Bellalta, en el centro, durante la ofrenda floral de su partido a la estatua de Rafael de Casanova

Fue sin duda el gran protagonista de la tradicional ofrenda floral a la estatua de Rafael de Casanova coincidiendo con la celebración de la Diada. Su decisión de portar una bandera de España y ponerla a los pies del busto del falsamente considerado como símbolo icónico de la identidad catalana le ha granjeado multitud de adhesiones, pero también numerosas críticas. AD conversó en la mañana del jueves con el presidente del Partit Espanyol de Catalunya (PEC) y candidato a la Alcaldía de Barcelona, Gerard Bellalta. Estas son sus credenciales.

-Muchos han considerado una provocación innecesaria la ofrenda floral a Casanova con banderas españolas…

Es curioso que se califique con los peores apóstrofes el gesto de exhibir con orgullo la bandera de todos los españoles. El nacionalismo y parte de la opinión pública española han llegado a tal grado de esquizofrenia que criminalizan antes al que porta una bandera española que al que da ‘vivas’ a ETA o al que pretende romper nuestra nación. Hemos llegado al esperpento de considerar más democrático al que defiende la ruptura de España que al que pretende mantenerla fuerte y unida, al que defiende el aborto que al defensor del derecho a la vida… Mire, yo estoy expresando el mismo sentimiento que el que defendía hace 40 años en Cataluña. Lo curioso es que entonces mi país me alentaba y hasta me empujaba, y ahora como me descuide me pegan un tiro. Y yo no he cambiado más que en la medida necesaria, imprescindible, que exigen el paso del tiempo, la variación de las circunstancias y el mantenimiento de una terca y hermosa ilusión que es España. Mis ideas básicas son las mismas, mi filiación idéntica. ¿Se equivocaban mis compatriotas de entonces o se equivocan los de ahora?

-Le ha sorprendido al conversión al catalanismo de muchos catalanes estrechamente vinculados al anterior régimen franquista?

Si de algo podemos presumir las personas de nuestro credo ideológico es que conocemos muy bien, tal vez demasiado bien, la miserable condición humana. Si mañana hubiese otro régimen nacional católico, estas personas volverían al ‘Cara al sol’, se lo aseguro. Su principal virtud es que siempre están en el lugar que mejor les conviene para su medro personal. Debo reconocerles el mérito de disponer de una infabilidad adaptada con camaleón incorporado.

-¿Cree que fue un éxito la cadena humana del miércoles?

No voy a entrar en guerra de cifras y hasta dispuesto estoy a aceptar la que oficialmente ha sido establecida, aunque le puedo asegurar que muy por encima de la real. Bastante por encima. En todas las sociedades bananeras -y la Cataluña de Artur Mas y Oriol Junqueras por desgracia lo es- los dirigentes se valen de un sinfín de recursos para lograr la movilización de sus súbditos. Durante generaciones, miles de niños catalanes han sido adoctrinados para que odien a su patria. Esos niños hoy son hombres que creen ciegamente en las mentiras que se les cuenta sobre España. La responsabilidad no hay que endosársela tanto a los nacionalistas como a quienes, al inicio de la Transición, no supieron establecer los límites que una región como Cataluña no tendría nunca que rebasar. De aquellos barros, estos lodos. Algunos españoles clarividentes de entonces ya nos advirtieron de que el nacionalismo era y es, por definición, insaciable en sus objetivos y que llegaría el día en que el objetivo no fuera otro que el proceso de ruptura que ahora estamos viviendo. Los padres de la llamada Transición, que deberían figurar en los anales de la historia como unos protervos traidores, no contemplaban más allá del cortoplacismo. Dijeron: bueno, durante 20 ó 30 años nos repartiremos la riqueza nacional y viviremos a cuerpo de rey. Que las futuras generaciones afronten el problema que van a heredar con el modelo territorial del Estado que estamos negociando. Y así ha sido. Solo que los encargados de resolver este problema son todavía más corruptos, más ladrones y más traidores que los políticos de entonces.

-No me ha respondido sobre el éxito o no de la cadena humana…

Hay muchos vectores en juego. Cataluña cuenta con más de 200.000 funcionarios autonómicos. Casi todos ellos acudieron en compañía de sus familias. Muchos contra su voluntad. Tenga en cuenta que ésta es una región donde el clientelismo y la dependencia económica hacia el sector público juegan un papel fundamental en la vida de miles de familias. Si a ese número le sumamos el de los extranjeros residentes en Cataluña, los que fueron porque no tenían nada mejor que hacer y a toda la chusma perrofláutica, pues entonces se podría considerar un éxito. Claro que si los promotores fuesen personas con sentido común, no deberían estar muy satisfechos del resultado. Con ese material humano es imposible construir nada que sea importante. Soy empresario y le puedo asegurar que en la cadena humana hubo muy pocos catalanes de esos que nos levantamos cada mañana a las 6 para generar riquezas y empleo. Por tanto, si medimos el acto por la cantidad, se puede considerar de exitoso. Si lo medimos en términos de excelencia, esa excelencia que siempre hizo grande a Cataluña, entonces solo puede ser considerado como un rotundo fracaso.

