El Cautivo y las costuras de Málaga
M.F.- Otro año más. Sin remedio. El Cautivo volvió a reinar en la noche del Lunes Santo en Málaga. Si la tarde se repartió entre devociones diversas, en un contraste de emociones y presencia en la calle, el Cautivo se volvió a situar como la referencia indiscutible de la noche. La túnica blanca volvió a ser el icono que resume las esperanzas y rezos de miles de malagueños.
Málaga es una ciudad herida. El río, las vías del tren, las grandes avenidas modernas, la verja del puerto. Son algunas de las heridas más visibles de la ciudad. Que separan los barrios. Pero hay otras menos visibles, pero más importantes. La pobreza, el paro, la falta de esperanza, la pérdida de valores o la violencia. Heridas que laceran a los malagueños en mayor o menor medida. Heridas que encuentran las costuras que las cierran en la noche del Lunes Santo, cuando el Cautivo sale a la calle y cruza el río. Ese es el hecho. El mensaje es que Jesús Cautivo no entiende de barreras. De heridas ni de separaciones. Está en la Trinidad, pero su fuerza llega mucho más allá. Está para todos, sin importar lengua o condición. Educación o vestimenta. Su presencia es suficiente para cerrar heridas y para hacer olvidar ausencias. Porque sí. Los Regulares no desfilaron con su habitual espectáculo. ¿Pero qué importa si estaban el Cautivo y la Virgen de la Trinidad? ¿Hay algo mejor?
Ocho y cuarto de la noche y la cruz guía del Cautivo se planta en la Trinidad. La expectación es máxima. Parejas y parejas de nazarenos blancos empiezan a abrirse paso en un barrio en el que existe un nerviosismo apenas contenido.
La Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Cautivo empieza su repertorio para recibir a su sagrado titular. Es el anuncio de que se acerca el gran momento del Lunes Santo. La solemnidad del paso del trono del Cautivo es llamativa. Es verdad que tiene los varales excesivamente largos. Que no necesita de tantos portadores. O sí. Quizá ese momento en el puente de la Aurora tenga algo que ver con el trabajo de los hombres de trono.
La calle Carril se volvió a ensanchar una vez más. La vieja dama de la Trinidad recibió a su hijo más ilustre, a Jesús Cautivo. Pocos momentos hay con tanto significado en su itinerario como el recorrido por esta vieja vía del viejo barrio. La gran resistente de la Trinidad. La guardiana de la esencia del pueblo de Málaga.
Y luego llegó Mármoles. Sin personalidad. Sin espacios recoletos ni belleza en sus edificios. Sin historia. Pero con un valor que compensa sus carencias. Es el gran vestíbulo de la devoción al Cautivo. Donde miles de malagueños esperan para sumarse al río de esperanzas, peticiones, promesas y desesperación que sigue al Señor de Málaga. Mármoles se ha convertido en el vientre donde se gesta la larga cola de promesas que acompaña a Jesús. Sólo por esa noche, Mármoles tiene la solera de la que carece el resto del año. Otra herida menos.
La fuerza de atracción del Cautivo es demoledora. Desconcertante. Sin embargo, no esconde la presencia de su Madre que parece que está feliz con un segundo plano, sabedora de que Jesús es muy importante para salvar el mundo y el alma. Pero todos necesitamos ese espacio de intimidad y seguridad que proporciona una madre. El que ofrece la Virgen de la Trinidad, con sus nazarenos malvas advirtiendo que llega. Con la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad demostrando que hay que saber tocar un instrumento también con la devoción. Y con una mirada que traspasa el alma. Son muchas Misas del Alba desde que la descubrí, pero todas parecen ser la primera.