BD.- Esta foto ha sido tomada el domingo 16 de diciembre en París, en el transcurso de una manifestación en favor del matrimonio homosexual. En el cartel que lleva este niño de 8 o 10 años se puede leer: “Con una polla en el culo o no, queremos igualdad de derechos”. Hasta aquí hemos llegado.

¿Este niño sabe realmente lo que hace, o mejor dicho: lo que le están haciendo hacer? ¿Conoce el sentido verdadero de las palabras de las que se hace el portavoz manipulado por adultos degenerados y sin escrúpulos? Y en el caso improbable en que este niño lo sepa. ¿cómo va a salir de esta situación en la que está inmerso por obra y arte de repugnantes adultos podridos en vida? Este niño, en la edad de los juegos y la inocencia, ya está dañado, irremisiblemente estropeado. Pobre niño, desgraciado niño. ¿Qué futuro le espera, si ya a tan temprana edad se ve metido en estos infectos lodazales?

Miren alrededor del niño a esos degenerados cómo se divierten, cómo se ríen, cómo disfrutan, cómo se relamen la baba ante la perspectiva más que cercana de la satisfacción de sus pervertidas inclinaciones. ¿Cómo no van a estar satisfechos de que hayan niños que estén aleccionados tan tempranamente para lo que les tiene que tocar en breve a mano de estos viciosos asquerosos? Se sienten ya tan seguros de si mismos y de la pudrición ambiente que se atreven a meterse con los niños sin ningún temor, con la seguridad de que sus abominaciones no encuentran ya freno ni castigo en esta sociedad derrotada y en bancarrota.

Esta foto nos hace aullar de indignación y de cólera. Los cristianos tendrán el recurso de rezar por esta criatura, para que los caminos de la salvación no le sean negados tan pronto. Algunos quisíeramos tener la fuerza de paciencia de los que rezan por aquellos que hacen daño, sobre todo a los más débiles e indefensos, pero realmente lo que desearíamos es tener el cuello de estos hijos de puta a mano durante el tiempo suficiente como para hacerles ver una luz deslumbrante y definitiva. Esta escoria puramente satánica ha salido de sus hediondas madrigueras para corroer y destruir toda obra divina, todo vestigio de humanidad, todo acto de bondad, el sentido mismo de la vida y el orden natural de las cosas.

Lo siento, pero los que ignoran la dimensión metafísica de lo que está en juego carecen de la clave de comprensión de los acontecimientos en curso.

Decía un pensador de nombre olvidado que “Cuando los homosexuales y los travestis salen de sus agujeros y empiezan a pulular, eso es el signo anunciador de la caída de Roma”. Cuando la degeneración ha alcanzado extremos tan malignos como el que ilustra la foto es que ya estamos, no ya en el fin de una era, sino en el fin de los tiempos, en esa etapa, breve pero monstruosa, que verá el efímero triunfo del Mal antes del restablecimiento victorioso del Bien

Frente al despliegue descarado de tanta degradación, la sociedad gime sin fuerzas, entregada a sus verdugos, doblegada antes la ola de pestilencias que la están ahogando, asfixiada en el aire empozoñado por tanta maldad y corrupción. Sólo nos queda hacernos fuertes en nuestras convicciones, en nuestras creencias y en la confianza de que las terribles pruebas a las que tendremos que enfrentarnos de aquí en adelante serán el paso obligado hacia la regeneración de este mundo que se acaba en una orgía de pudrición y de maldad.