El país de los toca-pelotas
Hemos hecho de nuestra bonita y querida España, la tierra del peloteo. Los toca-pelotas y los pelotas son los únicos que viven y medran en esta piel de toro a la que entre unos y otros van a dejar convertida en pellejo de comadreja.
No me refiero a los que usan el arte del peloteo para medrar en política y vivir de ella a costa de los gaznápiros que creemos sus promesas y les damos nuestros votos. Estos son los “pelotas” que con constancia y empalagosos halagos llegan a ocupar altas posiciones en la política y en la sociedad porque se les da muy bien servir de alfombra y posadera a los que ostentan el poder y tienen influencias. En este país, nadie sube un escalón, si antes no ha servido de escalera para los que dominan las alturas. Y por ello tampoco dimiten de sus cargos, porque terminarían siendo felpudos.
Hoy me quiero referir de forma especial y explícita a los toca pelotas, esos que por el simple hecho de dar patadas a balones y tobillos del adversario, viven a todo lujo y convertidos en auténticos ídolos populares. Intolerable que en un país sufriendo tan duras condiciones se pague más de cien millones de euros por el fichaje de un jugador que, para mayor ignominia no justifica su altísimo coste con los goles marcados y títulos obtenidos gracias a su participación. .
Lo más censurable es que setenta de esos cien millones, los haya conseguido el “Craso” del fútbol español en nuestros Bancos, los mismos que no arriesgan su dinero en ayudar a empresas y familias a salir de la crisis. Y el Gobierno recortando gastos sociales y necesarios para rescatar a la Banca y paliar su crisis. Todos a dieta obligatoria y los millones, – ahora también con el caso “Bale” e idéntica cantidad-, se largan más allá de nuestras fronteras tras cumplir el objetivo de aborregar a la masa. Conste que me gusta el fútbol, aunque no me obsesione hasta el extremo de privarme de lo necesario por asistir a un partido, ni que comprenda y perdone que mientras los ciudadanos no tienen trabajo y hasta pasan hambre, estos ídolos de barro sobre peanas de oro vivan a todo lujo en una España que ha regresado a un pasado tercermundista, desde el que estos privilegiados nos miran altivos e indiferentes desde sus atalayas construidas a base de sacrificios, miserias y obscenidades mercantiles. ¿Cuántos millones de los que salen de nuestras fronteras por esos contratos de vértigo, regresan a nuestras arcas?.
Lo vergonzoso es que importamos “piernas” a precio de oro y regalamos “cerebros”, ya que nuestros investigadores y científicos se tienen que marchar a otros países por falta de ayudas económicas, mientras la “mafia” del fútbol, que ha dejado ya de ser deporte, nos sorprende a diario con desembolsos millonarios y presentaciones de un “personaje” que tiene todo su mérito en la pericia de dar patadas.
No es nada anormal este trato de favor por parte de los Bancos, cuando nuestro Rey muestra su preferencia hacia ese club, al asistir a un partido de puro trámite, aunque se tratara del homenaje a un veterano jugador y brilla por su ausencia en los de “súper Copa” entre el Barsa y el Atlético de Madrid, a pesar de que uno de ellos sea el último titular de la que lleva su nombre. Claro que tampoco lo echaron de menos. Ni que muestre su indiferencia a nuestras mentes privilegiadas y conceda un título de nobleza al entrenador nacional de fútbol, por un título mundial nunca comparable al éxito de un científico o investigador que beneficie a la Humanidad y prestigie a nuestra patria. Y que me perdonen los hinchas que se den por aludidos, pero no tengo partidismos en este tema, sino enojo y vergüenza ajena.
¿Hay derecho a este derroche económico en tan difícil periodo que atravesamos sin que nadie alce su voz contra estos escandalosos fichajes, que servirían para aliviar a más de veinte familias durante todo un año?. Y solo cito a dos y de un solo equipo, que el asunto trae cola. Intolerable se mire por donde se mire. Pero no se preocupen por la crisis, ni pierdan la esperanza de un mañana mejor, ya que tenemos a Ronaldo, Bale, Naymar,
Mesi y otros fenómenos sociales que no nos quitan el hambre, pero nos la hacen olvidar con sus proezas en el campo. No olviden que estamos en el país de los toca-pelotas.
De acuerdo con usted, don Félix.