotros) por “quitarle el pan de sus hjos”, ya que por razones obvias no habían sido contratados para ser los portadores de los pasos como venían haciendo los años anteriores.
Tal fue el impacto en otras hermandades que estaban en igualdad de crisis económica y de hermanos, que nos pidieron que sacáramos ese año las Maravillas y el Santo Sepulcro.
Y ese fue el inicio de ese cuerpo de costaleros, primero de Granada, (y aunque duela, a imitación de los de Sevilla) de los que muchos de ellos permanecieron años, incorporando a más familiares y amigos para distintas secciones de la Hermandad, y otros aún siguen (de ellos muchos familiares míos.
De esto se cumplirán 50 años la Semana Santa próxima. Buena fecha para recordarlo.
*Abogado