Susana Díaz celebra el triunfo electoral en el Palacio de Congresos de Sevilla

Por Jesús Cascón.- Blas Infante, padre de la patria andaluza, como les gusta decir a algunos, decía aquello de Andaluces levantaos…. Y por lo visto, los andaluces lo hicieron el pasado domingo votando una vez más al PSOE y con ello asentando, guste o no. el régimen socialista que por el camino que lleva en esta comunidad van a quedar pequeños los 40 años de franquismo…

Decía Andreotti que el poder desgasta a quien no lo tiene. Él lo sabía muy bien porque había sido siete veces primer ministro en la larga etapa de hegemonía de la Democracia Cristiana que duró hasta los años 90. Y esa es la primera lectura que saco de las elecciones del pasado domingo.

En una segunda lectura me gustaría recordar otra frase, una de esas frases que a cualquier politólogo le gustaría utilizar a la hora de hacer un análisis tan complicado como el que nos ocupa. Decía Gramsci que hay veces en política que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer… Y precisamente eso es lo que ha ocurrido ni más ni menos en Andalucía el pasado domingo…, en nuestra comunidad PP y PSOE han sido los partidos más votados y por lo que sospecho el primero lo continuará siendo en las próximas elecciones generales, máxime si se consolida la recuperación económica.

Juanma Moreno Bonilla, candidato del PP

Pero dejemos las frases a un lado y centrémonos en las elecciones del pasado domingo. En todas las elecciones comprobamos que cada partido, cada candidato, hace una lectura similar de los resultados. Se ven vencedores, se muestran satisfechos y cantan y bailan en sus sedes hasta altas horas de la madrugada. Menos en esta cita, la de este domingo, donde un partido ha sido el gran protagonista, el perdedor sin paliativos, dejándose quince escaños en el camino y disolviendo todos los esfuerzos realizados hace tres años, cuando la candidatura de Javier Arenas, quien por cierto consiguió su escaño en Almería y cuya lectura la dejare para otro día, obtuvo la victoria y la cincuentena de representantes. Lo plasmé en su momento, lo dije con claridad y lo sigo manteniendo: el PP no podía sumar a su evidente bajón en las urnas la figura de un candidato desconocido y sin presencia en el Parlamento. No me equivoqué, es más, me quede corto, viendo los resultados. El PP ha perdido fuelle hasta límites peligrosos, muy peligrosos. Aunque quizás Moreno intente sacar tajada intentando un pacto con Susana, en ese pacto el PP aceptaría abstenerse o votar a favor en la investidura de la nueva presidenta, a cambio que el PSOE respete en mayo la lista más votada. Un nuevo cambio de cromos…

Teresa Rodríguez, candidata de Podemos, en la noche electoral.

Los que vislumbraban un batacazo de la líder del PSOE a la hora de adelantar las elecciones también se equivocaron. Era un riesgo evidente, pero como destaqué en su día, hubo una frase de los estrategas que caló hondo en la dirigente andaluza: “si adelantas las elecciones, lo peor que nos puede pasar es que nos quedemos como estábamos, pero los demás caerán por la ola de recortes y duras medidas económicas y porque no decirlo por la corrupción, aunque tiene gracia que sólo la corrupción haya pasado factura al PP y no al PSOE en esta comunidad donde el caso de los ERE y Cursos de formación deja en paños menores cualquier otro caso de corrupción en el resto del estado español “. Y vistos los resultados el PSOE terminó cantando ¡Bingo! el pasado domingo, porque el PSOE repitió número de representantes y su “mortal” enemigo, IU, calló en picado. Estrategia redonda. Además, los socialistas han consiguieron (aunque por pura inercia) mantener su flujo de voto fiel, les han votado prácticamente los de siempre, aguantando el tirón de Podemos y de Ciudadanos que, a su manera, han pegado bocados a la derecha, que se emborrachó de poder cuando ganó las elecciones hace tres años y que ahora está pagando las políticas nacionales, las tramas de corrupción y el evidente descontento de la ciudadanía hacia la clase dirigente.

El partido de la candidata Teresa Jiménez ha conseguido un importante recodo de parlamentarios, aunque menos de lo que pronosticaban o esperaban, porque quince representantes no otorgan demasiada fuerza en la toma de decisiones, pero sí en el control parlamentario, en la vigilancia que debe hacer todo partido que oposite al gobierno establecido. El triunfo de la formación añil es evidente, pero no se puede magnificar, toda vez que debuta en unas elecciones.

Es injusto decir que Podemos ha sacado quince diputados más que hace tres años, lo real es que ha conseguido quince diputados, sin más, al igual que los nueve de Ciudadanos, un partido con un corte interesante, una penetración en Andalucía muy respetable y que hay que tener en cuenta, máxime cuando, evidentemente, es la formación que más daño ha podido hacer al PP y la que ha propiciado, junto a Podemos, que el PSOE aglutine el voto útil de la izquierda. Sólo una pequeña reflexión sobre las condiciones de Rivera al decir que para descolgar el teléfono a la presidenta, el PSOE deberá cumplir dos condiciones, una rebajar los cargos de confianza en un más de un 50 por ciento, que echen a Griñán y Chavez algo fácil de decir de cara a la galería pero que basta mirar a ese pacto que mantiene su cabeza visible en Andalucía en una de las alcaldías más enblemáticas de la provincia de Cádiz, como es San Luca de Barrameda, gobernando con el PSOE, para darse cuenta que una cosa bien distinta es predicar y otra dar trigo…

Albert Rivera, junto al candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Andalucia, Juan Marín.

En cuanto a los que decían que en estas elecciones el bipartidismo saldría herido de muerte se equivocaron como en otras predicciones, lo digo porque mirando los resultados está claro que el bipartidismo no ha perdido 17 escaños, lo ha perdido el PP. El PSOE se ha salvado de la quema, y su estrategia ha dado resultado al ciento por ciento. El importante varapalo de los populares, y en menor medida de Izquierda Unida, es para reflexionar seriamente, como también el escenario del nuevo Parlamento andaluz. Y quedan cuatro elecciones. Esto no ha hecho más que empezar.

Pero que nadie olvide, sobre todo empezando por esos gurús demoscópicos, que los resultados finales del domingo lo que han demostrado sobre todo es que hay una disociación importante entre lo que publican los medios y la llamada opinión pública y la realidad del país. Ni es cierto que el PP y el PSOE se hayan hundido ni que Podemos o Ciudadanos puedan ser una alternativa a corto plazo a los dos partidos que han gobernado España desde comienzos de los años 80. Todo sigue igual o casi igual. Y si los derrotados deben hacer una lectura desapasionada de los resultado para intentar enmendar los errores, no menos lecturas deberán hacer todas esas empresas dedicadas a las encuestas y vaticinios si no quieren terminar por ser el hazmerreír de los ciudadanos.