Final Four 2014: El Madrid humilla al Barça (62-100) y jugará la final con el Maccabi de Tel-Aviv
Un duelo Madrid-Barça, en este caso Barça-Madrid, es la quintaesencia del baloncesto continental. Dos estilos, dos modos de entender el baloncesto que regalan en cada choque momentos mágicos. Aunque en el caso del partido disputado en Milán fuera más un monólogo blanco que terminó por demostrar la superioridad que el equipo de Laso ha probado durante toda la temporada. Una victoria arrolladora (62-100) que ha facilitado a los madridistas un lugar en la historia.
El Barcelona empezó tirando de músculo y centímetros en los primeros seis minutos, con Tomic y Lorbek aprovechando la dirección de Marcelinho para poner un 13-4 en un luminoso que avecinaba un vendaval azulgrana. Los otros, la muchachada de Laso, tuvo que tirar de magia y calidad como la que pusieron El Chacho (su entrada dio la vuelta al parcial y obligó a Pascual a pedir tiempo muerto), Mirotic y un espectacular Slaughter que con su vuelo a pase de Rudy levantó el ánimo de los madridistas y desató de manera involuntaria el huracán.
Fue precisamente Slaughter quien frenó la sangría reboteadora del Barcelona en el inicio del choque. Los interiores del Barcelona aprovechaban la candidez de un Mirotic al que le costó entrar en el choque y las faltas de Bourousis para hacer de las suyas en la zona y poner al Barcelona en órbita. Sin embargo, la entrada del MVP de la Euroliga cambió el panorama, abrió espacios para el despertar de Mirotic y permitió a las tropas de Laso cerrar el primer acto con un empate a 20 que apenas cuatro minutos antes se antojaba una quimera.
Así, con un primer cuarto en el que cada equipo se dedicó a presentar sus credenciales alzó el telón el segundo periodo. Con los primeros puntos de Felipe y Rudy, los blancos conseguían una ventaja de cuatro puntos cimentada más en los errores del Barcelona desde la línea de personal de Ante Tomic. El croata recibía una y otra vez para terminar en los 4,60, donde firmó un horroroso dos de seis. Minutos en los que el Barcelona no encontraba el camino al aro rival (cuatro minutos sin anotar) y que desembocaron en una antideportiva de Papanikolau que, previamente, ya había soltado el brazo ante Rudy en una jugada protestada por todo el banquillo blanco.
Era el momento del Real Madrid con un 20-31 en el luminoso y los viejos fantasmas de partidos anteriores parecían visitar al Barcelona. Fueron pretéritos espíritus como un resucitado Navarro quien comenzó un festival de triple con las canastas de ‘La Bomba, Felipe, Papanikolau y Rudy. El descontrol se hacía presa del choque en un clima que favorecía al Madrid que, sin embargo, no encontraba antídoto al juego interior azulgrana. Por lo menos en defensa, porque en ataque Felipe también tenía algo que decir con un puntos y, sobre todo, rebotes marca de la casa.
En estas estábamos, con una producción coral de todo el conjunto blanco, cuando el Madrid cogió un colchón de 13 puntos que parecía que se podía ampliar antes del descanso. Pero este Barcelona cuenta con más vidas que un gato y nunca se le puede dar por muerto. Dos fallos o dos ataques improductivos en este caso y con un triple de Oleson y una canasta de Tomic se fueron al vestuario con ocho puntos de desventaja (37-45). Una diferencia que parecía insuficiente para el Madrid tras lo visto en los primeros 20 minutos.
Sin embargo, fue salir de la caseta y la caballería de Laso tocó arrebato. Con dos triples, de Rudy y Darden, y un Mirotic desafiante ante Lorbek, los madridistas volvieron a pisar el acelerador con la intención de sacar tiempo en cada vuelta. Pero ni Oleson ni un Tomic, que se agiganta cada vez que juega contra sus ex (menos cuando está en la línea de tiros libres), estaban por la labor de dejarse ir en el marcador. Pero el equipo de los récords, ese que permaneció imbatido durante meses, no podía dejar escapar una oportunidad como ésta para hacer historia.
La crueldad del deporte implica que sólo los titulos dan valor a una temporada. No importa el juego o las rachas. Sólo quien levanta la copa al final se lleva la gloria. Eso lo saben los hombres de Laso y no estaban dispuestos a cerrar con mal sabor de boca una temporada que esta a un paso de convertirse en leyenda.
