¿Está Melilla preparada para recibir el ébola?
El estado de salud del sargento de la Guardia Civil Eduardo Lozano, ha empeorado. Eduardo fue ingresado en el hospital después de caer desde una altura de cinco metros en la valla de Melilla cuando recibió una “patada” en la cara de un ilegal subsahariano en lo alto de la alambrada durante una avalancha de unos 300 “sin papeles”.
Pues bien, es evidente que los diagnósticos, las voces de alarma y socorro, lanzadas semana tras semana por Jorge Carretero, no han ido más allá de AD y de “La Ratonera”. A ningún otro medio parece importarle la información real y objetiva de lo que allí acontece a diario. A este español residente en Melilla y representante de SOLUCIONA en esa ciudad, los medios de comunicación y nuestra clase dirigente lo han ignorado sistemáticamente; lo han tomado como el pito del sereno. Meses y meses avisando de lo que se barruntaba y que hoy es una realidad. Todos, absolutamente todos los responsables del poder mediático y del gobierno, han mirado para otro lado ante su desgarrador grito de socorro. Melilla es ahora mismo un polvorín no solo por la entrada de ilegales, sino por la amenaza del ébola proveniente de Africa que se cierne sobre los habitantes de esa ciudad como una pesadilla. Porque, díganme, ¿está Melilla preparada para recibir el ébola? ¿Se han activado los protocolos correspondientes? ¿Dispone Melilla de un recinto hospitalario para ese tipo de contagio? Me temo que no.
De momento, un agente de la Guardia Civil teme seriamente por su vida, pero, yo me sigo preguntando, ¿dónde está el presidente del gobierno que ni está ni se le espera por esta plaza de soberanía española? ¿Dónde están Elena Valenciano y todos aquellos que criminalizaban, linchaban e insultaban a los guardias civiles por el uso de pelotas de goma contra los ilegales? ¿Dónde están los mamones insaciables de lo público, so pretexto de ayudar al tercer mundo, pero que vomitan bilis al ver peligrar “su chollo” cuando nuestros agentes actúan para impedir las entradas ilegales?
Jamás he visto a esas “oenegés” protestar por la puesta en libertad de los violadores y asesinos de las niñas Sandra Palo y Olga Sangrador. Nunca he visto a estas “oenegés” reprender, insultar, arremeter o denunciar a los terroristas vascos de la ETA tras cualquiera de sus crímenes, pero si he visto a guardias civiles salvar decenas de vidas de esos “sin papeles” a los que estas “oenegés” representan y asesoran. Una vergonzosa contradicción los pone en evidencia, pues son capaces de echar los restos y movilizarse por conseguir la entrada de ilegales subsaharianos en España, y no mueven ni un solo dedo frente a la miseria y graves injusticias de las que son objeto sus propios compatriotas.
A ver si nos aclaramos, ¿quién está realmente detrás de todo este oscuro y sucio negocio de la entrada de ilegales en España? Díganme, si nuestros jóvenes tienen que emigrar porque en España no encuentran empleo. Si gran número de hispanoamericanos han tenido que regresar a sus países de origen al quedarse sin trabajo en nuestro país. Si tenemos el mayor índice de desempleo de todos los países de la UE por número de habitantes. Y si los ciudadanos españoles las estamos pasando canutas con tanto recorte en los servicios más elementales, entonces, ¿cómo pretenden mantener a cargo del presupuesto a miles y miles de ilegales que entran por nuestras fronteras en busca de mejores condiciones de vida?
¿No se dan cuenta de que el planteamiento de permisividad que muestran respecto a los ilegales mientras a los contribuyentes españoles se les recortan sus derechos, es a todas luces una temeridad manifiesta? ¿Tan difícil es de entender? No, no es difícil de entender, más bien no están por la labor de hacerlo. Les importa un cojón. Porque, si millones de españoles no encuentran un empleo y viven de prestaciones sociales, de la economía sumergida, e incluso gracias a las pensiones de sus mayores jubilados, ¿cómo piensan vivir en España estos inmigrantes ilegales? Pues inevitablemente y en su mayoría, tendrán que vivir del delito, porque no creo que sus defensores y asesores, sean tan generosos a tenor de ese “buenísmo” del que alardean, de alojarlos en sus domicilios particulares, corriendo con los gastos que generen. Y si lo hicieran, que lo hagan público para que todos podamos dormir más tranquilos.
Por favor, dejen de vendernos la mula ciega que ya no cuela. Los ilegales que deambulan por nuestros calles y plazas sin rumbo fijo y a merced de lo que caiga, pero con los mismos derechos que los españoles, es más que evidente que no ayudan precisamente a normalizar la situación social y económica en nuestro país; más bien todo lo contrario.
Bastaría echar un vistazo a la población reclusa española, para comprobar que ésta se ha disparado un 70% en la última década. Un crecimiento cimentado sobre todo en el gran aumento del número de presos extranjeros. Actualmente hay en las 87 prisiones españolas 75.500 reclusos, de los que 26.000, el 35%, no han nacido en España, según el último informe del sindicato de prisiones ACAIP. Un porcentaje muy elevado, teniendo en cuenta que los extranjeros sólo suponen hoy el 11,4% del total de la población española.
Por lo tanto, no son las Fuerzas de Seguridad las que han fijado la mirada en los ilegales como quieren dar a entender las “oenegés”, ha sido el pueblo llano y trabajador que ve con preocupación que sus vidas corren peligro; ese pueblo llano que además de estar hasta los cojones de la corrupción política, ve diariamente el goteo continuo de ilegales que entran por nuestras fronteras saltándose las vallas de seguridad como “pedro por su casa”, como si éstas estuviesen allí como mero divertimento u objeto decorativo.
Bajo mi punto de vista, no es admisible la clara intención manipuladora del poder mediático cuando habla de irresponsable explosión racista, y se refiere con tono beatífico al proceso de integración para los ilegales. Todo eso está muy bien cuando se estudia el mito de la sociedad como perversora del individuo, pero cuando está en juego la tranquilidad de la misma sociedad habrá que actuar de otra manera.
Es de esperar que no caigamos en el infantilismo de llamar a la reacción desatada por la impotencia racismo, sino sentido común. Muchos de los que hablan en ese sentido, además de vivir en zonas residenciales bien pertrechadas y vigiladas, suelen disponer de guardaespaldas las veinticuatro horas del día, y mientras, el pueblo llano y trabajador, además de sentirse inseguro, tendrá que contribuir con sus impuestos a cubrir los costes de la seguridad de “la casta” y también al sostenimiento de los ilegales.
A mi todo este asunto del ebola ya me empieza a oler a cuerno quemado. La tasa de mortalidad de la ruleta rusa es mas elevada y no se habla tanto de ella, a pesar de que ahora esta de moda meterse con Putin y airear al maximo cualquier trapo sucio que aparezca por ahi y tenga la etiqueta escrita en cirilico. Aqui hay gato encerrado.