La Audiencia de Barcelona condena a una pareja de rumanos por maltratar a una niña de 15 años para prostituirla
La mala vida de María acabó de torcerse cuando se cruzó con Marin A. Z. y Elena I. B. en el autocar en el que, a principios del 2010, los tres viajaban de Rumanía a Nápoles.
Le ofrecieron trabajo como cuidadora del hijo que ambos tenían en Roma, y ella, una niña de 15 años sin recursos económicos ni apoyo familiar o social, aceptó. Pero el crío no existía y la pareja, que le había quitado los papeles en el viaje, le situó ante una cruda realidad. A base de agresiones y amenazas, fue obligada a hacer la calle: mantenía una media de diez relaciones sexuales al día y entregaba la recaudación a sus proxenetas.
A mediados de abril, Marin viajó con María en barco hasta Barcelona. Desde allí se trasladaron a Gallur y se instalaron en la casa de los padres de Elena, que llegó unos días después.
La muchacha pasó allí tres semanas infernales. Marin la golpeó repetidamente. Con un palo, con un rodillo de cocina, con un cable. Le arreó patadas, puñetazos, bofetadas y tirones. También le arrojó agua fría tras desnudarla y le rajó la oreja izquierda con un cuchillo.
AGRESIONES
Elena no se quedó atrás: llegó a clavarle un lápiz en el ojo izquierdo y a quemarle con un cigarrillo el dorso de la mano izquierda.
Unas semanas después, la pareja de proxenetas se trasladó a Barcelona de nuevo con la chica, a la que, por si con las palizas no le había quedado quién mandaba allí, conminaron de nuevo a prostituirse tras decirle que si se negaba la matarían y la enterrarían en un bosque para que se pudriera. La chica se vio haciendo la calle por el barrio Chino de Barcelona, donde, durante unas dos semanas, vendía por 30 euros su cuerpo.
Su tormento terminó a mediodía del 20 de junio del 2010, cuando una patrulla de la Guardia Urbana, que la había visto negociar con clientes dos veces esa mañana, la siguió hasta el piso de Marin y Elena, donde iba a mantener relaciones con un hombre.
A los agentes les sorprendió el demacrado aspecto de la muchacha: le sangraba un ojo, tenía rota la muñeca izquierda, llevaba una cicatriz en la oreja y su cuerpo estaba plagado de excoriaciones y hematomas.
Marin y Elena ingresaron en prisión tres días después. La Audiencia de Barcelona condenó al primero a quince años de cárcel e impuso a la segunda una pena de doce por maltrato habitual, prostitución coactiva de una menor de edad y amenazas, además de por varios episodios de lesiones.
El Supremo ha reducido tres años esa condena al entender que las amenazas van incluídas en la prostitución coactiva.
Enésima vez que rumanos se ven implicados en casos de prostitución infantil(aunque como muchas veces, bastante silenciados)
Los rumanos son el sector de inmigrantes más dañino en lo que se refiere a delincuencia(muchos de ellos son mestizos de gitanos zingaros) y lo peor de todo es que como Rumanía es de la UE y tenemos mierdas de gobiernos, no se les puede expulsar(aunque se pudiera no lo harían)
Pero¿hay algún rumano honrado?tuve la desgracia de trabajar con ellos y la verdad son de lo peor que parió madre.
¿Dejarian que guardaramos las llaves de las celdas nosotros? … se haria justicia, seguro.