Coma caca
“Mil millones de moscas no pueden equivocarse: coma caca”. Seguro que ha escuchado en alguna ocasión este curioso eslogan, que es mucho más profundo de lo que sugiere la, en apariencia, simple ironía presente a primera vista. El significado es evidente, aunque no solemos tenerlo en cuenta: el hecho de que un número elevado de personas -quizá el planeta entero- defienda una idea o una opinión no quiere decir que esa idea u opinión sea buena. La verdad no está necesariamente en las mayorías. De hecho, añadiría yo, no suele estarlo.
Una de las mejores novelas de terror que he leído se titula Soy Leyenda, ahora pasada al género del cine, de Richard Matheson. En realidad, está a medio camino entre el terror y la ciencia ficción. Cuenta la historia de un mundo post-apocalipsis, cuando la mayoría de la Humanidad ha muerto víctima de una plaga desatada por un arma biológica. Los patéticos supervivientes deambulan por los restos de la gran ciudad, ahora desértica, víctimas de los efectos secundarios de la enfermedad que les ha convertido prácticamente en vampiros obligándoles a vivir de noche y agrupados en una especie de culto siniestro y anticientífico. El protagonista es justo un hombre de ciencia que, por razones que desconoce, no se ha visto afectado y por tanto se ha convertido en el único ser humano que continúa siendo normal a pesar de la catástrofe. La angustia y el drama de este hombre es que, siendo como es la única persona corriente que queda, en la nueva sociedad creada tras el desastre biológico, en realidad es un monstruo y un anormal, una bestia que es preciso cazar y destruir para tranquilizar al grupo mayoritario.
¿Exageración? Estamos acostumbrados a escuchar frases como éstas: “si todo el mundo lo dice, por algo será”, “no vas a ser tú el único que tenga razón yendo contra corriente”, “la mayoría representa la suma del conocimiento de mucha gente y por tanto sabe siempre más que el individuo solo”, “cómo vas a decir, pensar, opinar, defender…, esa cuestión, si la mayoría cree otra cosa distinta”. ¿Le suena?
Un psicólogo llamada Solomon Asch realizó una serie de curiosos experimentos durante los años cincuenta del siglo pasado en el curso de los cuales se mostraba un par de cartas a un grupo de 11 sujetos. Este grupo estaba trucado, porque 7 de sus integrantes eran colaboradores de Asch y tenían la instrucción concreta de expresar su opinión antes de que lo hicieran los otros 4, que eran el verdadero objeto de estudio y creían que todas las demás personas contestaban de manera independiente, como ellas. Los colaboradores nunca contaban su verdadera impresión sino lo que previamente a puerta cerrada se les habían ordenado que dijeran.
En la primera carta se mostraba una línea vertical. En la segunda, había tres líneas, una de ellas con la misma longitud que la de la primera carta. A continuación se pedía a los sujetos que dijeran qué dos líneas les parecían iguales. En ocasiones, Asch dirigía a los colaboradores para que contestaran mal a propósito. Y luego observaba las respuestas de las personas que respondían libremente. O que creían responder libremente…, porque comprobó que 3 de los 4 coincidían con las respuestas erróneas dadas por los colaboradores en al menos una ocasión. Uno de cada cuatro coincidía en la mitad de las veces.
Asch había demostrado científicamente la influencia determinante del grupo en las opiniones, y por tanto en las decisiones, en teoría individuales del ser humano. Sin embargo, falleció en 1996 sin haber conseguido desvelar el siguiente interrogante: aquéllos que se dejaban guiar por la opinión mayoritaria, que se mecían en brazos del llamado conformismo social, ¿lo hacían a sabiendas de que las respuestas eran incorrectas o realmente la presión ajena alteraba de alguna forma su capacidad de percepción y juicio de la realidad?
Hace unos meses, un grupo de investigadores norteamericanos dirigidos por Gregory Berns, psiquiatra y neurocientífico de la Universidad de Emory, en Atlanta, ha actualizado la experiencia de este psicólogo a través de una tecnología de la que él nunca llegó a disponer: una serie de escáneres de imagen por resonancia magnética que pueden observar el cerebro en funcionamiento. Y sus descubrimientos son enormemente interesantes.
En la versión actualizada de la investigación, participaron 32 voluntarios a los que se les mostró unas imágenes tridimensionales y se les pidió que las rotaran mentalmente para determinar si eran o no iguales. Mientras esperaban su turno, los sujetos conocieron a cuatro personas: en teoría, también voluntarias para el experimento; en realidad, los colaboradores del equipo de Berns, dispuestos a falsear las respuestas según las indicaciones previas. Después, cada participante entraba por turno en la máquina de resonancia magnética para captar una fotografía del proceso de reflexión. Antes de solicitar las respuestas a cada sujeto, se le mostraba las que habían dado los demás e, incluso, se les decía que algunas de las contestaciones habían sido facilitadas por un ordenador -se supone que se hizo así para asegurar que la presión social estaba ejerciendo efecto- y…, sucedió exactamente como en los experimentos de Solomon Asch.
