El “buen salvaje socialdemócrata”
No cabe duda de que el socialismo ha reclutado una parte de su militancia entre las personas mejor intencionadas. Resulta difícil dar una explicación al hecho de esa ética del tópico impide ver los “efectos perversos” de sus políticas y lleva habitualmente a propugnar mayores dosis de la perjudicial medicina. Es lo que se puede denominar el mito del “buen salvaje socialdemócrata”.
Convencido de la pureza de sus intenciones, ilusionado con la moralización de la vida social, el socialdemócrata suele ser reacio a la autocritica y corto de miras para la realidad. Dado que su objetivo es transformarla, los fracasos en la gestión no suelen traducirse en un cambio de política sino en su intensificación.
Chasqueado permanentemente por la ley de los “efectos perversos” que obtiene las consecuencias contrarias a las buenas intenciones, el buen salvaje socialdemócrata cree que esos efectos negativos son fruto o de no ha hecho todos los esfuerzos necesarios –porque el socialismo suele pertenecer más al mundo de la voluntad que al de la razón- o de que existen en la sociedad fuerzas que se resisten al cambio. Por tanto de hace preciso un mayor esfuerzo personal y una mayor intervención del Estado. Si aumentando la presión fiscal se produce un incremento de la “economía sumergida” y se obtiene una menor recaudación, la solución del buen salvaje socialdemócrata será extender la inspección fiscal para combatir el fraude y aumentar la presión fiscal. Cuando ambas medidas incrementen los males, la respuesta será la misma, porque la socialdemocracia procede de la progenie del despotismo y suele tender al totalitarismo. Es, como ha dicho Ralf Dahrendorf, un totalitarismo light.
El socialismo también es ineficaz para obtener la paz social, que se constituye en uno de sus objetivos preferentes. En primer lugar es coactivo respecto a los individuos. Es decir, hace violencia frente a la función empresarial y la iniciativa. Su misión y su justificación es redistributiva: quitar a unos para dar a otros. Por tanto en esencia es violenta y establece un principio de confrontación. Nada nos permite asegurar que a quien se le quita considere que no es justo ni tampoco que quien recibe se muestre satisfecho con la justicia del reparto. Unos pueden considerar que se establece una penalización del esfuerzo personal, y otros que la injusticia se mantiene. La convivencia social se establece como una presión hacia el Estado que redistribuye, para que modere su expoliación o para que incremente sus prebendas. La visión estática de la riqueza que es inherente al socialismo hace que se difunda una psicología según la cual el mayor trozo de tarta de algunos se traduce en una ración más exigua para los demás. Se generaliza así el “síndrome del agravio” que enfrenta a unos grupos con otros, a unas ciudades con otras y a unas regiones con las de al lado.
Ese es uno de los motivos de la extensión del fenómeno nacionalista en España, con inequívocos síntomas de tender hacía el cantonalismo. Así como los sindicatos como grupos de presión obtienen la financiación estatal, así las regiones capaces de mantener un mayor clima de confrontación pueden obtener mayores beneficios. La presión se convierte de esta forma en el cauce normal del diálogo político. Al nacionalismo pragmático –que se arma para no ser olvidado en el festín estatal- se suma el nacionalismo cerrado o cultural. El sistema proporcional español, que favorece a las fuerzas minoritarias cuando obtienen la llave de la gobernabilidad, lo que se ha dado en llamar el efecto “hijo de Popper”, tiende a la fragmentación y representa una prima a la confrontación. El nacionalismo convive parasitariamente con el socialismo porque cuando es cerrado tiende inevitablemente al intervencionismo. El nacionalismo cerrado es anti-individualista porque los derechos individuales quedan supeditados a un proyecto colectivo; en nombre de supuestos derechos del “pueblo” pueden coaccionarse y aun anularse los derechos individuales.
