El camino hacia la esclavitud
El 1º de Mayo celebramos la fiesta de San José obrero o día del trabajador. Hoy en España por desgracia, hablar de celebración obrera con seis millones de desempleados, parece un chiste macabro.
Hace años me dijo un buen amigo mío que “la esclavitud nunca fue abolida, sólo se puso en nómina”. Años después leí a don Miguel Delibes en su magistral obra llevada al cine titulada: “Los santos inocentes”. Han ido pasando los años, y tras la burbuja inmobiliaria todos somos testigos de la huida pavorosa del gran capital con las alforjas llenas a paraísos fiscales, mientras los españoles a través de los ERE y los cierres masivos, hemos alcanzado el capítulo doloroso de los despidos, la desesperación, los desahucios, las colas en los comedores sociales y la búsqueda diaria en los contenedores de basura.
Ante este triste panorama sale la presidente del Círculo de Empresarios doña Mónica de Oriol, y realiza unas declaraciones más propias del cacique de la novela de Delibes que de la portavoz de una asociación empresarial.
Señora de Oriol: Huelga decirle que las prestaciones por desempleo son un derecho que adquieren los trabajadores que previamente han cotizado a la Seguridad Social. Es cierto que muchos desempleados que han agotado la prestación y perciben el subsidio, rechazan las ofertas de trabajo sistemáticamente. Pero, ¿por qué sucede esto? Si un desempleado español percibe 400 euros de subsidio, y se le oferta un empleo donde le quieren pagar un poco más por estar ocho horas diarias limpiando mierda o sacando escombros, es más que probable que lo rechace ¿Cómo solucionarlo? Muy sencillo, lancen las ofertas de empleo aparejadas a un sueldo digno que cubra las necesidades básicas de una familia, entonces, el gobierno si tendrá autoridad moral para retirar de inmediato el subsidio a quienes rechacen ponerse a trabajar de inmediato.
Usted habló de rebajar el salario mínimo a los trabajadores con menos formación. En lugar de eso ¿por qué no pagan más a los mejor preparados? Bien sabe usted que nuestro salario mínimo es la mitad que, por ejemplo, el de Francia.
Propuso también abaratar aún más el despido dejándolo en 18 días por año trabajado ¿Qué es lo que quieren, otra vuelta de tuerca a las ya pésimas condiciones de trabajo actúales que no han servido para la creación de puestos de trabajo, sino para incrementar los beneficios empresariales provenientes del crecimiento de nuestras exportaciones?
Si usted quiere arremeter contra ese sector de JOVENES HOLGAZANES QUE NI ESTUDIAN NI TRABAJAN (NiNi,s), hágalo expresamente, pero no meta en el mismo saco a los “parásitos sociales”, con todas esas personas que, por poner un ejemplo, sólo saben desarrollar trabajo físico en multitud de tareas que no son precisamente cómodas ni agradables. No aprovechen ustedes la pésima situación económica que atravesamos, para someter a las personas pagándoles sueldos de miseria con los que no pueden cubrir ni las necesidades más elementales. Hablo naturalmente, y esto quiero resaltarlo, de los que sin tener una preparación como usted dice, desarrollan su trabajo de forma ejemplar y muy digna.
Habla también usted de que “la construcción sacó a la gente del sistema educativo para ganar de 1.000 a 1.500 euros, y que eran los reyes del mambo los viernes y el sábado, porque sus amigos seguían en el cole sin un puñetero duro y ellos invitaban a todas las niñas”.
Qué curioso, en ningún momento trae a colación que por esa misma “construcción” sus representados del ramo, llegaron a quintuplicar sus fortunas durante la burbuja inmobiliaria, y que cientos de miles de millones de euros se han esfumado, dejando a millones de familias en la miseria más absoluta.
Mire usted, existen fórmulas sencillas para acabar con la holgazanería, la vagancia y la mamandurria. En primer lugar suprimir las autonomías políticas y todo su entramado financiero; en segundo lugar tijeretazo a los chiringuitos políticos de golfos y estómagos agradecidos amorrados a la ubre del Tesoro; en tercer lugar, los asesores y cargos públicos con sueldos millonarios y colocados a dedo, ¡A la “puta calle”!; y en cuarto y último lugar quitar las subvenciones con dinero público a asociaciones como la que usted representa, a partidos políticos y a sindicatos. A partir de aquí, bajada notable de impuestos para que las empresas, sin excusa ni pretexto, establezcan sueldos dignos para todos sus trabajadores.
Las plusvalías de la empresa no pueden ir solo para el capital. Es cierto que el capital es un factor necesario, pero no el único. Las plusvalías de la empresa con criterios justos, evangélicos y cristianos, y nacionales, deben ser repartidas equitativamente entre todos los factores humanos que son partícipes de ella. Desgraciadamente sabemos que esto no es así, nuestra sociedad en general, y los centros de trabajo en particular están deshumanizados; los salarios de los productores son exiguos y sus condiciones de trabajo cada vez más precarias; no se premia la honradez, la abnegación y la entrega; sólo los que dirigen el “rebaño” perciben complementos por objetivos alcanzados; los sobres sin membrete ya se sabe, no se reparten precisamente entre los asalariados colocados en la base del organigrama empresarial.
En resumen, ustedes pretenden que los obreros españoles trabajen como si de un rasgo de misericordia se tratase, a cambio de cama y comida, de lo contrario, siempre tendrán un inmigrante de sustitución dispuesto a ser explotado, o sea, que los insaciables codiciosos del sistema, nos invitan sin tapujos a seguir un camino, el de la esclavitud.
Como siempre José L. Román, el mejor. Me descubro ante sus artículos y muy bien explicados. No tengo nada más que añadir a todas estas verdades. La “señora” Mónica de Oriol también dijo “… bajar los salarios mínimos a las personas sin formacion, ya que no generan dicha cantidad…” Me encantaria preguntarle a esa tipa ¿Usted, cuanto gana? ¿Usted, produce lo que gana?
Muchas gracias Roberto. Tus palabras me animan a seguir, a través de este medio, opinando libremente.
Un saludo amigo.