“Yo te conocí ciruelo…”
Cuentan que a principios de la década de 1970 y durante la grave crisis del petroleo, un corredor de bolsa norteamericano de origen hispano muy vinculado al partido republicano en Estados Unidos, se encontraba de vacaciones por España cuando visitó el mercadillo de un pueblo de la provincia de Valencia. Un joven exponía con unas espuertas en la plaza pública, las frutas y hortalizas que él mismo cultivaba en la huerta que tenía junto a su casa. Sobre una pequeña mesa de madera tenía también una báscula romana donde pesaba el género a los compradores.
El forastero, acompañado por una bella señorita, después de alabar en perfecto español la forma de desenvolverse del joven y la calidad del género expuesto, entabló una coloquial conversación preguntándole entre otras cosas por el tiempo que dedicaba a su negocio.
El joven respondió que no contaba las horas de dedicación a la agricultura, pues también estaba aprendiendo a tocar la guitarra y realizaba otras tareas. Solo los lunes y viernes vendía en la plaza la cosecha de temporada, el resto de la semana mercadeaba en su propio domicilio. El norteamericano, entusiasmado por la soltura del joven, le pregunto por la razón que le impedía dedicar más tiempo al negocio, pues de hacerlo, recogería más cosecha, vendería más, y por consiguiente obtendría más ganancias.
El joven contestó que ganaba lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas de su familia, pues también disponía de un pequeño corral donde criaba animales, que era atendido por su esposa y por sus padres. Entonces el forastero insistió:
-Pero, si dispone de tiempo libre, ¿Por qué no se lo dedica a su negocio? Y el joven contesto:
-Duermo tranquilo, juego con mis hijos, toco la guitarra, echo una siesta con mi esposa cuando nos apetece, paso antes de cenar por el Casino y converso con mis paisanos y, los domingos, acompaño al coro de la Iglesia. Tengo una vida inmensamente feliz y ocupada.
El extranjero replicó:
-Yo me doctoré en Harvard y podría ayudarle. Creo que usted con las excelencias que muestra podría aumentar las ventas y, con los ingresos, comprar más tierra, pagar a personas para que trabajasen los campos y adquirir un puesto más grande y moderno en el mercado. A partir de aquí, abrir más puntos de venta y crear su propia red de distribución por toda la provincia. Controlaría la producción, el procesamiento y la distribución. Incluso podría establecerse en Madrid o Barcelona, en Paris o en Bonn, desde donde manejaría su empresa en expansión.
Se hace un silencio y el joven agricultor preguntó:
-Pero, ¿qué parte de mi vida dedicaría para realizar todo eso?
A lo que el estadounidense respondió:
-Unos veinte o veinticinco años con dedicación plena.
-O sea, lo mejor de mi vida, ¿y luego qué? Replicó el huertano.
El norteamericano exhibió una sonrisa y le dijo:
-Luego vendrían los beneficios. Podría lanzar una oferta pública de acciones de su empresa y se haría rico, conseguiría millones de dólares.
Se le queda mirando el joven agricultor diciéndole:
-¿Millones de dólares…, y qué más?
A lo que el norteamericano respondió:
-Luego se jubila; se retira a su mansión, buenos coches, las mejores galas, su propio yate, y viajar por todo el mundo sin preguntar el precio de las cosas.
Entonces el humilde labriego se le queda mirando y le dice:
– Muy bonito me lo pinta usted, pero, ¿acaso no es eso mismo, con alguna diferencia de matiz lo que tengo ahora? Mire usted, lo que más me sorprende de ustedes es que pierden la salud para ganar dinero; después utilizan ese dinero para intentar recuperar la salud pagando a los mejores médicos; y por pensar ansiosamente en un futuro millonario no disfrutan del presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro; se marcan objetivos so pretexto de proteger a su familia, y resulta que cuando los alcanzan, se dan cuenta de que esa familia siempre estuvo ausente para ustedes; viven como si no fuesen a morir nunca, y al final mueren como cualquier ser humano pero sin haber vivido. En el camino hacia el éxito se divorcian una docena de veces y vuelven a casarse otras tantas, pero nunca logran ser felices con ninguna mujer; tienen hijos de distintas esposas pero nunca disfrutan de ellos; muchos de ustedes recurren al soborno y a la corrupción política para lograr sus objetivos; el pago de favores suele ir muy unido al crecimiento y expansión de sus empresas; y al final, nunca tienen verdaderos amigos, pues piensan que quien se acerca a ustedes es solamente por el poder que ustedes ostentan y la fortuna que amasan. El norteamericano desconcertado por el mensaje, se le quedó mirando fijamente sin articular palabra.
