Nuestra lamentable Ley Electoral limita el horizonte de lo que debería ser un país libre. Otorga un protagonismo del todo desproporcionado a regiones y coaliciones que en cualquier país serio se remitirán a pura anécdota.

Nos llevamos a engaño cuando todo un país, España, cree estar al borde de la hecatombe porque 5 millones de ciudadanos van a votar un parlamento regional en unas provincias que se ha creído estar por encima de la misma Unión Europea, llevados de un “hecho diferencial” que les hace creer ser semidioses.

Estas elecciones autonómicas catalanas son fruto de errores de cálculo por parte de un lunático mesías que predica la tierra prometida allí donde solo existiría desierto, miseria, olvido y robo. Su prédica del derecho a decidir y a una independencia, fruto de más de 30 años de manipulación de la enseñanza, de persecución a todo lo que signifique España, siendo España desde la época romana, es de tal delirio que han querido recoger los frutos antes de estar éstos maduros.

Pero no nos engañemos, quedan aún muchos frutos que siguen en el árbol de la discordia separatista, que siguen madurando, y con fuerzas, gracias a ese decadente mesías que hoy es un don nadie agarrado a una silla que le ampara de la persecución de la justicia, si es que ésta existiera.

Todo este galimatías, consecuencia de una Ley Electoral, como decía antes, desproporcionada e injusta, proyecta al mundo la imagen de un país sin Estado, sin proyecto, sin unidad y envuelto en millones de normas, arbitrios y leyes en función de la región o del reyezuelo de la misma. Esto es ingobernable y así nos va.

¿Quien ha ganado?, pues no nos engañemos, ha ganado la partitocracia, los de siempre, pues seguirán chupando puesto y prebendas a costa de los desinformados ciudadanos, que inocentemente se pliegan a depositar un voto cada vez que esa repugnante casta, lo cree oportuno. Y en esa maldita partitocracia, todos son cómplices y unos a otros se tapan las vergüenzas.

Tanto es así, que ningún partido de esa casta catalana, hace que se cumplan las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de España, que se permite la persecución de españoles en su propio país, la persecución de su lengua madre e incluso la rotulación en su propio idioma, sin que ninguno haga nada por defender a sus compatriotas catalanes. Todos callan, todos cómplices, incluyendo fiscales, jueces y paridos, todos unidos por la corrupción moral en post de una patria inexistente, una tierra prometida, que como humo compran algunos incautos que mantienen en el poder a la peor calaña que este país haya parido jamás. Roban ya descaradamente con la anuencia de jueces y fiscales, toda la clase política catalana vive en un merdel del que ninguno sale limpio.

Solamente unos pocos, a los que pretenden aplastar y desde luego callar en todos los medios pagados y al servicio de la esa pútrida casta, parece que dan una pequeña luz de esperanza. Tenue luz, por otro lado, mientras no se consiga la reforma a fondo del Estado y de la Ley Electoral, pues su pequeña representación se verá, como los españoles en Cataluña, eclipsada por el manto negro de la corrupción tanto de CiU, como de PP y PSC. Si, hay corruptos por omisión, o permisividad manifiesta con un régimen descerebrado, mesiánico y manipulador de su propio pueblo.

El domingo ganó la corrupción y los corruptos, unos por acción, otros por omisión.
También ayer se encendió una pequeña lucecilla llamada Ciutadans. Ésta debería prender en ardiente incendio y limpiar la putrefacción del “oasis” catalán.