El parricida de Moraña, que mata a sus hijas con una radial para vengarse de su mujer, es gay. Su condición sexual se oculta intencionadamente porque el movimiento LGTB está íntimamente ligado a los movimientos feministas radicales. Comparten el mismo interés por obtener subvenciones de dinero público, la madre del cordero en su lucha más que interesada.

Mi repudio absoluto al abyecto crimen, pero la manipulación de la noticia me subleva. Veamos otros ejemplos: “Detenida una mujer por colarse en el piso de su ex novia y violarla” (Mallorca 5/8/2015). Un ataque de una mujer lesbiana a otra no es violencia de género así que la víctima no contará con la especial protección de la ley de violencia de género que sólo prevé actuar cuando el agresor es un hombre. Ridículo, verdad? ¿Y el caso de Koldo Losada, el actor vasco asesinado por su pareja en Bilbao? Su muerte será anotada como crimen pasional o premeditado pero jamás como violencia de género. Aquí sí el agresor es hombre, pero al matar a otro hombre es un asesinato sin más.

La ley de violencia de género es un churro mal hecho, sectario por sexos y por ende anticonstitucional. Si hubiera una ley que castigara por un delito más a la mujer que al hombre, las feministas radicales saldrían manifestándose a la calle, seguramente desnudas, ante tamaña injusticia. La solución: derogar la ley de violencia “de género” y sancionar una ley que proteja a todas las víctimas de violencia “doméstica”  por igual.