3D, el maquillaje del cine
El futuro es el cine 3D. La frase no es de hoy, sino que tiene algo más de un año. Entonces el (in)genio(so) James Cameron espoleaba titulares con la coartada de su ‘western’ galáctico ‘Avatar’ y la (vieja) novedad de las películas en tres dimensiones se colaba en los Oscar. El cine estereoscópico llevaba a las salas a millones de espectadores en todo el mundo y se auguraba un nuevo orden en gran pantalla. Pues bien, el futuro ha llegado y las películas en 3D no han dejado de visitar la cartelera semana tras semana. El cine en relieve es una realidad en la taquilla, pero ¿ha supuesto la revolución que se auguraba o simplemente una moda pasajera?, ¿ha cambiado la forma de entender el (neg)ocio del cine?, ¿ha detenido la sangría de las descargas por Internet?
Cuando compramos una entrada es ya habitual encontrarse con las letras 3D clonadas por todas las esquinas de las multisalas. Hace apenas unos días, la Federación de Cines de España confirmaba con números su apuesta por el formato estereoscópico: 60 millones de euros se han gastado en adaptar las 500 salas que ofrecen ya gafas para ver títulos en tres dimensiones; unos anteojos que en 2010 se pusieron 14 millones de espectadores (un 136% más que en 2009) y recaudaron 120,7 millones de euros en taquilla. Suma y sigue. De las diez películas más vistas el año pasado en España, seis fueron cintas en tres dimensiones: ‘Avatar’ (52,2 millones de euros en taquilla), ‘Toy story 3’ (24), ‘Alicia en el país de las maravillas’ (22,5), ‘Shrek, felices para siempre’ (15,5), ‘Furia de Titanes’ (12) y ‘Gru’ (10,5). Con la calculadora en la mano, el éxito del 3D parece incontestable, pero las ecuaciones del cine son más complejas. Los viejos fotogramas en relieve se han desarrollado en los últimos años con la intención primordial de hacer frente a las descargas en Internet y aquí las matemáticas también son apabullantes. El ejemplo más ilustrativo es la propia ‘Avatar’, la gran película para lo bueno y para lo malo: la cinta más taquillera de 2010 y también la más pirateada de la historia en Internet con 16,5 millones de descargas a través de BitTorrent.
Aunque desde el punto de vista comercial, la exhibición estereoscópica está resultado rentable, la experiencia arrastra todavía algunos problemas, como son las gafas, que aunque más perfeccionadas no son del todo cómodas, y el coste, unos tres euros más que una entrada normal (en Madrid ya hay cines que cobran 11 euros). A eso hay que unir que, tras el sarampión inicial y la fiebre de convertir en relieve grandes producciones que se habían rodado en 2D, cada vez más productoras están renunciando a este formato (el caso del último ‘Harry Potter’ es un ejemplo) por su coste y sus discutibles posibilidades creativas, mientras que los géneros que mejor se están adaptando y aprovechando las posibilidades del sistema estereoscópico son la animación y el fantástico. Sin ir más lejos, el 3D llegado a la cartelera en 2011 empieza a dejar claro el sesgo mercantil de este formato (‘The Green Hornet’, ‘Santuario’, ‘Saw VII’, ‘Enredados’ o ‘El oso yogui’), un perfil que también busca la que será la única película española en tres dimensiones de este año: ‘Torrente IV. Lethal Crisis’ (en las pantallas el 11 de marzo). De hecho, en las candidaturas a los próximos Oscar sólo uno de los diez títulos candidatos a mejor película ha sido rodado y pensado en 3D, ‘Toy Story 3’, una brillantísima película de dibujos que, por otra parte, es la excepción de un formato en el que está primando la espectacularidad frente al guión, lo efectista frente a la imaginación, lo comercial frente a lo artístico.
Volviendo a las matemáticas, los números también dicen que la taquilla perdió el pasado año en España un 3,9% de recaudación y un 10% de espectadores. Un descenso que el 3D ha logrado maquillar, pero no detener porque la auténtica revolución a la que se enfrenta la industria cinematográfica es Internet y el cine (gratis) en casa. Y hacía allí apuntan también las tres dimensiones con su contagio al mundo de los videojuegos y, sobre todo, las pantallas de televisión.