Lanzados por Rudy, la dirección del Chacho y, sobre todo, por un magistral Mirotic, el Madrid se puso en modo rodillo para arrollar a un Barcelona desquiciado en el que Pascual no encontraba solución táctica para frenar a un rival descontrolado. El festival blanco tanto en ataque como en defensa, aunque esta faceta sea menos vistosas, dejaba a los de Laso a un paso de la historia. Un vendaval personificado en el ala-pívot que cerraba el tercer acto con un triple, poniendo el 48-75 a favor de un equipo que no encontraba freno a su capacidad ofensiva.
Con el partido decidido, sólo quedaba por ver la diferencia final. La mayor recibida por el Barcelona en su historia en las competiciones europeas. El Madrid se paseaba en la pasarela Milán y todo lo que tiraba, entraba. Era la culminación de un partidazo como muestra el hecho de haber pulverizado la mayor diferencia de puntos en una semifinal (era de +19 para el Maccabi).
Un recital que terminó con la grada levantada aplaudiendo a las huestes blancas que se retiraron con la miel en los labios de una victoria que deja al equipo blanco a un sólo paso de esa gloria que tiene nombre y apellidos: La Novena.
EL MACCABI ROMPE LOS PRONÓSTICOS Y VENCE AL CSKA (67-68)
La fe mueve montañas. Y en este caso, hunde transatlánticos como el CSKA. El Maccabi tiró de esos ingredientes que hacen falta en un evento como esta Final Four y a base de coraje y fe consiguió dar la vuelta a un partido que tenía perdido desde el primer minuto. Una victoria (67-68) trabajada que le permitirá luchar por su sexto entorchado continental y que deja al todopoderoso equipo de Messina, muy tocado. Y eso que las cosas empezaron de manera inmejorable para los moscovitas, sustentados en un impresionante Kaun que daba las primeras ventajas al CSKA que parecía lanzado a por la victoria final.
Todo a pesar de la insistencia, la fuerza y el poderío de un Schortsanitis que no salió en el quinteto inicial, pero que inmediatamente pidió paso para dar vida a los macabeos a pesar del inicio fulgurante de los moscovitas (14-6). El gigantesco pívot heleno aprovechó los minutos de descanso de Kaun para imponer su ley y para sacar provecho en cada acción de ataque. Una bocanada de aire para un equipo, el de David Blatt, que necesitaba de cada suspiro para intentar doblegar al todopoderoso equipo ruso. Así, en esa batalla de gigantes salió vencedor Kaun en el primer asalto con un 19-16 que dejaba las espadas en todo lo alto.
Coincidió el comienzo del segundo cuarto con el inicio del concurso de triples que se vivió en las tablas del Mediolanum Forum. Un recital de tiro exterior en el que, como era de esperar, volvió a destacar el potente arsenal de Messina. Fueron los peores minutos de Maccabi, al menos defensivamente, y aún así los de Blatt salieron vivos del enfrentamiento gracias a las acciones de Blu, Ohayon y el oportunismo de Alex Tyus atento a todo lo que caía en sus manos.
Krstic, Teodosic y, sobre todo, Khryapa sacaban lustre a los galones del otrora equipo del ejercito y apretaban los dientes para cerrar su canasta y dar un pequeño estirón en el marcador (34-27, min. 17). Parecía que Messina había tocado corneta y sus tropas habían lanzado el ataque que terminaría por descomponer a los israeliés que, para colmo, se quedaban sin su gigante por acumulación de faltas. Todo parecía preparado para que el CSKA pensara ya en un nuevo intento por conquistar su séptimo cetro continental.
Al tratarse de una semifinal de la Euroliga, mal hacemos en dar las cosas por supuestas. Estos partidos se juegan de otra manera, con un cuchillo entre los dientes y armas que en otros envites no sacarías a relucir. Rice se puso el traje de ‘Flash’ y a toda velocidad cruzó la zona para revivir a los macabeos con una entrada que dejaba las espadas en todo lo alto. Fridzon se encargó de devolver las aguas a su cauce y puso a los rusos con ocho arriba (38-30) al descanso y una sensación de superioridad que no hacía presagiar cambios en la segunda parte.