– Ha sido un placer conocerle y compartir con usted –añadió el joven agricultor-, ya sabe dónde tiene usted su casa cuando visite España, y no dude en contar conmigo para todo aquello en lo que yo humildemente pueda ayudarle.
Textos como el que acabamos de leer nos muestran de manera muy sencilla, el formato social y económico que nos vendieron como si fuese la panacea. Con nuestra entrada sin cautelas en el Mercado Común Europeo, en la OTAN, en la Unión Europea, en el Euro, y en la rueda de un capitalismo salvaje, hemos recorrido el camino del cambio prometido, hasta llegar al punto crítico en el que hoy nos encontramos.
En primer lugar arruinaron nuestro sector primario: agricultura y ganadería. Después hicieron lo propio con nuestra flota pesquera. A continuación nuestra industria pesada fue aniquilada precisamente, cuando éramos la novena potencia mundial y la segunda industria naval después de Japón. La industria textil, la peletera y la del juguete, también nos fueron arrebatadas y trasladadas a lugares donde los derechos no existen en ninguna de sus formas. Y si nos fue arrebata nuestra industria y trasladada hasta allí, fue a instancias de un capitalismo salvaje, y de la mano del socialismo y la derecha liberal que trajeron ese cambio y la Constitución de 1978.
El partido socialista y el partido popular, integrados en la Internacional socialista y en la internacional del dinero respectivamente, y comiendo en la mesa común, fueron coautores de ese trasiego de producción industrial, argumentando que no pasaría nada, que allí producirían, y que aquí nos quedaríamos con los servicios y las finanzas. Pero el resultado ha sido que aquí nos hemos quedado sin nada, pues hasta los pepinos producidos en Almería están estrictamente controlados por Bruselas, que nos ha reducido a un país de camareros a expensas de que ellos, los artífices de la UE y del Euro, quieran venir a nuestro país a tomar el sol.
Capitalismo y socialismo crearon un gigante con pies de barro diciendo que íbamos a ocupar un lugar preferente en Europa, cuando está más que demostrado, que no hay desarrollo ni bienestar económico sin una producción industrial fuerte, eso sí, salvo que seas un paraíso fiscal, ejerciendo el papel de parásito vigilante y blanqueador de dinero procedente de los recursos naturales de países pobres; de actividades ilícitas como la explotación sexual; del contrabando de tabaco y de medicamentos; de la venta de armas; del narcotráfico; y, en algunos casos, del tráfico ilegal de órganos.
A muchos de nosotros, que nunca nos creímos lo del cambio ni lo de la moneda única, cada vez que vemos o escuchamos a los representantes de “la casta”, nos sucede lo de aquel campesino de cuya huerta había salido el árbol que proporcionó la madera con la que tallaron la imagen de San Pedro, y que se resistía a creer en la eficacia de sus posibles milagros a pesar de verlo muy bien ornamentado. Aquel campesino decía cada vez que se cruzaba con la imagen: “Gloriosísimo San Pedro, yo te conocí ciruelo y de tu fruta comí, los milagros que tu hagas que me los cuelguen a mí”.
Ese hombre se pensaba que había libertad en Europa, aquí al final trabajas para el estado burócrata opresor confiscatorio.
Gran articulo,muy pero que muy ilustrativo,a pesar de ello siempre habrá idiotas a granel que negarán la mayor,verdades tan grandes como la escritas por usted aquí,enhorabuena.
Enhorabuena por le articulo, esa era la verdadera España real , y es la que tendría que haber , no este monton de personas infelices , que se matan de estrés , para luego ser el mas rico del cementerio. SEÑORAS Y SEÑORES HAY QUE VOLVER A LOS VALORES REALES A LOS VALORES CRISTIANOS!!!
Me quito el sombrero señor Román. Lo felicito por su aportación tan valiosa, la verdad, una verdad que tarde o temprano acabará por abrir los ojos de una vez por todas a los españoles fieles a la caja tonta.
Enhorabuena
Excelente artículo. Enhorabuena.
En pelotas nos dejaron. Solo servimos para pagar. La pasta que a los griegos no les sale de las pelotas pagar, ya las pagarán los tontos de siempre y encima la mitad de ellos aplaudirán.