Vivimos tan egoístamente bien que no queremos aceptar que una terrible realidad ocurrida tras del 11 de septiembre de 2001, con el ataque a las torres gemelas en Nueva York.  Desde aquel momento Occidente está en guerra mal que nos pese.  No es una guerra declarada, ni al estilo de las guerras convencionales del siglo XX, es una guerra de desgaste, de ocupación silenciosa, te ataques aislados y puntuales que no cesan, ni cesarán.

Somos tan hipócritas y tan superficiales, que en nombre de una mal entendida tolerancia, comulgamos con ruedas de molino y con la propaganda masónica instalada en todos los poderes.  No queremos ver que el objetivo se llama Cristianismo y todo lo que ello implica.

Nosotros mismo, los que nos hemos beneficiado de la cultura nacida del humanismo cristiano, somos los primeros en denostar nuestros orígenes, cuando éstos han sido el motor de todo lo que Occidente ha conquistado.  Cierta libertad, la vida organizada, la asistencia social, el desarrollo económico y científico, etc., etc.  Y ahora, estos masones adjuran de ellos y quieren borrar de su historia de dónde vienen y a quien le deben lo que son.  Pura soberbia.

Francia, esa patria tan orgullosa de si misma, fue la que le dio asilo a un tal Jomeini.  Si, también quien se beneficiaba de las explotaciones petrolíferas de Argelia y mantenía en Libia a Gadafi.  Esa que tanto cacarea la libertad de expresión y a día de hoy sufre las consecuencias de permitir el “todo vale”, mientras a mi no me salpique.

Lo ocurrido estos días con el Charlie Hebdo es bien triste y me sumo al dolor de las familias y amigos de los fallecidos.  Es triste por la desmesura y la barbarie, es triste porque no hemos aprendido nada.  A diario asesinan los musulmanes a miles de cristianos sin que se de eco del infierno que viven éstos en países como Siria, Kenia, China, Centro África, Egipto …  Esos cristianos que ni insultan, ni satirizan a costa de la fe o las creencias de los demás.

Atentos a lo que escribo.  No justifico la acción ocurrida en París, no justifico tampoco los asesinatos de cristianos indefensos incluso de sus propios hermanos de fe.  Lo que me indigna es la reacción a nivel mundial y la repercusión mediática de los hechos ocurridos en París en aras a una mal entendida “Libertad de expresión”.  Tener libertad de expresión, no ha de ser la excusa para ridiculizar a los demás, para zaherir sus creencias o hacer chiste fácil y satírico sobre  aquellos.  Me parece una falta de respeto y un atentado a la dignidad de las personas y sus creencias.  Llámense, cristianos, budistas, musulmanes o ateos.

El problema es aún mayor.  Mientras consumimos petróleo árabe y permitimos que los petrodólares mantengan a gobiernos y en paralelo alimenten a los movimientos terroristas, jugamos  a hacernos trampas en el solitario.  En paralelo, admitimos a millones de musulmanes, sean legales o ilegales, a trabajar y beneficiarse de lo que la cultura, del humanismo cristiano, ha conseguido en Occidente.  Vienen de gratis total y a mesa puesta y encima exigiendo.  No hay una política de reciprocidad, nada de tomar medidas sancionadoras cuando se masacran cristianos en cualquier país musulmán, nada de dar publicidad a la persecución de todo aquel que no se rinda al Islam.  Nos limitamos a mirar hacia otro lado como si nada ocurriera.

Pues si que ocurre oiga.  Ayer han asesinado a 12 franceses y hoy han matado a los asesinos.  Aquí en España, la ETA, nos mato a casi 1000 españoles y jamás vi tal manifestación mediática ni una sola vez.  Sin embargo están en la calle los asesinos Balinaga, De Juana Chaos y tantos otros y aquí no ocurre nada.

Son tantos los aspectos a analizar …  Quizás no queramos ver que hay una guerra declarada desde hace ya más de 13 años y que al igual que en Francia, cualquier país de occidente es enemigo del Islam y por ello todos estamos expuestos.

Creo que estamos al inicio real de la rendición al Islam de toda Europa, cada día son más y más fuertes y ya existen barrios y pueblos enteros que son verdaderos guetos donde rigen sus leyes y se excluyen a los nativos.  ¿Aprenderemos alguna vez?