Hacienda son ellos. Ellos y sólo ellos, los políticos corruptos y los funcionarios que atormentan al expoliado contribuyente para mantener el tinglado, con sus cloacas ahítas de corrupción. Cuando la situación se torne irreversible, y la depauperización se extienda con el grito iracundo del hambre, será preciso recordar que los culpables son Alberto Fabra y Raquel Calvo de la Fuente, y entonces habrá que exigirles cuentas y responsabilidades. Fabra y Calvo, los políticos ineptos y venales y la tramoya de funcionarios que no sirven a los ciudadanos, sino que cumplen la abyecta función del verdugo moderno para exterminar económicamente a las clases medias.

Según el diario Información, la friolera de un tercio de las herencias en la Comunidad Valenciana no se reclama por deudas e impuestos. Eso muestra el descalabro al que han llevado a las buenas gentes los parásitos políticos y funcionariales, los Alberto Fabra y sus pretorianos devenidos en verdugos fiscales como Raquel Calvo de la Fuente. Y no hago más que describir la realidad, con el buen ánimo de ponerles ante el espejo para que se sacudan su inmundicia, su podredumbre moral y sean conscientes de que ellos son el problema, todo el problema, y para nada la solución.

A su lado, una madre coraje, con un hijo que precisa toda su ayuda solícita, tras doce años con la agonía de una madre enferma de Alzheimer, y sobre la que, como parásitos, como buitres, quieren caer los corruptos peperos y quienes, como Raquel Calvo de la Fuente, se dedican a recaudar los fondos para sus orgías y sus aquelarres, y no se trata de metáforas, pues en la Generalitat valenciana se llevan años perpetrando latrocinios y viviendo el todo gratis con cargo al contribuyente, mientras se arruina a la sociedad, se expolia y hunde a las familias, hasta conseguir que la gente abomine de sus herencias.

De esa manera, como la avaricia rompe el saco, como el expolio y la nauseabunda corrupción han superado todos los límites, resulta que los vulgares chorizos de los peperos y sus recaudadores con esas oposiciones amañadas para militantes, amigos, amiguetes y barraganas, no consiguen el objetivo buscado, sino que están presos de los efectos perversos a los que conduce su mala gobernanza, su desgobierno.

Hay en el ambiente aires de fronda, son estos tiempos de cambio, por la sociedad corren ríos subterráneos de ira, que anuncian revoluciones futuras, que pasarán por etapas intermedias, pero todo un mundo que aún ostenta el poder ha muerto y su hedor resulta insoportable. Es ese hedor y esa podredumbre que recuerda épocas pasadas, como cuando la sociedad francesa, los sans coulottes y las clases medias, acabaron con los parásitos de su tiempo, con los aristócratas de pelucas empolvadas y sus cortesanos y cortesanas. Estos fabras y sus raqueles nunca dialogan, nunca negocian, nunca pactan, hasta que la corriente de la historia les haga desaparecer por el sumidero.

Cuando la gente precisa las herencias para sobrevivir, cuando muchas familias viven de las pensiones de sus mayores, la confiscación fiscal de esta casta corrompida confisca haciendas y herencias; con un partido que pone a traición los impuestos, que se cisca en su programa electoral convertido en rugoso papel higiénico, para que Alberto Fabra, Esther Pastor y otros muchos, como Raquel Calvo de la Fuente, se limpien su sucio culo político y funcionarial. Es conveniente que cambien, que reconozcan su condición de parásitos, y dejen de amargarle la vida a la gente, que se pongan a trabajar en algo productivo. Aún hay tiempo, pero no demasiado, porque la mentira ya no se soporta, ni tampoco ésta confiscación fiscal abusiva propia de las peores tiranías, de las más nauseabundas repúblicas bananeras.