Por Enrique de Diego. El Partido Popular tiene un miedo cerval a la extrema derecha. Al decir, el Partido Popular digo el sistema partitocrático de casta parasitaria. Me niego a definir lo que es o entiende por tal el Partido Popular, porque las etiquetas geométricas son conceptos trampa: parecen claros hasta que se les trata de describir y entonces se tornan confusos, aunque tienden a escandalizar a las almas simples, a los hooligans.

A lo que tiene miedo el PP es a que se articule el espacio electoral a su derecha, y eso es lo que identifica vagamente con extrema derecha, o a que se articule una derecha, pues el PP no es otra cosa que una coalición de intereses y un grupo organizado para el delito y el enriquecimiento de sus dirigentes y sus familiares.

En principio ese miedo cerval es irracional porque esa extrema derecha –para entendernos- está tan fragmentada, tan dividida y tan surcada de debates de secta, que se torna electoralmente irrelevante. Y, sin embargo, ese miedo cerval del PP a la extrema derecha es una de sus señas de identidad más constantes y más intensas. ¿Por qué? Porque ese sector se ha mostrado refractario a instalarse o a entrar en el sistema –en la partitocracia del degradante régimen de 1978- y es el único de los pocos que si se articulara podría plantar cara y generar problemas electorales. La partitocracia funciona como un mercado cerrado que trata, a toda costa, de impedir el surgimiento de competidores.

Así que el PP vive obsesionado con que no surja competencia a su derecha lo que, sea dicho de paso, pondría en solfa las contradicciones del esotérico centroreformismo, que no es más que una patente de corso para la corrupción. Pero la corrupción –y el nepotismo- han sido, hasta ahora, durante décadas un negocio muy lucrativo e impune y van a tratar de defenderlos con uñas y dientes ponzoñosos.

Para evitar que surja esa competencia que ponga en riesgo el chiringuito mafioso el PP produce o reproduce de continuo sus propias extremas derechas, como coartadas virtuales más falsas que un Judas de plástico. Así se desalienta del esfuerzo o se genera confusión que para eso ostentan el monopolio mediático, ¡qué ya va siendo hora de dar la espalda a los medios de la casta, dejar de ser manipulados y financiados!

Esperanza Aguirre es una de las coartadas más pulidas y aliñadas, y la más falsa. Cuando surge malestar por las cesiones de ETA, Espe enarbola la bandera de España con alguna excusa banal. Una presidenta de una autonomía –por esencia, enemiga de la unidad de España- exalta de patriotismo mientras el PP abre las puertas del Parlamento vasco a Alicia Sánchez Camacho apuntaba al separatismo catalán. Hay bromas y coartadas que producen náuseas.

A rebufo de la “sita”, otra coartada ha sido Federico Jiménez Losantos, nada más que un cortesano mantenido. Losantos ha sido una complacencia lacaya con la corrupción. El vocero impulsor de la trama Gürtel con catos tan abyectos como el de apoyo a Jesús Gómez Sepúlveda –el ex de Ana Mato- en la campaña al ayuntamiento de Pozuelo o su respaldo a un corrupto manifestó a Ignacio González. En su propio libro cuenta como asiste a la inauguración de las casa del personaje, cosa reservada a los jerarcas y a los bufones. Le tengo por uno de los peores y más degenerados enemigos de España. Sé que llevo toda la razón y me da una higa provocar la histeria maledicente de sus seguidores, que los tiene aunque muy menguantes. Su estúpida conspiranoia sobre el 11-M ha sido para distracción moral divertimento para hacer perder el tiempo y servir de coartada para evitar el sufrimiento de la extrema derecha. ¡Todos a seguir a Federico, que el pobre hombre no sabe donde va, y hace lo que manda Esperanza Aguirre, que le resulta muy lucrativo y los madrileños pagan más cara el agua del Canal de Isabel II para mantener su chiringuito!

Otra de las coartadas que de tanto en tanto agita el PP es la cara durísima de Alejo Vidal-Quadras, como falso héroe que siempre cuenta las lentejas del plato por el que se vende. Es un corrupto moral de la peor especial, que no puede poner sus posaderas de eurodiputado en turista y luego parlotea de austeridad, si es preciso. Vidal-Quadras es la cabra del PP que sacan para cerrar el paso a cambio de mantenerle el puesto. Nadie descabezó a Vidal-Quadras de Cataluña. Pactó su salida de la manera más indecente dejando a todo el mundo tirado. Militantes y concejales que se quedaron desasistidos en medio de la jauría nacionalista. Todavía no ha pagado ni un euro de los que dejó a deber a Convivencia Cívica Catalana, de Francisco Caja, por un estudio sociológico sobre las posibilidades electorales de un supuesto partido vidalquadrista que el interfecto utilizó para mejorar su negociación. No estuvo mal Aznar en una Junta Nacional del PP cuando, tras quejarse Vidal-Quadras de la marginación de algunas voces (la suya, por supuesto), le espetó: “No lo dirás por ti, que te hemos hecho vicepresidente del Parlamento europeo”. Y le desgranó sueldo y bicocas. Me da coraje ver a Santiago Abascal, que es un patriota cabal y decente, ir ahora de la mano de esta patraña y esta parodia que es Vidal-Quadras.

