Australia lucha contra las peores inundaciones en décadas
Los equipos de rescate buscan a 78 personas desaparecidas en las riadas en Queensland, en el noreste de Australia, donde hay diez muertos, 200.000 damnificados y se ha declarado zona catastrófica tres cuartas partes del estado. Y lo peor no ha pasado, porque continúan las lluvias torrenciales y amenazan con anegar miles de hogares en las próximas 48 horas.
La jefa del Gobierno de Queensland, Anna Bligh, ha señalado que la declaración del estado catastrófico les concede el poder que necesitaban para ordenar evacuaciones, con la finalidad de proteger el mayor número posible de vidas y propiedades, y afrontar las subidas de los niveles de las inundaciones en los próximos días. “Estas inundaciones se desarrollan y cambian a un ritmo que asusta (…) Estamos viviendo una experiencia espantosa (…) No es momento para dejarse llevar por el pánico. Ahora es el momento de permanecer unidos”, ha manifestado Bligh, según la radio ABC.
Una madre y su hijo murieron el lunes dentro de un automóvil en el centro de Toowoomba, a 125 kilómetros al oeste de Brisbane, la capital del estado. A unos 40 kilómetros al este, en Grantham, otra madre y dos hijos (niño y niña) perdieron la vida el mismo día también en el interior de su vehículo, y en otro accidente una señora mayor. Un joven y un hombre de mediana edad perecieron en el área de Murphys Creek, a 24 kilómetros al norte de Toowoomba; y una mujer mayor falleció en su casa en Halidon, entre Toowoomba y Grantham.
Los desaparecidos son un bebé al que arrastró una riada en la localidad de Ipswich, a unos 40 kilómetros al oeste de Brisbane, y 59 personas, entre las que figuran familias enteras, que se encontraban en el valle del río Lockyer, que el lunes atravesó una tromba de agua que en algunos lugares alcanzó ocho metros de altura. Los equipos de rescate y la Cruz Roja todavía no han podido llegar a varias de las zonas más devastadas, por lo que se desconoce la situación de sus habitantes.
Saqueamientos y violencia
La premier de Queensland ha indicado que Brisbane e Ipswich “afrontan ahora el mayor peligro en 35 años”, cuando las previsiones apuntan que los daños superarán los causados en las inundaciones de 1974, cuando 14 personas murieron, 300 resultaron heridas y 6.700 casas quedaron anegadas. “Solamente superaremos la prueba si mantenemos la calma, si somos pacientes con nuestros vecinos y si escuchamos con atención las instrucciones que nos dan”, ha señalado Bligh.
El llamamiento a la calma de la mandataria se produce después de que numerosas personas asaltasen centros de alimentación en Brisbane con la intención de almacenar alimentos. Bligh ha indicado que había llegado el momento de que los habitantes comprobasen que las personas mayores y sus vecinos están bien y de que aquellos que residen en zonas bajas se trasladen a lugares seguros.
El río Brisbane se desbordó esta mañana y las autoridades necesitan vaciar en su cuenca parte del agua del sobrecargado embalse de Wivenhoe, situación esta que amenaza con anegar 6.500 viviendas y afectar más de 16.000 personas. Brisbane es la tercera ciudad en importancia de Australia, con dos millones de habitantes, de los cuales miles empezaron a salir hoy de los barrios próximos al río.
El Gobierno australiano ha desembolsado hasta la fecha cuatro millones de dólares para ayudar a los 200.000 damnificados y ha aprobado un fondo especial de casi 77 millones de dólares para las administraciones municipales. Los sectores agrícola, minero y turístico son los que más sufren los daños causados por la catástrofe natural y cuyo coste superará los 5.000 millones de dólares, según los cálculos de las autoridades.