Aviso a navegantes
El hecho tuvo lugar hace escasamente unos días y ya se ha tendido un tupido velo sobre el trágico suceso. Por eso quisiera comenzar este artículo rindiendo un humilde pero sentido homenaje, al agente del Cuerpo Nacional de Policía don Francisco Díaz Jiménez que, con solo 33 años de edad, entregó su vida al servicio de los ciudadanos de Málaga. Descanse en paz, y mi más sentido pésame a su familia, amigos, y compañeros.
Quién nos iba a decir a nosotros hace apenas treinta años, que vivir en cualquier ciudad o pueblo de España podría convertirse democráticamente en una terrible pesadilla. Son tan habituales y numerosos los asaltos a viviendas, las reyertas, los atracos y los robos, que los ancianos, las mujeres y los niños temen quedarse solos incluso, a plena luz del día. Hoy todo hampón quiere ser alguien; a centenares de delincuentes españoles que tocan todos los “palos”, hay que sumar ahora también decenas de inmigrantes que deambulan por las calles sin rumbo fijo esperando la ocasión. Individuos provenientes del este de Europa, a los que les importa un cojón la vida del prójimo, asaltan tu propiedad sin temor a nada ni a nadie y, si es preciso, por unos euros se llevan por delante al más pintado. Los muertos por “ajustes de cuentas” y que ya forman parte del paisaje urbano y rural, son valorados por los ciudadanos españoles como dejarse un grifo abierto. Y sin embargo, no es precisamente ninguna broma; esto ya no es uno de esos pasajes que veíamos solamente en las películas donde en los puertos y en los desguaces los mafiosos se deshacían de los cadáveres, esto está sucediendo en España, y es el indicador principal del grado de podredumbre o la peor de las pandemias que puede llegar a sufrir una sociedad: “La ley del más fuerte”.
Todo comenzó con el tráfico y el consumo de drogas. Mientras los pudientes no tenían dificultad para conseguir su dosis aunque llevasen a la ruina vidas y haciendas, los jóvenes de familias humildes recurrían al delito sin medir las consecuencias. La casta había despenalizado el consumo, pero contradictoriamente se perseguía el tráfico de esas sustancias. Esto provocó que los atracos a bancos y a estaciones de servicio se fueran convirtiendo en el pan nuestro de cada día. A renglón seguido se pusieron de moda los tirones a bolsos y a todo aquello que colgase del cuello de alguien. Los atracos a taxistas por la noche, y a camioneros mientras dormían en áreas de descanso, de cuyas víctimas asesinadas nadie se acuerda, se convirtieron en mera rutina para la delincuencia. Más tarde, se pusieron de moda las “sirlas” a plena luz del día. Después, los robos con intimidación se extendieron a todo tipo de establecimientos. La impunidad ha llevado incluso a los delincuentes, a cometer asaltos a domicilios particulares con sus moradores dentro y, hemos llegado al impensable capítulo, del atraco a una iglesia, a un vendedor de la ONCE o a un conductor de autobús de la EMT.
Estamos a la cabeza en consumo de drogas y alcohol en Europa y, como siempre, las víctimas del desmadre nocturno suelen ser los más humildes contribuyentes; te levantas una mañana cualquiera, te diriges a retirar tu vehículo que la noche anterior lo dejaste bien estacionado en la vía pública, y si no te falta un espejo retrovisor, te lo han desvalijado, te han roto las lunas, o resulta que te lo encuentras calcinado porque a cuatro malnacidos, se les ocurrió la feliz idea de pegarle fuego a todo lo que encontraban a su paso, mientras cocidos de “costo” se partían de risa al pensar la cara de gilipollas que pondrá “el pureta” cuando encuentre lo que quedó de su coche. Los pirómanos se descojonan de tu desesperada impotencia, la policía intenta consolarte con muy buenas palabras, la justicia no hace nada como de costumbre, y a ti te han “jodido” bien porque seguramente, el seguro que a duras penas podías permitirte, solo cubría lo estrictamente obligatorio.