Hasta Jaime Mayor Oreja, con más altura moral, sirve también de coartada y no dimitir así Rajoy pacte con ETA y si toca encabezará de nuevo la lista al Parlamento europeo igual que Vidal-Quadras lo único que quiere es le aseguren el puesto.
Diciendo algunas cosas sensatas que se salen de la línea oficial y utilizando palabras como regeneración las vacía de contenido. Algunos incautos dicen: lo harán estos que ya están dentro del sistema, para que apoyar a los que reman contracorriente. No es casualidad, es estrategia, y luego contaré un sucedido que lo demuestra.

Si toma fuerza en la sociedad alguna idea o propuesta o denuncia que amenaza el mercado del PP, éste genera de inmediato el anticuerpo. Se ve muy claro con Xavier Albiol, alcalde de Badalona. Surge y crece Plataforma per Cataluña con Josep Anglada y de inmediato se da cancha a Albiol, aunque fuera del reducto de Badalona el PP hace y dice todo lo contrario. Pero si agitan las aguas se da cancha a Albiol. Esta ceremonia de la confusión es cansina, pero hasta ahora ha calado.

Otra cuestión colateral, es por qué, con la que está cayendo, Plataforma per Cataluña no rompe el sistema o ya no se ve como una amenaza y, al margen de la notoria incapacidad del liderazgo por conectar con las clases medias urbanas, la cuestión es que Plataforma per Cataluña nunca ha cuestionado el sistema. O más concretamente, nunca ha cuestionado el sistema convergente, sino que se ha dejado utilizar como su sostén actuando de competidor solo del PSC, y muy poco del PP.

Al margen de los cruceros marítimos de Anglada con empresarios de Unió, Anglada – gloriosa su negativa televisiva de su militancia en Fuerza Nueva, mentira cochina, mentira grosera- ha hecho algunas bromas pesadas con la unidad de España y es reincidente. Mal estuvo votar a favor del Estatuto separatista de Cataluña en Vic, pero ir a poner flores a Rafael Casanova en la Diada es una supina bobada. No se puede ir de bufón y que te tomen en serio. Mal se puede extender por España y con tal de colocarse se apuntaría a un bombardeo, o a una separación si la viera triunfante. Puede cambiar pero no lo creo, son ya demasiados altos de saltimbanqui en el vacío y me consta que en su partido son cada día más conscientes.

Voy con lo del sucedido prometido para que se vea que esta estrategia de la coartada es tal y no mera casualidad. Tras una conferencia mía en Barcelona, Juan Carlos Girauta, que entonces era de la secta losantiana, informó que Losantos había dicho que era preciso hablar mucho de clases medias y de casta parasitaria, y quitarme a mí el discurso, ¿para qué? Para servir al PP, para tirar el discurso al lodazal y segur haciendo caja, que es de lo que se trata.

Según me confesó la impagable Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno de Madrid y parodía de la TIA de Mortadelo o del sheriff de Notingham, el PP paga a unas cuantas personas –me dio nombres- para que actúen en las redes sociales y en internet, no necesariamente dando la cara como peperos. Uno de los que más concita la inquina de su deleznable trabajo de cloaca mercenaria –cobran poco, me consta- soy yo. Al principio me extrañaban esos comentarios que me trataban de desacreditar por cuestiones muy raras y digamos muy ultras. Me he convencido de que son esos peperos.

Últimamente me premian con algunas descalificaciones que he dejado correr demasiado. Una es que soy un resentido. Estoy muy formado en la lógica y tiendo a despreciar los argumentos emocionales y los juicios de intención. Un argumento o un hecho, si son verdaderos, si se adecuan a la realidad, no quedan invalidados por el móvil quien lo expresa, ya sea el resentimiento o cualquier otro. Es aquello de que la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Además no estoy resentido y por ello siempre he pasado por alto esta chorrada quizás alguien se le termine creyendo. Así que repito con claridad y contundencia: No estoy resentido. El criterio se establece sobre el hecho notorio de que fui despedido de Intereconomía a finales del año pasado. Me siento muy orgulloso de ello, porque nunca me plegué a la sumisión lacaya del Grupo al PP, que, por inconfesable y corrupto, contradecía su ideario. Me honra y así lo proclamo. Tiendo a estar más de acuerdo con los que –no siempre con la mejor intención- se sorprenden de que no echaran antes. Nada hice que lo justificara. Intereconomía es una coartada del PP, en la línea descrita anteriormente. Es una mentira que sobreabunda en hipocresía. Lo he contado todo en mi libro “Dando Caña” (Ed. Rambla). A él me remito.

