Las organizaciones de narcotraficantes no descansan en la búsqueda de nuevas rutas que permitan el traslado de grandes alijos de cocaína desde Suramérica a España. Su última gran audacia fue cargar 150 kilos de cocaína, que habrían alcanzado en el mercado ilegal un valor superior a los 5 millones de euros, en el buque escuela de la Armada española Juan Sebastián Elcano aprovechando las jornadas de puertas abiertas celebradas el pasado mes de abril en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.

Los tres tripulantes del buque detenidos el 12 julio en Marín, dos españoles y un ciudadano ecuatoriano, habrían actuado como correos introduciendo entre sus ropas y efectos los paquetes de droga a cambio de una cantidad que oscilaría entre 3.000 y 5.000 euros por kilo. Se investiga también si hay más implicados y si el militar sudamericano es el enlace y forma parte de la organización de narcos que iban a distribuir la droga.

El narcotransporte en el buque escuela español se frustró tras la escala realizada en Nueva York. Dos colombianos sorprendidos con 20 kilos de cocaína delataron a los marineros y declararon a la policía que la droga se la habían entregado unos tripulantes del Juan Sebastián Elcano.

Por eso el 12 de julio, en vez de entrar en Marín como es tradición tras seis meses de travesía y 18.000 millas náuticas de navegación por el Atlántico, se hizo un fondeo especial frente a la costa de Bueu para que la comisión judicial militar y efectivos de la Guardia Civil accedieran al buque para arrestar a los tres marineros, que desde entonces se encuentran en prisión provisional en la cárcel militar de Alcalá de Henares.

En el registro de sus camarotes y de algunas dependencias del barco tras su detención no se encontró droga alguna, si bien el alijo de 127 kilos de cocaína apareció el pasado día 2 de agosto en un registro más a fondo del buque realizado en el arsenal de La Carraca en Cádiz.

La droga estaba oculta en una zona de acceso muy difícil y restringido para la mayoría de la tripulación, el pañol de proa donde se guardan las velas de reserva del buque escuela, al que precisamente tenían vía libre los dos marineros españoles detenidos. Precisamente la dificultad de localizarla lleva a los investigadores a sospechar que el alijo iba a ser retirado en Cádiz, durante la revisión y puesta a punto de la nave.

La investigación de la Guardia Civil, con el apoyo de la Armada y las autoridades de Estados Unidos y Colombia se centra ahora en la red que iba a distribuir el alijo.

El servicio americano del HSI (Homeland Security Investigations) fue quien informó de las detenciones de los colombianos en Nueva York, por lo que se activó el servicio de Seguridad Naval de la Armada estableciendo un sistema de identificación y control de los marineros implicados para evitar que repitieran las entregas de drogas en las siguientes escalas en otros puertos, a la espera de llegar a territorio nacional. A los tres tripulantes detenidos se les imputan delitos de tráfico de drogas, delito cometido por militares empleando para la comisión buques o dependencias militares.