Luis Abril.- Lo sentimos, a muchos les habría gustado que no fuera una inocentada, pero por desgracia para ellos lo es: El Parlament de Cataluña seguirá desafiando a los españoles y continuando con su proceso rupturista y sedicioso. Lo sentimos, pero no se nos ocurre una inocentada peor y al mismo tiempo más real que la existencia de un parlamento donde se aprueban normas contra la unidad del Estado y la buena convivencia entre los españoles. Es por lo tanto normal que, ante el transcurrir de los acontecimientos en Cataluña, a muchos les haya resultado tan deseable y hasta saludable la inocentada de AD. El propio Gererad Bellalta, protagonista involuntario de la broma, dijo sentirse muy sorprendido por la repercusión que tuvo la falsa noticia de su “asalto” pacífico al Parlamento catalán. “Me he pasado medio día pegado al teléfono por toda la gente que me ha llamado para darme su apoyo. Hasta un mosso de Tarrasa llamó para lamentar que la noticia fueese solo una inocentada”, señaló el presidente del PEC. (Pinche aquí para leer la inocentada de AD).

Lamentablemente para muchos, los hechos reflejados en AD y que destacaron la entrada en el Parament de Cataluña de miembros del Partit Espanyol de Catalunya (PEC) y la retención de todos los diputados autonómicos presentes fueron fruto de la imaginación y no de la realidad. Solo nos queda pedir perdón a quienes se hayan ofendido por la doble inocentada (la segunda fue la posible conversión al islam del líder de ERC, Oriol Junqueras) y también expresar nuestra comprensión a quienes se sintieron alborozados y jubilosos antes de reparar en la fecha de su publicación. Claro que para inocentadas, las que a diario debemos soportar desde Cataluña. Estas son algunas de las más irreverentes:

– Una corrupción y latrocinio brutales que han convertido a Cataluña en la región más corrupta de España.

-El saqueo de las arcas públicas por parte de unos pocos.

– Una tasa de indigencia que supera la media nacional.

-Un porcentaje de población islámica superior en términos proporcionales a la registrada por cualquier país de la UE.

– La destrucción jurídica del orden constitucional y la desnaturalización de instituciones básicas que deberían haber velado por el sometimiento de los nacionalistas a las reglas legales del Estado

– El mayor atentado a la libertad de educación con la creación de un plan adoctrinador que ha convertido a los niños y jóvenes en clones con un pensamiento acorde al de los nacionalistas.

– La desprotección de los derechos y las garantías legales de los castellanoparlantes.

– La creación de un conflicto territorial que puede llevar al conflicto civil entre catalanes separatistas y catalanes que no quieren dejar de ser españoles.

– La destrucción, de facto, del orden constitucional de 1978 al cambiar la Constitución por la vía de los hechos, aprobando leyes de dudosa constitucionalidad.

– Recortes sociales a los catalanes, proporcionalmente mucho más a las rentas menos favorecidas, ahogando la libertad individual a manos del Govern leviatán, con objeto de seguir financiando sus delirantes políticas y la expansión del catalanismo excluyente a todos los sectores de la sociedad catalana.

– El deterioro de las instituciones en la que descansa nuestra muy imperfecta (por no decir inexistente) democracia, al ser usadas por los nacionalistas según su voluntad partidista y no con vista a la integración de toda la sociedad catalana.

-La corrosión del estado moral de un sector nada desdeñable de la población.

– La división de los catalanes en malos y buenos en base a su grado de adhesión a las proclamas independentistas que se lanzan desde las instituciones públicas.

-Los insultos y vejaciones al resto de los españoles, así como las proclamas denigratorias contra las fuerzas armadas y las acusaciones sin sentido de catalanofobia a quienes critican o cuestionan a los nacionalistas.

-La conversión de los Mossos en un cuerpo polícial ineficiente e inoperante, lo que se salda con la conversión de Cataluña en punto de encuentro de mafias, grupos islámicos y maras internacionales.

-La criminalización de cualquier gesto favorable a la españolidad de Cataluña.

– Los atentados contra la religión en la que nuestra patria y toda Europa sienta sus raíces, favoreciendo otras que no han demostrado ser mejores defensoras de los derechos fudamentales de la persona.

Por desgracia, que el presidente Artur Mas exista no se trata de ninguna inocentada.