Es muy grave que todos los medios estén al servicio de la casta y es mucho más grave que Intereconomía, que es lacaya hasta el vómito al PP y defiende a todos los corruptos de ese partido, se presente como crítica al sistema, cuando nada más lejos.

Pedí el voto para Mariano Rajoy precisando que “para que fracasara cuanto antes”, pues seguía en el ambiente el señuelo de que esto eran como en 1996. Es notorio que mi concepto “una casta parasitaria”, como lo es mi crítica señala al sistema, a todo el sistema, incluida la monarquía, como el culpable del drama que, mediante la expoliación de las cúpulas, arruina y lleva al hambre a los españoles. ¡Lo diagnostiqué y lo denuncié en 1996 en mi libro “Privatizar las mentes”¡Tengo trienios! Por ir contra el sistema me despidieron de Intereconomía porque Intereconomía es el sistema.

No sólo he tenido mucha relación con el PP, no podía ser de otra manera siendo periodista político desde temprana edad, sino que, en lo ideológico, que es lo clave soy su fundador o refundador. Fui quien propuse la doble renovación generacional e ideológica que permitió el paso de AP al PP. Y eso se plasmó en el libro “El socialismo es el problema” que dio el sustento intelectual de refundación. Pero lo hice para que el PP afrontara la regeneración de España. Lejos de ello se enfangó en el sistema y se corrompió de manera generalizada. No he fallado yo sino ellos. El PP es culpable. El PP hoy es la antiEspaña. Es enemigo de España y los españoles.

También fui clave, desde la Delegación de Alicante, para que el PP accediera al poder en la Comunidad Valenciana pero para que limpiaran y vertebraran, no para que la convirtieran en una cloaca inmunda como lo han hecho. No queda ni uno honrado. Había uno, el alcalde de Polop de la Marina, y lo asesinaron los propios compañeros de partido. No fallé yo, sino ellos. Yo sigo siendo un patriota, que hago honor al juramento a la bandera y a la honradez como norma indeclinable e innegociable de la dignidad como me enseñó mi padre, y honro con ello su memoria.

Apoyé al PP cuando aprobó la ley de partidos, pero me indigna con razón su traición a las víctimas –a Miguel Ángel Blanco, a Gregorio Ordóñez- en este momento. No he cambiado yo, sino que han degenerado ellos. Y por eso les combato. Les apoyé para que acabaran con la corrupción del felipismo, no para que les imitaran y superaran. He combatido las mentiras de Zapatero –y por ello fui detenido ante Ferraz- como combato las de Rajoy. Los dos han de ser juzgados. Como lo han de ser los corruptos del PSOE y los del PP y los de CiU e incautarse de sus bienes: que devuelvan todo los robado y que paguen su estancia en la cárcel.

Siempre se ha combatido la corrupción y por ello he sufrido persecución, marginación y ostracismo. La libertad tiene un precio y siempre estoy dispuesto a derramar hasta la última gota de mi sangre por nuestra querida Patria; esta doliente España en la que no puedo pensar sin verla rodeada de cierta grandeza. De lo único que soy hooligan es de España y no voy a perdonar lo que estos traidores avariciosos y corruptos están haciendo a mis compatriotas.

Tiene mucho más delito lo que está haciendo el PP, su traición. Muchas de las nefastas estupideces del PSOE forman parte de su genética; se las cree. Zapatero creía en eso del “proceso de paz” con bobalicona ingenuidad. El PP no creía. El PP prometió revertir el proceso. Se comprometió a ilegalizar Bildu. Nada de nada. Una así a las traición, el engaño. Miles de engaños. Pura estafa. El PSOE puede subir los impuestos porque está en sus genes ideológicos confiscadores. El PP no los iba a subir. Palabrita de Mariano Rajoy. Mentira tras mentira. El PSOE falsificó las cifras. Y Esperanza Aguirre. El PP, pues ha superado la mentira y la incompetencia a velocidad de vértigo.

En lo que están haciendo con España y los españoles sí estoy resentido, indignado y algunos otros sentimientos que describen palabras más gruesas. Por eso lucho por una democracia con división de poderes para que haya Justicia, porque si no hay Justicia, habrá venganza.

Sí sostengo que el PP es hoy, aquí y ahora, enemigo de España y de los españoles; que es una mafia que debe ser combatida; que apoyar al PP, como hace Intereconomía, es una traición a España; que están dejando a los españoles en la ruina y el hambre y a España sin soberanía. Y que no estoy dispuesto, que eso hiere mi orgullo nacional. ¿Ha quedado clara mi postura? Hoy más que nunca: ¡Viva España!