¿Qué ha hecho la castuza de este país a parte de matar nuestra capacidad de reacción ante el hecho de ver pisoteados nuestros derechos más elementales? ¡Nada! Ver como aumentan de forma alarmante los asesinatos, y las agresiones en la vía pública a plena luz del día. La pederastia, la pedofilia y los abusos sobre menores aumentan por días; la impunidad y la pasividad judicial con delincuentes comunes multirreincidentes es vergonzosa, pues estamos viendo a diario como son puestos en libertad de manera sistemática, y casi generalizada. Los narcotraficantes más peligrosos y dirigentes mafiosos del ramo, están siendo excarcelados por el gobierno español, ante la impotencia de esos padres que un día perdieron a sus hijos víctimas de esta lacra.
Por lo tanto, cabría preguntarse, ¿a qué obedece todo esta lenidad con los criminales? ¿Es lógico que estos delincuentes responsables de cientos de asesinatos sean puestos en libertad en nombre de la ley y la justicia que ustedes nos han traído? Díganme, ¿qué pasaría, señor político, señor juez, o señor fiscal, si hubiera sido su madre de usted la atacada y asesinada por cualquiera de esos asesinos callejeros?
Las respuestas a todas estas preguntas las encontramos en el hartazgo de las Fuerzas de Seguridad que ven como su trabajo no va a ninguna parte cuando se trata de garantizar la convivencia pacífica de los sufridos contribuyentes. Se les ordena que muelan a palos a los agricultores que se manifiestan pacíficamente para reivindicar sus derechos, mientras no se les deja actuar en Madrid, Bilbao, Burgos o Barcelona, donde las autoridades por razones políticas se bajan los pantalones ante una barbarie que destroza, quema y agrede con total impunidad. Y mientras todo esto sucede, esos mismos policías y guardias civiles son enviados por los jueces con órdenes estrictas y rigurosas de desalojo, a múltiples desahucios de familias humildes y honradas para que sean expulsadas de sus viviendas por falta de pago, y todo esto, viendo a su vez como se rescata a la banca con cientos de miles de millones de dinero público, cuando los moradores abandonados a sus suerte incumplían el deber de pago en el mayor de los casos, por quedarse sin empleo. Fuerzas de Seguridad que se juegan la vida todos los santos días practicando detenciones de delincuentes muy peligrosos, que una vez puestos a disposición judicial abandonan las dependencias judiciales antes que los mismos agentes que, con cara de póker, tienen que aguantar como los criminales se descojonan del Sistema.
Pero, ¿qué coño está pasando aquí? No nos cuenten historias de si la delincuencia sube o baja; no nos hablen de estadísticas que no entendemos ¡Basta ya! Si el objetivo de la democracia es la libertad real y, la libertad real origina derechos, por encima de todos los derechos y de todas las libertades formalistas y hueras, está el derecho a la vida y el derecho a vivir en paz. Si ustedes, que conforman esta castuza política, no nos garantizan una seguridad similar a esa de la que ustedes gozan, están invitando al pueblo a tomarse la justicia por su mano.
Es “la democracia” y el liberalismo: derechos para el delincuente y el criminal e indefensión para el honrado.
Buen artículo Román, te refresco la memoria cuando decía el de Villar del Humo “le tiré a matar y le dí en la pierna “póngalo, póngalo. Saludos.
Aquello no se me puede olvidar y lo pongo como ejemplo en multitud de debates.
Gracias y un fuerte abrazo amigo R S P.
Excelente exposición señor Román.
Efectivamene la sociedad en general es muy olvidadiza, y eso a la casta le viene de lujo. Los delitos de la delincuencia común ante tanto desmadre polítíco casi pasan desapercibidas, sólo, hasta que a uno le toca la “china”. Entonces es cuando nos damos cuenta del peligro que corremos a toda hora y en cualquier lugar de España.
Buen artículo como siempre, de lo mejor de este medio.
España esta poddrida hasta la medula, y todo gracias a la casta mafiosa de la mierdocracia.
Vamos a ver, que todos sabemos que obtener de forma legal un arma de fuego es algo difícil, como no des la excusa de que vas a empezar a cazar, pero con la experimentada industria del acero español… Albacete, Toledo, grandes nombres en la producción de armas blancas, filos, “ferros”, como quieran llamarlos. Una bestia con 20 cm. de filo y grosor de 6 mm de hoja, les aseguro que acojona al más pintado. Luego se hacen con unos maderos para practicar tajos, golpes y machetazos, que no vean lo bien que viene para quitar “stress” o mala leche. (A… Leer más »