¿Por qué retrasar lo inevitable?
Siempre he considerado que cuando se pierde la confianza en un entrenador, lo mejor es cortar por lo sano, que luego se dan situaciones kafkianas como hacer el equipo sin contar con su opinión, vender a sus jugadores fetiche… Seguro que les suena. Pero ese no es el tema ahora. No creo que en estos momentos dentro de la FEB tengan demasiada confianza en el Juan Antonio Orenga seleccionador. Como persona, estoy seguro de que sí. Entiendo que no se le cesara el día de autos ni a las pocas horas. No es plan de ensuciar un Mundial aún en juego y que según la FIBA ha sido el mejor de la historia. Esa ‘medalla’ que se lleva España al menos. Además, un despido rápido daría la impresión de que hace más profunda la crisis, aunque eso da igual. Ya es la mayor de la selección en el siglo XXI.
El presidente José Luis Sáez asegura que se tomará la decisión sobre el futuro de Orenga tras el Mundial femenino. Quiere tiempo para consultar con su gente de confianza y recabar informes. Aunque fueran positivos hacia el seleccionador, no seguirá. Desde que se hizo cargo del equipo nacional de cara al Europeo del año pasado, todos los partidos duros o igualados han caído del otro lado: Eslovenia, Grecia, Italia y Francia hace un verano y de nuevo los galos ahora. En el Mundial ha hecho una mala gestión de los recursos humanos de la mejor selección española de la historia y hay jugadores que no volverían si él sigue. Por no hablar del ambiente generalizado en su contra. Más del 90 de los votantes en el web de Marca están en su contra. Así que, ¿por qué retrasar lo inevitable?
Orenga dice que no ha dejado de pensar en el partido y que lo hará durante mucho tiempo. Tal vez entonces se dé cuenta de las cosas que hizo mal. En su paso por los medios de comunicación en las últimas horas, no ha dicho ninguna. Falló, pero no ha hecho autocrítica. Su manera de explicar los cero minutos de Felipe Reyes, por ejemplo, roza el surrealismo: “No encontré minutos para él”, “en los anteriores partidos no le echasteis de menos”, “era una opción, pero ¿de verdad creéis que la solución era eso? ¿Sólo eso?”… Puede que no fuera la panacea, pero con Francia atrapando 50 rebotes y con Diaw desatado, no habría estado mal probar con un consumado reboteador y un buen defensor. De dimisión, por supuesto, el seleccionador no ha dicho nada. Se ve con fuerza.
El caso es que no tiene sentido postergar demasiado una decisión insoslayable: la marcha de Orenga, que, como empleado de la FEB pasará a desempeñar otras funcionas. Cuanto antes se empiece a construir el futuro, mejor. Y me cuesta creer que en él no estén Pau, Navarro ni Felipe. El mejor jugador español de la historia se merece mejor despedida que un día aciago ante Francia. El capitán no debería irse sin asaltar el récord de internacionalidades de Epi. Y sería un triste adiós a Felipe que su última vez con la selección fueran unos minutos de la basura contra Senegal. Algún día dejarán la selección, pero sería tan feo que sea tras esto…