El nacionalismo precisa de un Estado interventor para desarrollar su “proyecto nacional”, para conseguir la uniformadora comunidad moral nacionalista. Está abocado a la mentira, a la ineficacia y a la corrupción porque se introduce en el esquema del poder limitado. Si los nacionalismos han representado históricamente reduccionismos e intolerancia, pero también reacción frente al imperialismo y el absolutismo, en el mundo moderno han sido reacción frente al “cosmopolitismo” que como proceso del orden espontáneo de ha producido en los últimos siglos merced a la mejora de las comunicaciones y los canales de información, y por consiguiente a la libre circulación de personas e ideas.
Su veta reaccionaria se basa en la preservación de una supuesta “identidad cultural” frente a los foráneo, que ha de ser definida, impuesta o recuperada desde arriba con la coacción del poder estatal. La base de esa identidad ha sido fundamentalmente la etnia o en su caso la lengua como vehículo de una cultura diferenciada que se basa en el patrón del buen ciudadano. Si el nacionalismo vasco es primariamente étnico, la recreación pujolista del catalán es primariamente lingüística y cultural.
El nacionalismo cerrado ha de reescribir la historia e introducir algún tipo de historicismo. Así Jordi Pujol habla de la existencia de trescientos años de opresión, establece la existencia de una metahistoria, mientras Arzallus proclama un Rh diferenciado y de peculiaridades craneales.
El nacionalismo cerrado pertenece analógicamente al mundo de los “socialistas nacionales”. Históricamente no tienen su origen ni en el Señorío de Vizcaya ni en el Condado de Barcelona sino en el integrismo tradicionalista del carlismo en su lucha contra el liberalismo borbónico. Los perdedores de estas guerras, hechas en nombre del más estricto nacionalismo español, entendieron que estratégicamente la derrota podría trocarse en victoria reclamando el hecho diferencial de las zonas en las que el carlismo había sido hegemónico, fundamentalmente el campo catalán y vasco, por confrontación con las sociedades industriales y urbanas. Es una anécdota significativa que el carlismo, que en la guerra civil militó en el totalitarismo de derechas, se disolviera al comienzo de la transición como grupúsculo del totalitarismo de izquierdas.
El patrón del buen alemán, el buen español, el buen vasco o el buen catalán introducen un principio de xenofobia y un reduccionismo al intentar imponer una identidad unitaria. Frente a la tradición renovadora del nacionalismo abierto –que establece la virtud patriótica en el amor a lo propio abierto a lo foráneo- el nacionalismo cerrado se establece sobre una tradición anquilosada, a menudo, falsa y que esconde la nostalgia de la tribu.
A los ahorradores no cualificados finaciariamente de preferentes se les devuelve su ahorros integros,mas indemnizacion y perjuicios causados de salud,economicos, no asi a los inversores institucionales y profesionales.Y despues si quereis responsabilidades penales las que querais pero civilmente se les devuelve ahorros a los no cualificados. NO JUGUEIS CON LA MISERIA, NECESIDAD AJENA DE AHORRADORES DE FORMA PARTIDISTA ALERTA PORQUE SEREIS IGUAL DE PUTREFACTOS,FALSARIOS Y MISERABLES.Hacer el favor de no emputecer miserablemente falsariamente la dignidad de ahorradores no cualificados. No confundir a los inversores institucionales profesionales de entidades con una estafa a ahorradores no cualificados financiariamente por necesidad,no asi a… Leer más »
Esto me suena un poco a globalismo,mundialismo, no me gusta un pelo, el peor nacionalismo es el mundialista,globalista,supranacional, no nos olvidemos de eso, el buen salvaje mundialista, un comunismo de nuevo cuño, este si es que es antilibertad, porque va contra las naciones,contra las clasesmedias,contra la sociedad civil, contra la prosperidad nacional.
La libertad es la unidad nacional,no nos olvidemos, en todo caso con unas regiones con caracteristicas historicas pero enraizadas en la nacion, de ahi una forma de estado republica de forma presidencialista federal confederal entre castilla, cataluña ,vasconia,galicia, Por lo que el senado de alguna forma seria valido.