-Debo preguntarle sobre el ataque a la sede cultural de la Generalidad en Madrid

Qué ataque. Es curioso que hablen de violencia los que legitiman y respaldan la violencia que en Cataluña se ejerce diariamente contra cualquiera que se sienta español. Yo solo ví a un grupo de jóvenes vociferando algunas consignas. No ví que se agrediera a nadie. Los que sí atacararon hace un año a una niña indefensa por llevar la camiseta de España fueron los separatistas. Los mismos que quemaron ayer banderas de España y los que han asaltado ya varias veces mi domicilio, con mi familia dentro. Por otra parte, no resulta muy lógico que quienes llevaron a cabo una acción violenta, según la prensa, se presenten a cara descubierta y con símbolos identificativos de sus autores. El incidente cabría inscribirlo antes en el apartado de gamberrada que en el de una acción orientada a provocar daños personales. Y si los hubo, yo sería el primero en lamentarlos.

– ¿Es negociable la soberanía de Cataluña?

Bajo ninguna condición. Veo a Artur Mas y se alza en mi memoria las imágenes de Companys, aquel miserable que quiso conducir a Cataluña a la república popular y que terminó como terminó. Mi respuesta a su pregunta es muy breve: quienes pretendan romper España merecerían ser fusilados por traición a la patria. Ello claro está con un sustento normativo del que ahora carecemos.

-¿Y qué ocurriría si se convocase el referéndum soberanista?

Se trataría de un acto de traición tipificado claramente en el código penal español. Por lo tanto, si el presidente de la Generalitat o cualquier otro aprueba esa barbaridad, se debería proceder a la inmediata detención tanto del señor Mas como de los que voten a favor de la propuesta. Primero es la Ley, luego la jurisprudencia y despues los principios generales del derecho, que es a lo que algunos togados se aferran para dictar lo que a veces nadie comprende. Por ese orden. La ley está parta cumplirla y ellos para hacerla cumplir.

-Companys se alineó con los anarquistas para hacer frente al resto de España y sus herederos ideológicos tienen hoy a los musulmanas como aliados. ¿Cómo lo interpreta?

Admito haber renunciado a la imposible tarea de entender a los nacionalistas catalanes. El agua enlodada les llega al cuello, tienen unas instituciones corrompidas, tienen a los imanes que no son capaces de entender la diferencia entre una mujer y una bestia azotable, tienen que la autoridad moral de cualquiera de estos imanes sobre sus fieles es infinitamente superior a la que podría tener nunca cualquier representante del Estado laico español, tienen que los musulmanes se reproducen a miles y, dado que se reproducen a miles, pronto dominarán la sociedad y suprimirán las libertades, el estatuto de autonomía, las consultas soberanistas, la estelada y todo lo que para ellos tenga un valor emocional. Troya arde en llamas mientras Cataluña se convierte cada vez más en una provincia del Islam, una colonia del Islam y estos gilipollas siguen hablando de independencia. Me recuerdan a la orquesta del Titanic en medio de la zozobra. Pronto no habrán barretinas suficientes para camuflar tantas cabezas de avestruces. ¿Qué futuro piensan darle a Cataluña los nacionalistas si carecen de cojones hasta para tener hijos? El reproche podría hacerlo extensivo a los’ intelectuales’ catalanes, instrumentos de una gran trama para la aniquilación de la Cataluña del Mossèn Salvador Nonell, del timbaler del Bruc y del pan tumaca. No son predicciones de agorero sino basadas en la cruda estadística.

Por cada niño catalán autóctono que nace lo hacen cinco pertenecientes a familias de otras culturas. Los parvularios públicos catalanes rebosan de niños de obediencia mahometana. En vez de aliarse con el resto de España para defender lo mucho que nos une frente a imanes como el de Tarrasa, los nacionalistas siguen rebuscando hechos diferenciales y removiendo agravios de ínfima importancia en comparación con el problema que van a tener a la vuelta de cuatro o cinco esquinas generacionales. Lo que ocurre en Cataluña pasó ya antes en otras zonas de Europa, según nos recordó no hace mucho una de las voces más autorizadas de la intelectualidad europea.

