La Feria de Málaga se despide dejando un impacto económico de 45 millones de euros en la ciudad
La Feria de Málaga 2014 ya forma parte del pasado. Seguramente, en la retina de muchos quedará grabado el revuelo mediático y social que a nivel nacional se ha formado alrededor de la detención de cinco jóvenes por la denuncia de violación a una chica de 20 años que finalmente ha sido archivada por la jueza al considerar que la relación sexual fue consentida. Pero para muchas familias que viven de estos ocho días de festejos quedará como la que marcó el inicio de la recuperación económica. Hoteles con el cartel de lleno, bares y restaurantes del Centro a rebosar, las casetas de las peñas con más familias consumiendo y colas en las atracciones de moda confirman que la que algunos han bautizado como la fiesta veraniega más importante del Mediterráneo no solo sigue manteniendo el pulso, sino que está alcanzando una enorme proyección internacional que atrae a miles de turistas con los bolsillos llenos. «Es importante que estos días de diversión y convivencia se vean complementados y reforzados con una considerable repercusión económica», resaltaba ayer el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, durante el balance de las fiestas ofrecido ayer acompañado por ni más ni menos que diez concejales.
Despliegue político al margen, los números parecen dar la razón al regidor. En total se han contabilizado 450.000 visitas de turistas y excursionistas (un 11% más) que han dejado un impacto económico de unos 44,8 millones de euros (frente a los 35,7 de 2013), un montante al que habría que añadirle el generado por los malagueños y vecinos de otros municipios, aún sin cuantificar. No hay datos exactos, pero por las sensaciones son muy buenas en la hostelería, donde a falta de un análisis más exhaustivo en los bares del Centro se habla de un incremento del 15%, rompiendo así la caída en picado de los últimos años.
Lleno en los hoteles
Donde tampoco han dado abasto como guinda a un gran verano ha sido en los hoteles de la capital, que han cerrado la feria con una ocupación del 94% frente al 90% del año pasado. El arranque fue inmejorable (lleno absoluto), como también lo está siendo este fin de semana poniendo el broche a una semana en la que se han registrado 81.000 pernoctaciones en establecimientos de la ciudad, con una estancia media de cinco días. «Recuperar el festivo ha sido fundamental», afirma el vicepresidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), Francisco Moro, quien además de valorar la «cada vez mayor proyección exterior» de la semana grande, tampoco se olvida del tirón de los toros con figuras como José Tomás en el cartel. No le falta razón al director del hotel Maestranza. Con el diestro de Galapagar como principal reclamo, este año se han visto más aficionados extranjeros en La Malagueta. Entre ellos, muchos franceses, pero también mexicanos, italianos, alemanes e incluso rusos.
También echan el cierre con caras de satisfacción en las casetas del Real. El recinto ferial va despegando levemente durante el día a medida Ayuntamiento y peñas contribuyen a su ambientación con grupos rocieros, pandas de verdiales, charangas y, sobre todo, los caballos y los espectáculos ecuestres organizados este año por primera vez. Por la noche, como siempre, un gran ambiente. «Nuestra valoración no puede ser más que positiva. Hemos notado una mayor afluencia en las casetas y, además, más alegría en el gasto, pro lo que la recaudación ha aumentado en torno al 15 o el 20%», comenta el presidente de la Federación Malagueña de Peñas, Miguel Carmona.
Pero detrás de los grandes números, la semana festiva de agosto también evidencia que no es oro todo lo que reluce y que aún siguen quedando asignaturas pendientes. Fundamentalmente en el Centro. Cierto es que cada vez está más alejado de aquel ambiente tradicional que fue copiado por otras ciudades como ejemplo de lo que debía ser una Feria de Día, pero también lo es que pese a que la programación del Ayuntamiento se limita básicamente a la contratación diaria de una panda de verdiales para la calle Larios y de un cantaor para el Museo Flamenco, a las actividades para niños en la calle Alcazabilla y a un mercado artesanal en la plaza de la Merced, la realidad es que las calles del casco antiguo siguen siendo la primera opción para miles de malagueños y también para esos turistas que llenan los hoteles y restaurantes. Lo demuestran las calles abarrotadas, pero también las cifras que manejan en la Casona, como la relativa a la generación de residuos. De las mil toneladas de basura retiradas por Limasa, 687 proceden del casco antiguo y el resto del recinto ferial.
