La nueva ofensiva lanzada por la aviación israelí desde el pasado martes 8 de Julio contra los palestinos, ha dejado por el momento 116 palestinos muertos. De ellos, 88 han sido identificados como civiles. Además, dos terceras partes de los 680 heridos son mujeres o niños. De entre los muertos, al menos 21 son niños. Por otra parte, 512 viviendas han quedado destruidas o han sufrido graves daños. Unos 3.250 palestinos han tenido que abandonar sus hogares y alrededor de 350.000 sufren las consecuencias de los daños a la infraestructura de suministro de agua. Y todo esto, en sólo cuatro días. El ejército israelí informa que las milicias palestinas que operan en este territorio han lanzado 689 cohetes contra territorio israelí. Nuevamente la zona caliente se pone al rojo vivo y, como siempre, quien paga los platos rotos es la población civil que se encuentra en el centro del fuego cruzado.

La creación del Estado de Israel y su ubicación en tierra palestina, con la expulsión de millones de sus habitantes –márchate tú, para hacerme sitio- en un medio árabe y, mayoritariamente mahometano, fue un tremendo error, del que, al igual que ocurrió en Irak al serle arrebatada su provincia de Basora, hoy llamada Kuwait, hay que culpar sobre todo a Inglaterra, que ejercía allí su Protectorado. La prudencia debe ser norma de conducta de los gobiernos, y la creación del Estado de Israel, ansiado no por todos los judíos, pero si por los judíos sionistas, en el lugar geográfico y demográfico que hoy ocupa, ha dado origen a enfrentamientos de todo orden –verbales, bélicos y terroristas-, que han incrementado los odios hasta el punto de que se ha hecho imposible la convivencia. El problema es gravísimo, y no se resuelve por los innumerables mediadores de los Estados Unidos o de la Unión Europea, porque, humanamente no es factible la solución, y porque Norteamérica siempre ha actuado como una colonia de Israel.

Jamás, intencionadamente, me he atrevido a generalizar, y así como hay hombres malos al servicio de causas buenas y hombres buenos al servicio de causas que no lo son, hay judíos que no son sionistas, y judíos que lo son. Prueba de ello fueron aquellas manifestaciones que tuvieron lugar en el propio Israel contra la acción militar de su ejército, contra la cobarde y salvaje ocupación de Palestina.

También es verdad –y nadie puede negarlo-, que grupos palestinos, practican el terrorismo, pero, no es menos cierto que los judíos que luchaban por la creación del Estado de Israel, en la época del Protectorado sajón, lo utilizaron igualmente. Recuérdese –y fue muy llamativa-, la bomba en el hotel “King David”. Hasta presidentes del propio Estado de Israel fueron conocidos terroristas cuyas fichas han estado visibles, y se han hecho públicas, a través de los servicios secretos de distintos países.

Equiparar a quienes reducen a escombros las casas, con sus habitantes dentro, dejan sin agua y sin electricidad a la población civil, encierran al presidente de la Autoridad Palestina en una habitación cercando el edificio con setenta carros de combate como hicieron con Yasir Arafat, con quienes se inmolan –aunque esa inmolación sea moralmente discutible- con explosivos pegados al cuerpo para combatir al enemigo, lo considero dolorosamente injusto.

Pero la polémica, espectacular e indignante ocupación de Palestina, mueve a los espectadores a interrogarse por la veracidad del holocausto judío. Una de dos: Sí aquel genocidio fue cierto, han sabido imitar a los genocidas; y si no fue cierto, se trata de una leyenda negra similar a la que crearon los enemigos de España, imputándonos la muerte de millares y millares de indios, cuando éstos se cuentan por millones en Hispanoamérica y, que casualidad, sólo sobreviven unos pocos en las reservas (guetos) de los Estados Unidos de Norteamérica.

Pero hay más, porque todos sabemos que un Tribunal Internacional juzgó como criminal de guerra, al comunista Milosevic. Se le acusó de la matanza, con intención de exterminio de los kosovares-albaneses, de religión mahometana ¿Y acaso no es, con casi identidad absoluta, lo mismo que se viene haciendo en Palestina? ¿Con que autoridad moral se pudo juzgar y condenar a Milosevic, y apoyar descaradamente a Sharon, que copió sus pasos?

Las resoluciones de la ONU no cumplidas y con incumplimientos consentidos dictados para Israel -especialmente sobre los asentamientos judíos en Palestina-, y la frívola oferta de Blair y de Bush, de crear un Estado palestino, cuando se invade el territorio autónomo, se arrasan las ciudades, se masacra al pueblo, se le destierra, o se levanta un muro separador de ocho metros de altura con torres de vigilancia cada 300 metros, se comprenderá que una política exterior digna exige alejarse de toda vinculación con quienes así se comportan, dando origen no al famoso “Nuevo Orden Mundial” sino más bien al “nuevo desorden mundial”.

Israel, aparte de su fuerza militar, tiene un gran poder económico en todo el mundo y, además, tiene el apoyo de los países más poderosos del planeta. Los palestinos, solo tienen hambre, miseria, piedras, y fuerza moral para resistirse hasta morir, antes que claudicar de rodillas. Como si ese holocausto judío del que insistentemente nos hablan ya no dijese nada a los países aliados, asisten cómplices con su silencio e incluso con su apoyo, a este otro holocausto, al que podríamos llamar “holocausto palestino” ¿Quiénes son ahora los asesinos de ancianos, mujeres y niños? ¿Qué Tribunal Internacional los juzgará?