‘Pan negro’: Vuelve a estallar la gresca
Agustí Villaronga Riutort, el triunfador absoluto de los últimos premios “Goya”, es mallorquín, como yo. Quizá por eso, de entrada, le profeso un afecto especial. Dios me libre de profesarle, por ser mallorquín, un afecto sectario y politizado. Agustín, salvo que se haya convertido en estos últimos días, simpatiza más con los de izquierdas que con los de derechas, aunque no es tan rojo como Bardem o como su santa madre.
En 1989 publiqué una nota biográfica acerca de este joven, casi sesentón, director de cine. Desde entonces, admiro su arte y su valor humano. Por su película “Pa negre” se ha armado una gran escandalera política en la que unos atribuyen su gran triunfo – nueve “goyas” – a la influencia de los catalanes y homosexuales de la Academia y otros a la herencia cultural del tripartito que gobernó recientemente en Cataluña.
Me meto en un cine y veo “Pa negre” en versión original, antes de emitir un juicio sectario y radical acerca del gran éxito alcanzado por mi paisano. Me importan un bledo su catalanidad, su homosexualidad y su herencia cultural del tripartito. No he querido, ni quiero, divagar acerca de las intenciones políticas del director de la película y no seré quien considere la historia de ese “pan negro” catalán que los vencedores dieron de comer a los vencidos y tampoco de es pan “sin alma” del que se queja la protagonista, cuando se lo arroja, enfurecida y víctima, al alcalde fascista de su pueblo, en los montes de Cataluña. Algunos comentaristas políticos se han apresurado a ver en la película de Villaronga, basada en una novela de Emili Teixidor, un claro intento de “remover la mierda” con lo de la “memoria histórica” y arguyen contra la película y contra el libro, diciendo que también hubo asesinatos en el bando rojo y que mejor sería perder, de una puñetera vez, la memoria de nuestra guerra civil.
Por lo que conozco a Villaronga y por lo que he leído de Teixidor me atrevo a decir que ninguno de los dos se caracteriza por su sectarismo a ultranza y que los dos, cada uno en su género, buscan la esencia del Arte en la Literatura y en el Cine.
Como ya he dicho, lo primero que hice, después de oír a los que atribuyen el éxito de “Pa negre” al lobby catalán y homosexual del Cine español, tan adornado de ministras en la gala de los “Goya” y después de oír, también, a los catalanes republicanos e independentistas que dicen que el anterior tripartito que gobernó en Cataluña es la raíz del buen cine y de la cultura progresista, entro en un cine de Palma y veo la película que me ha parecido perfecta por sus intérpretes, encuadres y por su atmosfera, muy dura por su contenido y magnífica por su dirección. La recomiendo a todo aquel que quiera ver las cosas de manera inteligente e imparcial, pasados ya setenta y tantos años desde aquella aberración criminal y fratricida, por ambas partes, que fue la guerra civil española de 1936.
Guardo una foto en la que Villaronga, de niño, tiene la misma expresión que Francesc Colomer, el niño protagonista y triunfador. Tanto él, como el resto de los actores y actrices, interpretan su papel de una manera genial y convincente. Por momentos, la Historia nos apuñala el corazón y nos pulveriza la conciencia.
He visto también las otras películas que compitieron este año en los “Goya”. A mi me gustaba más el niño de la película “Entre lobos”, esa espléndida adaptación del libro de mi paisano y amigo Gabriel Janer Manila, que hizo la tesis doctoral de su carrera sobre la historia real de Marcos Rodríguez Pantoja, aquel niño cordobés que, con sólo seis años, fue vendido a un cabrero por su padre y vivió doce años perdido en los bosques de Sierra Morena, en plan salvaje, entre lobos y culebras, búhos y águilas.
Al margen de toda gresca política, me quedo con aquel Villaronga principiante que conocí hace 30 años en los escenarios de Nuria Espert. Recuerdo al Agustín Villaronga, hijo de un cartero, que tenía – y creo que sigue teniendo – tres hermanas y que se fue a Barcelona, después de su bachillerato en los jesuitas de Palma, promoción de 1969, y se dedicó a la publicidad y fue actor de teatro y de cine y ha dirigido muchas películas de grandísima importancia cultural, es decir, de escaso público y escasos beneficios.
Ya me dirán, cuando hayan visto la película, en castellano o en catalán, si tengo razón o no. Hasta luego, amigo lector…