La gente marca el fin de fiesta
El propio De la Torre reconocía ayer que «aún quedan cosas que mejorar y mucho camino por recorrer». Especialmente en el Centro tras constatarse, una vez más, que por mucho que se intente cortar la feria a las seis de la tarde, las ganas de jarana pueden más y el jolgorio se prolonga hasta bien entrada la noche. Capítulo aparte, la transformación de numerosas calles en un botellódromo y, sobre todo, sus efectos colaterales en forma de ríos de alcohol, vomiteras y orines. Ante esta cara más desagradable de los festejos, tanto vecinos como hosteleros y peñistas reclaman al Ayuntamiento que si verdaderamente quiere apostar por la Feria del Centro le dedique una mayor atención en materia de limpieza, seguridad y ambientación para darle ese plus de calidad y, por qué no, también de elegancia. El alcalde recoge el guante asegurando que se está trabajando para recuperar «el carácter tradicional de la Feria de los años 80», aunque reconociendo a su vez que erradicar el botellón «es complicado» porque, a su juicio, se trata de una cuestión de educación y responsabilidad que difícilmente se resuelve poniendo un policía detrás de cada grupo de jóvenes. Pese a ello, sí que se ha incrementado la presión policial, hasta el punto de triplicarse las multas por consumir alcohol en la vía pública (293) y requisarse 3.500 botellas.
Ante esta situación, la concejala de Fiestas, Teresa Porras, ya avanzó ayer que se va a contactar con todos los agentes sociales para intentar reconducir la Feria del Centro. «Tenemos que hacer una reflexión entre todos para intentar paliar el botellón porque ésa no es la feria que queremos los malagueños».
Los hosteleros aplauden el gesto, pero les resulta insuficiente. «Nos preocupa, y mucho, la calidad de la Feria del Centro. Es necesario que se adopten más medidas para recuperar ese espíritu perdido, y así evitar que las calles se conviertan en un macrobotellón», afirma el presidente de la asociación Empresarios Hosteleros de Málaga (Ehma), José Luis Ramos. Aun así, advierte de que «la solución no llegará de un año para otro, pero sí poco a poco si realmente existe esa mentalización».
Los vecinos
Más críticos se muestran los residentes de la zona. «La calidad ha desaparecido. El resultado ahora es que a quienes vivimos aquí nos tienen machacados por todo lo que genera el botellón», denuncia la representante de la asociación Centro Antiguo, Ester Ramírez. Si a eso se suman las molestias que provocan las tareas de limpieza que se realizan de madrugada una vez despejado el jolgorio, no extraña que esta dirigente vecinal abogue directamente por erradicar toda actividad ferial en el Centro. Menos radicales en sus peticiones se muestran desde las distintas federaciones vecinales de la ciudad. «Si algo distinguía a la Feria de Málaga por calidad y familiaridad era la del Centro. El Real está muy bien, pero evidentemente el Centro siempre será el Centro. Si se está degradando es porque el gobierno municipal no lo cuida permitiendo que se convierta en un macrobotellón», advierte Antonio Fuentes, de la Federación Civilis. Sobre esta cuestión, el representante de Unidad, Ramón Morales, también reclama al Consistorio que mueva ficha para que la fiesta «no quede reducida a la concentración de miles de personas bebiendo en la calle, que aprovechan algunos para hacer todas las barbaridades que se les ocurre». Por su parte, desde la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad alertan de que el Real «va por los mismos derroteros». «No es una feria familiar y tradicional, que es lo que los vecinos queremos», apunta Francisco Santos, quien también reprocha que «la limpieza y la presencia policial se vea mermada en los barrios durante toda la semana».
Unas reivindicaciones que casan perfectamente con el resultado de la encuesta realizada por la Unión de Consumidores (UCE) entre malagueños y visitantes. La mayoría de los consultados abogan por la vuelta a los orígenes de la fiesta en el Centro y la eliminación del botellón. Como nota media, le ponen un 5,8.
Igual Iker Jiménez en Cuarto Milenio os resuelve ese misterio. (Sin animo de burla).
Esto de los andaluces con las fiestorras nunca lo he entendido…en esa Comunidad hay una tasa de paro enorme, muchísima gente vive de los subsidios del PER pero es la Comunidad donde más macrofiestorros oficiales existen, montar una caseta, comprarse un traje, estar todo el día de finos y saraos…¿con qué dinero? ¿utilizan el dinero del paro para irse de fiestorras…? Así no me extraña que otras comunidades afirmen que viven a costa de los impuestos ajenos, en cierto modo transmiten esa impresión. Dan mala imagen fuera, entre la feria de Abril de Sevilla, el Rocio, la feria de Málaga,… Leer más »
para Javier, pues yo soy andaluza y tampoco lo entiendo.
Eso es lo único que funciona en Expaña, incluída Cataluña claro. La fiesta y el jolgorio.
Botellón disfrazado de flamenquitos….