Complejos y rencores
Algunos de los cargos públicos que depositan las flores del recuerdo, adoptan una rara actitud. Creo que sobreactúan comportándose con extrema ceremonia, sin naturalidad y en consecuencia sin autenticidad. Fingen un sobrecogimiento que es impostura. Muestran tal devoción, que más bien parece idolatría. En mi humilde opinión, eliminan toda la nobleza que el acto en sí mismo quiere recoger.
No cuestiono con ello la figura de Blas Infante, sino la de sus aduladores. Por lo que conozco del ideario y carácter del ilustre andaluz, no se sentiría cómodo con tanta hipocresía y carencia de sencillez. Veo a su hija comportarse con humildad y cercanía, pero tal vez sea una de las pocas personas que mantienen esa normalidad en día tan señalado para ella por los sentimientos que la acompañan.
Esta pose sobredimensionada se contradice con la escasez o negación de afectos en otras situaciones parecidas de ámbito nacional. Muchos de los que prefieren mostrarse excesivos en el recuerdo a Blas Infante, no son capaces de reproducir el mismo escenario para rendir honores a la Patria común de todos los españoles. Creo que lo lógico sería desenvolverse con espontaneidad y respeto en ambos casos: con la recientemente denominada Patria andaluza y con la centenaria Patria española.
Tan no es así, que en esta ocasión al finalizar el acto con un procedente ¡Viva Andalucía! pregunté a un compañero de otro grupo político si consideraba que existiría idéntica avidez en expresar vivas a nuestro país en un ambiente parecido. Me miró sorprendido y reconoció que él no se atrevería a semejante exclamación. No obstante, me dijo que se sentía español, que no se oponía a que en el himno de nuestra comunidad se cantase “por Andalucía, España y la Humanidad” y que él pronunciaba sin problema la palabra España.
Me quedé atónita por aquella espiral de insensatez y ante mi perplejidad me aclaró que en la izquierda había muchos que cambiaban la letra al cantar el himno andaluz sustituyendo la palabra España por” los pueblos”. Es decir, no se prestan a pronunciar el nombre de su propio país siendo para ellos el innombrable.
Sinceramente me parece doloroso que reneguemos de nuestra Patria y que haya personas dispuestas a hacer el ridículo situándose en una postura extrema, espantosa e inexplicable. Un comportamiento acomplejado, tan de caricatura, que resultaría cómico si no fuese triste, no se justifica bajo ningún concepto. Sólo puede sobrevivir basándose en odios y rencores siempre irracionales pero, sin lugar a dudas, profundamente asentados.
Somos el único país del mundo que no presume de su bandera, que necesita buscar excusas para usarla, que considera una provocación partidista su exhibición. No la tenemos en casa, no la mostramos en público, no decimos Viva España y no sentimos orgullo de nuestra identidad. Así nos va.
Pienso que si mantuviésemos la misma fuerza nacional que la manifestada en la última competición futbolística, todos los españoles saldríamos beneficiados. España no puede ser más importante si una gran parte de su población se avergüenza de ella, es incapaz de lanzarle vítores que le salgan del alma e incluso prefiere omitir su nombre. Qué nación destacaría sometida a esa falta de apoyo, de cariño y de censura interna.
Desde la tranquilidad aseguro que como andaluza me siento encantada de serlo. Puedo colocar flores ante el busto de Blas Infante y gritar ¡Viva Andalucía! sin que me produzca ningún trauma psicológico. Mi relación con los símbolos autonómicos es totalmente sana y natural. Del mismo modo, puedo emocionarme con el sonido del himno español o con la izada de la enseña nacional. Es lo normal, supongo.
Hay otros muchos que tienen sus afectos territoriales completamente trastocados. Los pasan por el tamiz de los complejos y del rencor. Con ese filtro enrarecido nada bueno se puede producir. Lo siento mucho, por ellos y por todos. De verdad.
*Alcaldesa de Fuengirola y parlamentaria andaluza.
El complejo viene de lejos, y no es de la izquierda, sino del propio origen. Blas Infante, o Ahmed Infante tras convertirse al islam era un hispanofobo declarado, de hecho, la izquierda usa el verdadero himno que inventó Infante “Viva Andalucía, los pueblos y la humanidad”, a si mismo, también Ahmed Infante se invento un imaginario nacionalista surrealista que nada tiene que ver con la realidad, entre otras “paranoias” afirmó que la mayoría de los andaluces somos descendientes de árabes pero conversos al cristianismo (cosa que la ciencia ha desmentido, la mayoría de los andaluces somos descendientes de los pobladores… Leer más »
Amigo me ha encantado leer tu comentario, con conocimiento de la realidad andaluza. Yo soy aragones, pero me siento muy comodo en mi Andalucia.