Por Lluís Fernández Bergüés.- Escribo estas líneas con un sentimiento de rabia e impotencia. Sé que ni este artículo, ni miles de artículos que se publiquen en este sentido, podrá alterar el curso fatídico de la historia, por lo que al redactarlo sospecho que no hago sino autoexculparme. Y, aparte de ese sentimiento de rabia e impotencia, debo confesar que anido con la misma intensidad el de vergüenza. En estos momentos me embarga una profunda vergüenza por ser ciudadano de Occidente.

Si aceptamos en su día la acción militar contra unos sanguinarios fanáticos como los talibanes de Afganistán, ¿por qué ahora los gobiernos occidentales están ofreciendo apoyo económico y logístico a los rebeldes sirios? ¿Por qué la mayoría de los medios de comunicación presentan a Bashar al-Assad como el malo de la película, cuando es el único líder árabe que protege y defiende a los cristianos? ¿Qué oscuros intereses hay detrás de la mal llamada “primavera árabe”? Occidente ha dado la espalda a una comunidad agredida y masacrada por unos agresores que no respetan ni las mínimas normas de comportamiento de los seres humanos.

Para nuestra vergüenza, los gobiernos occidentales se han convertido en cómplices de los agresores. ¿Puede un polícia –y ese parece ser el papel de Occidente– permanecer impasible mientras un delincuente saquea, maltrata, ultraja y finalmente asesina a su víctima? ¿No sería más lógico que se tomara partido a favor de la víctima de esta tragedia, a la que ahora se entrega atada de pies y manos a su verdugo? Lo cierto es que los gobiernos occidentales miran hacia otro lado o incluso colaboran, mientras se vulneran los derechos humanos más elementales.

Me repugna leer en este periódico que unos islamistas sirios tiran a un hombre por la ventana por ser cristiano, que los rebeldes sirios profanan iglesias cristianas, o que el Reino Unido dará cinco millones de libras esterlinas a la oposición siria. Y digo en este periódico, porque el resto de medios de comunicación del país han optado por ignorar lo que verdaderamente está ocurriendo.

La actividad internacional, caracterizada por una pasividad total ante la barbarie y el horror de los agresores islamistas, nos hace cómplices de sus saqueos y de sus asesinatos. La pasividad es cómplice de la barbarie.

¿Son conscientes los líderes occidentales de que su ausencia de reflejos legitima la violencia religiosa y la guerra genocida? ¿Están dispuestos a contemplar la desaparición de los cristianos sirios? ¿Son conscientes de que estamos a un paso de la destrucción total de Siria? ¿Permaneceremos indiferentes ante la postura arrogante y prepotente de unos fanáticos cuyo principal objetivo, digámoslo claro, es imponer la sharia en todo el país? ¿Permitiremos que sigan profanando iglesias y asesinando impunemente?

En nombre de la dignidad humana, no podemos quedarnos de brazos cruzados ni permanecer callados.

EL REINO UNIDO DARÁ CINCO MILLONES DE LIBRAS A LA OPOSICIÓN SIRIA