Y fue comenzar el segundo acto y volver a divisar a Kaun en el horizonte surcando los aires de Milán para bajar un alley-oop del cielo para demostrar que el CSKA no estaba dispuesto a sufrir ningún sobresalto. Fue un triple de Blu y el desconcierto local (honor que cayó sobre los hombros moscovitas) los que se encargaron de poner el picante en un partido que parecía controlado por los de Messina, pero que no terminaban de rematar la faena. Y eso que el Maccabi tampoco estaba por la labor de ganar un partido, como demostró una jugada entre Rice y Tyus que no acertaron a capturar el balón y çéste terminó en manos de Hynes para dar la máxima a los rusos (44-33, min 25).
Ni el enfado de Blatt con sus huestes, ni el rictus inamobible de Messina reflejaban lo que ocurría en la cancha. Bueno, lo primero sí. El técnico del Maccabi se desgañitaba en la banda intentando poner cierto orden en ataque (el equipo hebreo funcionaba a pequeños arreones aislados) y rigor en defensa para sostener a los moscovitas, cuyo arsenal (pese a que algunos como se empeñen en negarlo) es inagotable. Así, cuando no es Frydzon es Teodosic y cuando no, Krhryapa. Todos sumaban para dar al CSKA un colchón de 10 puntos con el que afrontar el último cuarto, pese a la voluntad de Hickman de no dar su brazo a torcer.
Él, con un triple al final del tercer acto, y Rice, con una canasta a tablero, se encargaron de insuflar la última bocanada de aire a los suyos. Un espejismo que enseguida Kaun, hombre de buenos principios, se encargó de cortar dejando a los macabeos enganchados a un respirador artificial. El Maccabi entraba en los últimos ocho minutos de partido en la U.C.I y con pocas esperanzas de salir de ella tras un triple de Khryapa y una canasta de Teodosic a falta de cuatro minutos.
El milagro israelí parecía cada vez más improbable, pero en estos partidos, con tanta calidad en cancha, nadie está muerto hasta que no está bajo tierra. Y si no que se lo digan a Messina que vieron como un fallo de Weems, tras una mala jugada de ataque, y un triple del incansable Hickman devolviían las constantes vitales al equipo de Blatt. Cinco puntos de diferencia a falta de tres minutos y medio. Partido nuevo.
Sobre todo después de la penúltima pérdida de un Krstic que vivió su particular infierno hebreo con un partido para olvidar. De sus fallos y de un choque para olvidar de Weems se aprovechó Rice para regalar a los aficionados el final que tanto les gusta a los aficionados menos fieles a este deporte y a los que tanto les gustan los finales apretados y no tanto lo que ha sucedido en los 39 minutos anteriores. Último minuto y sólo tres de diferencia. Toda una vida.
Un choque en el que ya sólo valen los hombres y en el que hasta los mejores titubean. Sólo hay que ver ese primer tiro libre de Weems y la voluntad de Smith por meter al Maccabi en el partido. Todo cambiaba. Sin embargo, al final la calidad siempre sale a relucir y el alero estadounidense del CSKA se redimió de un partido horrible con una canasta que podía valer una final (67-63 a falta de 20 segundos).
Por fortuna, esto del baloncesto es impredecible y una canasta lo cambia todo. Y si la de Weems decantaba las apuestas a favor del CSKA, un triple de Blu volvía a rebajar la cuota al jugársela por el Maccabi (67-66 a falta de 12 segundos). Un favoritismo que resultó total y definitivo cuando Krhyapa perdió el balón decisivo y Rice anotaba la canasta final a falta de seis segundos. Una acción decisiva, pese al último intento de Weems y que deja a Messina sin su quinta final continental tras encajar su primera derrota ante un Maccabi en la que la fe y la determinación resultaron más fuertes que la calidad y el músculo moscovita.
Leer más: Final Four 2014: Rice, Blu y la fe macabea dejan a Messina sin final – MARCA.com
Enhorabuena al Racing de Santander por su ascenso a 2ª,y que pronto vuelva a 1ª , que es donde por historia debería estar siempre.Seguid así,siempre luchando por estar lo más alto posible en el deporte,en este caso en el fútbol.
plasta
Estoy esperando la crónica de la esfumada novena.
Por poco empatan.
Vaya Paliza.
Y a nosotros que cojones nos importa lo que haga esa mierda deleznable llamada Maccabi.
El Real Madrid debe negarse a jugar con semejantes indeseables.
Tranquilo, el resultado de jugar o no jugar ha sido el mismo.
Los equipos africanos,deben jugar la COPA DEAFRICA.No queremos problemas de racismo xenonoseque denuncias
Si juegan los israelíes porque no los marroquíes,rgelinos,tunecinos egipcios.NO SE DEBE DISCRIMINAR.