Escuchando la radio del coche, días atrás, lo emitieron. Paré el automóvil y lo escuché en su totalidad. Es quizá uno de los pasodobles que más calán y emocionan en el hondo sentir de los españoles. O quizá el que más. Compuesto por el giennense Antonio Álvarez Alonso, en Cartagena. Simboliza a la perfección la nostalgia y la tristeza de un país perdido y añorado ¡Cuantas y cuantas veces, al oírlo, al español de bien se le pone la carne de gallina pensando en lo que España fue y ahora no es! ¡Dónde está España! Sentimientos íntimos y muy personales, imposible de describir, pero muy reales. Solo lo pueden sentir los que se sienten verdaderos españoles ¡Cuánto duele España! Y por qué no decirlo: Se suspira cuando a alguien o a algo se ve que va a tener algún tipo de problema y se le ama verdaderamente. Es un sentimiento profundamente humano.

¿España país perdido? Si analizamos fría y objetivamente la trayectoria de nuestra patria, no queda otro remedio que reconocer que efectivamente es un país, no ya perdido, sino sin trayectoria ni rumbo fijo. Miento. La trayectoria está muy bien definida por aquellos que, aun nacidos en España, no desean su bien. Que no son pocos. El rumbo, a semejanza de los navíos a vela, dirige la nación al antojo de los vientos ¡Pero cuantos vientos hay que no se ven venir y repentinamente el navío (en este caso España) se mueve como si de un muñeco de trapo se tratara! Y suponiendo que no se hunda definitivamente, no vamos mal encaminados. Y de momento, no hay nadie que nos encarrile y evite el desastre. Ni en los más altos sillones. Nadie y apunto alto. Y los que se den por aludidos y tengan altas responsabilidades, que se pongan manos a la obra. Pero por lo visto, no hay ni responsabilidades, ni manos, ni obra. Porque como decía el torero “Hay gente pa  tó”. Creo que fue el Guerra.

¡Suspiros de España! Desde hace más de quinientos años, ya se suspiraba por lo que entonces se llamaba la Monarquía Hispánica, especialmente cuando sus soldados se hallaban en tierras extrañas combatiendo, y recordaban los usos, costumbres, idioma, comidas, formas de vida de su tierra lejana. Era inevitable que lo hicieran. No estaban allí. Pensaban que la tierra que les vio nacer era infinitamente mejor que la que sus zapatos pisaban. Y aunque fuera peor ¡Era la suya! Suspiraban por ella.

De los que colonizaron y vivieron en América, aunque les fueran bien las cosas, la mayoría añoraban España. Lamentos y quejidos causados por el invasor Napoleón, que anhelaba quedarse con nuestra España. Todos los que tuvieron que exilarse por la vuelta a España de Fernando VII, suspiraban por España. Los que tuvieron que vivir desterrados durante las Guerras Carlistas, también. Y no digamos los que tuvieron que irse durante y después de la Guerra Civil. Añoraban su España. Y actualmente los sollozos continúan con los españoles que, a falta de trabajo, lo tienen que buscar más allá de nuestras fronteras. Suspiramos por nuestra España actual. Esa, la dividida en diecisiete “partes”, “áreas”, “zonas” o como políticamente se dice “Comunidades Autónomas”. Suspiramos por nuestro devenir humano y social. Por nuestro futuro económico. También por el porvenir de nuestros hijos. Suspiramos para que nuestro futuro político sea claro y nítido. Para que tengamos unos políticos y gobernantes dignos de serlo; honrados y serios.

Suspiramos para que en nuestra Patria la cantidad ingente de parados que existen actualmente empiecen paulatinamente a encontrar un trabajo digno.

Suspiramos para que la cantidad de empresas, autónomos y demás componentes de la sociedad que sustentan la actividad económica española, puedan encarrilar de nuevo sus negocios.

Suspiramos para que las entidades bancarias faciliten el crédito a todo el que lo necesite realmente.

Suspiramos para que a nuestros hijos se les enseñe de una vez lo que significa ser español.

Suspiramos con el deseo de que no se recuerden más memorias históricas absurdas e inútiles.

Suspiramos que el gobierno actual y los futuros, acaben de una vez con los intentos secesionistas de los políticos catalanes y que están haciendo la vida difícil y complicada a los españoles (incluidos los catalanes de bien).

Suspiramos para el gobierno también controle el intento yihadista de introducirse en nuestro ambiente, y que los demás terroristas, del tipo que sea, sus secuaces, ejecutores, ayudantes, manipuladores de la información que los ayudan, políticos que sibilinamente los apoyan, abandonen definitivamente nuestra patria.

Suspiramos para que un andaluz, vasco, extremeño, gallego, valenciano, catalán, canario etc. puedan visitar el resto de su patria sin sentirse extranjeros en ninguna parte de la misma.

Suspiramos que todos los españoles podamos comunicarnos libremente sin trabas de lengua, opiniones y demás impedimentos actualmente existentes.

Suspiramos para que España tenga el lugar que se merece en el concierto internacional.

Suspiramos para que de una vez y para siempre los españoles nos respetemos los unos a los otros.

Suspiramos para que nuestra bandera ondee en todas partes, especialmente en Gibraltar.

Suspiramos y anhelamos profundamente para que nuestro monarca actúe como tal.

¡En cuantas ocasiones se ha suspirado, y se suspira por nuestra querida España!