Según los datos de la investigación, los sujetos secundaron las respuestas erróneas impuestas por el grupo en una media superior al 40 por ciento. Y con el dato añadido de que no hace falta que los colaboradores sean mayoría en el grupo para imponer su opinión. Basta con que se muestren seguros de la misma y la expresen con convicción y antes que los demás.
En esta experiencia, también se comprobó que el conformismo social aparece en el cerebro como una actividad típica de ciertas regiones que están enteramente destinadas a la percepción, pero la independencia de criterio surge en aquéllas específicamente implicadas en la emoción. Esto es, uno mantiene su propio camino mientras crea sincera y personalmente en él. Por supuesto, esta decisión puede suponer un coste personal de cierta relevancia, en términos de inseguridad o temor ante el futuro. En todo caso, Berns lo tiene bastante claro: “nos gusta pensar que ver es creer pero estos experimentos demuestran más bien que ver es creer lo que el grupo nos dice que creamos”.
Conclusiones:
Las conclusiones del estudio son bastante claras. Destacaremos dos: “la incomodidad de estar solo puede hacer que una opinión mayoritaria parezca más atractiva que ceñirse a las creencias propias” y ” si las ideas ajenas pueden afectar al modo en que alguien percibe el mundo exterior, entonces la misma verdad se ve cuestionada”. Lo que significa algo tan obvio como aterrador para los partidarios de la ortodoxia social y política: la democracia puede ser una de las mayores estafas de la historia de la Humanidad. No su formulación teórica, que es impecable y sin duda la mejor fórmula de gobierno sobre el papel, sino su aplicación práctica y diaria.
Yo veo aún algo más horrible en todo esto: ¿cuántas de las decisiones que toma usted a lo largo del día son realmente suyas? Es decir, no pertenecen a su pareja, ni a sus amigos, ni a sus compañeros de trabajo, ni a la publicidad, ni a la sociedad en la que vive, ni a ningún otro agente externo.
¿Cuál es la porción real de su vida? Suya, no impuesta desde fuera.
*Teniente Coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca
Es uno de los mejores artículos que he leído en un medio de comunicación. Es una obra maestra y para muestra un botón: El artículo nos hace reflexionar sobre la esencia misma del comportamiento humano, y sobre los vicios que éste tiene. Ese conformismo es lo que usan los medios de comunicación para “programar” nuestras opiniones, y para conseguir votos y cambiar resultados electorales, y es el que usan las empresas publicitarias para generar una opinión dentro de ti y que te inclines a comprar una cosa u otra. Este conformismo era antiguamente una herramienta evolutiva porque cohesionaba y daba… Leer más »
Buena reflexión la del artículo y este uniformado(de los pocos decentes que deben de quedar en su gremio)
Psicología de las masas.Gustave Le Bon
La revolución de las masas. José Ortega y Gasset.
La decadencia de occidente. Oswald Spengler.
Técnica y Civilización. Lewis Mumford
Libros imprescindibles.
https://www.youtube.com/watch?v=ppEJ8r7bQ2o
¿esta justificando que en realidad el 90% de los que opinan en esta página no son más que unos descerebrados influidos por 4 sátiros de bigotillo y voz de castrati?
Tenemos mas cultura
y mas vergüenza que tú
COMO DE AQUI A ROMA
Lo único que demuestra el soldadito con tantas citas en todos sus artículos es que no tiene ideas propias.
Esto lo han sabido los politicastros de todos los tiempos y sin necesidad de experimentos.
Así es.
Por cierto, la materia fecal de los bóvidos contiene vitaminas del grupo B y vitamina B12 en particular que puede ser de útilidad para los que consumen productos regados con agua contaminada por dicha materia.
LA DEMOCRACIA ES UNA FANTASIA CREADA POR POCOS PARA JODER A MUCHOS Y TERMINA EN TOTAL MIERDOCRACIA COMO LA POLITICA ESPAÑOLA DE HOY QUE ES TOTALMENTE BASURA TRAIDORES LADRONES CORRUPTOS ENCHUFADOS SAQUEADORES MANGANTES Y DEMAS PP Y PSOE
Por supuesto que esta democracia no es real,se induce a las masas manipuladas a votar para que crean “que forjan su propio destino”,nada mas lejos de la realidad,este sistema es sumamente pérfido,hace creer a la gente una y otra vez en una quimera por que con la democracia liberal capitalista las metas de ” la libertad,la igualdad y la fraternidad” son imposibles de conseguir,esta “democracia” es una patraña.
La libertad se consigue con la disciplina,la igualdad no existe y la fraternidad se consigue haciéndote respetar.
¡Mi teniente Coronel! cree usted que nos gobierna Skynet?
No creo,pero a ti si te guía el libro gordo de petete,seguro.
Podría ser más explicito.
Ya que tú sueltas una chorrada ante un articulista tan serio yo te suelto a ti otra como mínimo igual de gorda,Mijail alias “el terminator”.