La casta política es un grupo parasitario que nos gobierna, pero que –a diferencia de lo que se espera de una élite dirigente política- su objetivo real es perpetuarse en el poder para enriquecerse a costa de explotar y engañar a los ciudadanos. Su único interés por el poder no tiene nada que ver con la política con mayúscula –es decir, por la capacidad de dirigir a un pueblo- sino precisamente por perpetuar y reforzar sus intereses de micro-clase vampírica.

Como la Mafia, la casta política está divida en familias con diferentes intereses puntuales, a veces aparentemente contradictorios, pero siempre unidas por su interés prioritario: el de la manipulación y el engaño constante. Sólo así pueden permitirse seguir en los puestos en los que están ahora; está claro que sin tal lavado permanente de cerebro, la gente normal hace mucho que los habría echado de sus poltronas a este grupo de malas personas a los que no les importa llevarnos a todos a la ruina y a la miseria con tal de mantener sus prebendas y sus privilegios.

La crisis provocada por esta casta, que a su vez es absolutamente incapaz de solucionarla, supone un peligro para su legitimidad. En toda Europa estamos viendo que partidos que denuncian a la casta llegan a altos porcentajes de votos. En Cataluña hasta hace poca semanas el descrédito de la casta llegaba a sus más altos niveles. ¿Estaremos en peligro real, se preguntaron Mas y los capitostes de CiU?

Sabiendo que pronto tendrán que tomar decisiones aún más drásticas contra nuestros derechos sociales y la economía de las familias, pensaron que era necesario lanzar una cortina de humo que distrajese la atención del expolio que están cometiendo contra la población catalana y a su vez les permitiese conservar sus explotadoras poltronas cuatro años más. Necesitaban un tema estrella y lo han encontrado, metieron su mano en la chistera y extrajeron el truco de la independencia. Independencia que saben que no habrá, independencia que luego sustituirán por autodeterminación, luego por autonomismo y luego por lo que más les convenga, pero CiU piensa que es el truco dialéctico necesario para evitar el desastre electoral que hace un mes todos preveían.

Además, es un truco que sirve para toda la casta: el PPC no tendrá que hablar de los recortes diarios que está haciendo su partido en Madrid, ni del apoyo que da a Mas para hacerlos aquí; el PSC ahora nos habla de federalismos asimétricos, sintéticos o parabólicos, y así evita dar explicaciones del saqueo de las arcas públicas que realizó el tripartito. Es un truco que a todos sirve, sobre todo porque oculta los problemas reales que no son otros que el día a día de las familias que no llegan a fin de mes, el paro, la inseguridad, la crisis, el drama del pequeño comercio, el aluvión migratorio, y –por supuesto- el continuo clima de robo y corrupción de todos los partidos de la casta.

Ahora tenemos dos meses para llevar nuestro mensaje a los catalanes: no os dejéis engañar, están jugando con vosotros. Lo que nos jugamos el próximo 25 de noviembre es agravar todos los problemas que tenemos o dar una respuesta dura, clara y contundente a la casta, votando a quien más les puede doler a esos parásitos, a la alternativa realmente social y popular, a la formación que pone primero a los de casa y a los que vamos a perseguir y castigar a la casta sin piedad y sin descanso: a Plataforma per Catalunya, el partido de la buena gente de este país.

Por eso os pido a todos los catalanes y catalanas que no os dejéis engañar por los trucos de pacotilla de estos parásitos, que no os despisten con sus cortinas de humo. Porque detrás de esas cortinas CiU, PPC, PSC y toda la casta, están afilando las tijeras para los próximos recortes que harán al día siguiente de las elecciones. Plataforma per Catalunya quiere entrar en el Parlament para quitarles las tijeras de esos recortes y usar el dinero y los medios que ellos dilapidan en ayudar a nuestra gente en estos momentos tan difíciles.

*Presidente de Plataforma per Catalunya (PxC).