-¿A qué zonas de Europa se refiere?

En el Reino Unido se encarcela a una mujer blanca por protestar contra la inmigración y se deja sin castigo a un grupo de negras que apalearon a una británica, utilizándose la ebriedad de las agresoras como feliz atenuante. Para viajar a un país exótico no hace falta ya trasladarse a Marruecos o Egipto. Le basta a cualquiera con ir a Cataluña. Como es obvio, todo esto también ocurre por culpa de los filoislámicos partidos nacionalistas catalanes y de unas instituciones autonómicas de las que los imbéciles y los hipócritas hablan siempre como si fuesen una cosa seria. La indignación que consume a muchos catalanes bien nacidos encuentra nuevos casos en la crónica diaria. Están siendo gobernados por una casta de colaboracionistas, es decir traidores, que buscan con descaro la aniquilación de nuestra cultura, nuestra civilización y nuestro futuro. Los nacionalistas catalanes forman parte de esa casta. ¿Por qué los catalanes no se preguntan qué independencia puede construirse sobre los cimientos de una población que antes de 50 años será mayoriariamene islámica? ¿En qué mundo viven muchos catalanes decentes para dejarse arrastrar por esos majaderos que ya sin ningún recato dicen preferir ser moros antes que españoles? ¿Qué clase de nacionalismo es éste que trabaja incansable para la reversión cultural y demográfica de Cataluña; que veta sólo a los que se sienten españoles, los castiga y transforma en delito sus opiniones? ¿Qué tipo de nacionalismo es ése que favorece la teocracia? Todo en esta democracia se ha transformado en una colosal mentira.

-¿Qué han supuesto entonces para usted estos 37 años de régimen autonómico?

De entrada, estos 37 años de fracaso político, económico y social, de quiebra de la convivencia entre españoles, nos deberían servir al menos para rendir culto a quienes nos dejaron una España mejor que la que hoy tenemos. Tiene tarea que nos hablen de memoria histórica quienes han revisado la propia de España para hacer más aplicable sus cuentos, felonías, robos y mentiras. Se soterra de los libros de texto el ejemplo de nuestros héroes y se pondera a los enemigos con relatos de mermelada. Se ignora a los héroes del Alcázar y de la División Azul y al mismo tiempo se ensalza la conquista musulmana: las crucifixiones de Córdoba, los ahorcamientos de Granada, las decapitaciones de Toledo y de Barcelona, de Sevilla y de Zamora. Las de Sevilla, decretadas por Mutamid, el rey que adornaba los jardines de su palacio con cabezas cortadas. Crucificados o decapitados o ahorcados. Y a veces empalados. Se oculta que esa historia corremos el riesgo de volver a vivirla gracias a estas instituciones puestas a partir de 1975 al servicio de nuestra aniquilación como parte de un ideal que trasciende al de todas las logias. Un pueblo sano, valiente y orgulloso como era el español hasta 1975, sin las telarañas mentales del de ahora, era un pueblo muy difícilmente manipulable por quienes han tutelado durante 37 años nuestra descomposición moral hasta convertir este país en una cloaca y a sus gentes en masa fácilmente manipulable y que sólo vocifera en los campos de fútbol y en los programas de la telebasura; carne de cañón de un club selecto de mercaderes, conejillos de india de los proyectos de ingeniería social concebidos para laminar la dignidad humana, votantes robotizados de unos partidos a su servicio.

-Lo peor es que Cataluña no parece tener capacidad de respuesta visible frente a la amenaza islamista que se le viene encima.

Las instituciones políticas y económicas catalanas velan para que todos se atengan al papel de cobayas. Nadie se atreve a denunciar que el invierno demográfico está sojuzgando a Cataluña. El tema de la fertilidad islámica es un tabú que nadie se atreve a desafiar. Si lo intentas, la prensa catalana te acusa de racismo y xenofobia. En Cataluña sólo nosotros hablamos de ese asunto. Ninguna ley liberticida podrá nunca desmentir que precisamente gracias a esa extraordinaria fertilidad, en los años 70 y 80 los chiítas lograron imponerse en Beirut y destronar a la mayoría cristiano-maronita. Basta recordar aquello que Bumedián (que destituyó a Ben Bella con un golpe de Estado tres años después de la independencia de Argelia) dijo en 1974 ante la Asamblea de las Naciones Unidas: “Un día millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria”. Pues sí. En esta Cataluña que se mira el ombligo se está reproduciendo la enfermedad que el siglo pasado convirtió en fascistas incluso a los italianos no fascistas, en nazis incluso a los alemanes no nazis y en bolcheviques a los rusos no bolcheviques.