España sometida
La hipocresía es uno de los mayores defectos de los españoles. El Diccionario de la RAE la define perfectamente y existen, además, un buen puñado de sinónimos para evitar su reiterada alusión. La hipocresía, acompañada de la demagogia, traza la cartografía de esta España envilecida por la partitocracia, que utiliza como argumento una falacia para salir indemne de comprometidas situaciones y evitar el banquillo a los implicados.
La hipocresía, y la demagogia, son patrimonio de lo españoles que cada día se desayunan con un escándalo. Y ya no sorprende a nadie la sucesión de lamentables alborotos de la vida pública, que van desde la financiación ilegal de los partidos políticos hasta los negocios con dobles contabilidades de la vida privada, pasando por las subvenciones no controladas por Hacienda, el tráfico de influencias, y cualquier otro menester que procure dinero negro, libre del control de las autoridades, o sea, de ellos mismos.
No hay estamento profesional, público o privado, que no se vea envuelto en la sospecha; ni acción humana pertrechada en esta “vieja piel de toro” que no se ponga en tela de juicio. Y, ante este desolador panorama, mientras crece el descrédito, existe una vía alternativa que utiliza argumentos para justificar lo que, en principio, parece injustificable o, al menos, muy difícil de justificar.
El cruce de declaraciones entre los implicados en estos delitos produce un efecto letal en la esperanza, y los españoles, que no ven solución a tanto despropósito, se abandonan al abatimiento, esperando que la Divina Providencia actúe.
La única realidad es que, mientras pagamos los servicios a precio de lujo, recibimos atenciones de tercera categoría, en un evidente descenso de la calidad de vida en general de nuestra sociedad, mientras intentan engañarnos con las excelencias de otros modelos de gestión; pagamos los recibos más caros cada mes, pero los sueldos están congelados por efectos de la crisis; la crisis es el justificante de los incapaces para esconder su nefasta gestión; muchos siguen viviendo del crédito, y llenan restaurantes y espectáculos en una aplicación del viejo axioma pan para hoy, hambre para mañana; pero otros muchos apenas tienen ingresos, según los balances oficiales, y saben que el pan para hoy es escaso y el hambre de mañana más que seguro…
¿Y no pasa nada? España, definitivamente, está sometida a la hipocresía y a la demagogia.
Siempre algún iluminado escribe sobre los defectos de los españoles en plan autoflagelo. Cuando lo conoces, descubres que no está libre de ellos…
No sólo forma parte de la idiosincrasia de España, es uno de los males actuales y mundiales por excelencia.
Hay cosas que no entiendo. hace pocos días escuché a un periodista decir, que el rey y los politicos no son los señores de España, que los señores de España somos el pueblo, y ellos son nuestros empleados. Si ellos son nuestros empleados, cómo permitimos que nos roben, que se pongan unos sueldos astronómicos, unas pensiones vitalicias de carajo y que nosotros sus jefes pasemos por toda la escala de calamidades para que ellos viven como viven. a lo largo de mi vida he trabajado en varias empresas, en todas ellas tuve que demostrar durante un tiempo determinado que realmente… Leer más »
Si no haces nada contra esta situación, soy un hipócrita y un demagogo. Si activamente trato de hacer algo efectivo -que no consiste en reunirse en Puerta del Sol y agitar las palmas de las manos mientras recibes porrazos o multas- resulta que es ilegal, ya que los corruptos han cambiado las leyes de tal forma que no existe, repito, NO EXISTE SISTEMA LEGAL, PACIFICO Y DEMOCRATICO para acabar con esta situación. Don Honorio Feito, le animo a ilustrarnos, muéstrenos el camino o la luz que no encontramos. No perdamos la esperanza de que algún español nos muestre una vía… Leer más »
La hipocresía es el pecado anglosajón por excelencia. El español es la envidia.
La hipocresía es el mayor defecto de los españoles, mientras que la envidia es su defecto.
AMBAS SON MADE IN SPAIN, y no seas hipócrita indignándolo a los demás.
En cambio la gilipollez, más que defecto, es patrimonio única y exclusivamente tuyo. Sólo un gilipollas puede escribir “La hipocresía es el mayor defecto de los españoles, mientras que la envidia es su defecto.” (¿?), utilizar anglicismos supérfluos cutres como “MADE IN SPAIN”, y de psotre inventarse una palabra como “indignándolo”.