Uno añora…
Es admirable, al menos para mí, toparme con octogenarios a pie de obra, es decir, en plena y formidable rebelión juvenil. Sin ir más lejos, el maestro Ismael Medina que declara, ahora y aquí, su rebeldía contra el Estado tiránico.
Quien haya tenido la suerte de leer al periodista Ismael Medina, tanto en esta publicación como en otros periódicos, sabrá que es, ante todo, un hombre libre. Colgarle, a modo de definición de su estilo e intenciones, la etiqueta de facha, retrógrado, involucionista, etc, no es más que una triste declaración de envidia y resentimiento y una falta absoluta de entendimiento o sentido común. Es de los pocos colegas que razonan antes de calificar y respetan antes, en y después de haber escrito sus profundos análisis de la realidad. Podría yo haber incluido estos párrafos iniciales en el “Foro” comentando su artículo de esta semana, pero prefiero tomarlo como punto de partida de lo que hoy quiero decir acerca de mis añoranzas más íntimas.
Dice Ismael, cuando concluye su reflexión informativa:
“FRENTE A LA TIRANÍA SÓLO CABE LA REBELIÓN
El informe de la Abogacía General del Estado, la ley Pajín, la ley antitabaco, la EpC y tantas otras aplicaciones del absoluto relativista desembocan en la suplantación por el Estado de inviolables derechos familiares y personales y en la voladura de cualquier atisbo último de democracia. Consagran la existencia de un Estado tiránico frente al cual sólo la rebeldía personal y colectiva como tabla de salvación.
Fiel a mi condición de hombre libre me declaro en rebeldía frente al Estado tiránico que aherroja mi condición de hombre libre. Y contra el Nuevo Orden Mundial que persigue la tiranía universal del mal sobre el bien. De Satán sobre Dios. ”
Sólo hay una frase, a lo largo de su artículo, que provocará, si llegan a leerla, la algarabía gallinácea y el vocerío atiplado y gesticulante de miles y miles de exclaustrados del armario. La frase es la siguiente, hablando del derecho al trabajo que todos tenemos y de la adecuación personal que todos debemos tener: “Sería… inadmisible que a un maricón se le reconociera el derecho a dirigir una guardería infantil o un orfanato.”
La razón por la que escribo en este invento digital es la de sentirme muy a gusto entre autores de diverso voto en las elecciones democráticas. Todos mis compañeros de página web son excelentes.
Lo del “partido único” pasó a la Historia, pero vuelve, vuelve a todo galope: estamos llegando al partido único de los que tienen sobradas razones para declararse en rebeldía, tanto si votan a la izquierda como si votan a la derecha, al centro o a los extremos. Hay que ser muy lerdo o sencillamente corrupto para no declarar su oposición al desmadre general por el que estamos pasando.
Los medios de comunicación, en su venturosa libertad constitucional, se inclinan por un partido o por otro. Aquí en Baleares, como en el resto de España, hay medios de bandera socialista y medios de bandera popular. Para mí, veterano ya de mil batallas y condecorado – o etiquetado – por ambas facciones, ora por mis crónicas de la revolución de los claveles y de la marcha verde sobre el Sahara, ora por mi breve e intrascendente conversación disuasoria con Tejero, la noche del 23 de febrero de 1981, para mí, digo, el verdadero periodismo no consiste en alabar, aplaudir y justificar al gobierno de turno, sean Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar o Zapatero y en vituperar, zaherir y encabronar a la oposición. El verdadero periodismo, el más honesto y conveniente, valga mi humilde opinión, es el veraz y objetivo, el crítico y absolutamente imparcial. Cada día tenemos en la Prensa muestras de total parcialidad. Lo que para unos es la gran frase de un socialista contra un popular es para otros una simple majadería, vacía de sentido. Peor aún, cuando los colegas de más renombre y actualidad cobran veinte veces más que los que trabajan horas y horas en nuestro oficio y se conforman con un jornal que, a veces, no da ni para pipas.
Hoy por hoy, mucha gente pierde su tiempo y sus valores humanos, criticando a sus presuntos enemigos políticos. Los políticos y los prebostes de cualquier ideología o religión hablan más de lo malos que son sus opuesto que de lo buenos que son sus programas y sus bases.
Uno añora, en su rincón de libertad, la bondad, la alegría y la inteligencia de su pueblo, donde se sabía a fondo que ni todos los rojos son honestos ni todos los azules, corruptos.
Y, naturalmente, en mi añoranza se enciende hoy la llama de mi rebelión, una estupenda hoguera sobre el hielo.
gracias Ismael, yo tambien añoro la libertad!!!