¡Desengañaos, la custodia compartida no es de izquierda!
España es un país en el que, cuando a alguien le piden que exprese lo que “piensa” acerca de algún asunto (da igual la enjundia del mismo) empieza diciendo: “bueno, yo… déjeme que lo piense… yo creo que, si le digo la verdad… a ver cómo se lo digo yo para que me entienda, bueno, eso lo sé, pero no sé explicarlo…” Los españoles generalmente no piensan, sencillamente “creen”; como tampoco escuchan (aunque esté de moda considerar que “oír” y “escuchar” son vocablos sinónimos) ni suelen dialogar, sencillamente gritan, con la intención de apabullar, de vencer, doblegar a quien tienen en frente, como si fuera un contrincante, y más si adivinan, o suponen (pues los españoles somos muy dados a prejuzgar) que no son de su parecer, de su opinión, de su “ideología”… Ideología: “idea lógica”, nada más lejos de la “lógica” que las ideologías.
Aparte de todo lo anterior, también, lo común es que los españoles “crean” en un “Estado Benefactor”, hasta el punto de que somos los más estatistas de Europa, y posiblemente del orbe…
Se da la paradoja de que los españoles identifican política con corrupción, con negocio sucio, y a los políticos los consideran poco menos que unos gansters; pero al mismo tiempo “creen” en que esos mismos golfos les van a solucionar la vida…
Es por ello que los políticos profesionales, los oligarcas y caciques que nos malgobiernan, prometen el oro y el moro, una y mil veces, y la gente los sigue votando (por supuesto, la gente nunca se hace responsable del resultado de su voto, ni se arroga ninguna “culpa” de los desaguisados y el mal hacer de aquellos a quienes ha elegido, ¡Faltaría más!)
Estamos una vez más en periodo preelectoral (en realidad, en España solemos estarlo casi permanentemente) y la casta parasitaria está a la caza y captura de incautos. Por tales motivos, los partidos políticos están de lo más receptivos a cuantos grupos de presión, lobbies, se les acercan para que incorporen en sus programas las “reivindicaciones” del “colectivo” al que dicen representar.
En las últimas semanas, en los últimos días, me llegan noticias de que las “asociaciones” que proclaman ser las más representativas de los padres, madres, abuelos, e hijos de padres divorciados, y que se arrogan la exclusividad en la lucha por la custodia compartida de los hijos tras el divorcio, se vienen reuniendo con los partidos políticos con representación parlamentaria… Como era de esperar, todos “están muy receptivos” y deseosos de incluir en su programa electoral darle preferencia a la custodia compartida tras el divorcio…
Ni que decir tiene que, en esas reuniones hay un tabú respecto del cual hay un acuerdo tácito, que revolotea permanentemente y nunca se nombra: la legislación de “género” aprobada en las últimas décadas en España, al dictado del lobby feminista de género, y en particular la LVIOGEN –ley de violencia de género- de 28 de diciembre de 2004… “Eso, ni tocarlo, mejor no menearlo”.
Pues bien, como no paro de repetir (y la gente no escarmienta, tropieza una vez y otra más, en la misma piedra, hasta acabar haciéndose amigos de la piedra…) la custodia compartida es un imposible, mientras no se derogue, o vacíe la LVIOGEN. La perversa ley fue creada para legalizar el repudio en España (de la mujer hacia el hombre, por supuesto) y asegurar un completo éxito a las mujeres en los pleitos de divorcio, por la custodia de los hijos y la liquidación del régimen económico de gananciales; es por ello que todas las normas que se aprueben para que se generalice la guarda y custodia compartidas, e incluso que el Tribunal Supremo “siente jurisprudencia al respecto, quedarán en papel mojado.
Pero, lo más sorprendente de todo es que la gente damnificada por la legislación “de género” sigue sin darse cuenta de que “perspectiva de género” e “izquierda” son la misma cosa, y que quienes han promovido toda la legislación antifamilia, antihombre, que padecemos en España, no tienen intención alguna de modificarla, y menos de derogarla. Por la sencilla razón de que viven de ello, participan de un grandísimo negocio que tiene como pretexto, la “idea-mentira noble”, de proteger a la mitad de la población española de no se sabe bien qué, y librarla de todo mal.
Desengáñense los incautos, quienes se hacen llamar “de izquierdas”, y la “derecha socialdemócrata” (léase PP) hace ya mucho tiempo que ha abrazado la doctrina de género y renunciado a cualquier cosa que suene a progreso, humanismo, protección de la familia, de la infancia, y un largo etc. Muy al contrario, son cómplices entusiastas de quienes tienen por objetivo destruir la Civilización Judeo-cristiana.
Ya sé que hay mucha gente que pensará que “soy de derechas” al afirmar tales cosas. Corre por internet el dicho de que “si uno acaba el día, se va a la cama, y no ha recibido a lo largo de la jornada ningún improperio tal como “facha”, es que no ha hecho ese día “nada a derechas”.
Es más, algunos de mis amigos y conocidos me dicen últimamente que, están preocupados, que se me nota “muy cambiado”, que parezco una persona “de derechas”.
Y además, me lo dicen con un tono de especial preocupación –algunos, añaden que debería empezar a preocuparme yo también…- también suelen opinar los que me conocen y aprecian, que el apelativo en cuestión es injusto e inmerecido; aunque otros piensan que de alguna manera yo me lo he “currado”, que me lo he ganado a pulso, y que la imagen que tengo tal vez se debe a mi forma de expresión, a que el lenguaje que suelo utilizar es calificable de social y políticamente “incorrecto”. Y especialmente cuando critico, pongo en cuestión todo lo relativo a la legislación “de género”, y concretamente la LVIOGEN y la legislación de divorcio, así como la práctica habitual de los jueces y fiscales en lo que respecta a la guarda y custodia de los menores cuando sus papás ponen fin a su matrimonio.
Casi todos se lamentan, y acaban afirmando que si endulzara, suavizara mi conducta y mi forma de expresión, posiblemente me iría “mejor” y dejaría de parecer un tipo “de derechas”… Se supone que eso de ser o parecer de derechas no es nada bueno, más bien peligroso, en estos tiempos.
Total, que ha llegado un momento que, por repetírmelo tanta gente y tantas veces, he acabado dudando, e incluso pensando que algunos puede que tengan razón. Así que he comenzado por buscar en el diccionario, ¿Cuáles mejores que el de la Real Academia Española, o el “María Moliner” de Uso del Español?
El Diccionario de la Real Academia Española dice que el vocablo “derecha” viene del latín “directus” (directo, directa):
1. adj. Recto, igual, seguido, sin torcerse ni a un lado ni a otro….
2. adj. Justo, legítimo.
3. adj. Fundado, cierto, razonable.
4. adj. Que va sin detenerse en puntos intermedios (“Ir derecho al asunto”)
5. adj. Dicho de una parte del cuerpo humano, que está situado en lado opuesto al corazón…
6. Facultad del ser humano para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida…
7. Propio de “la derecha política” (de ahí lo de “derechista”)
Tanto el Diccionario de la Real Academia Española, como el María Moliner de Uso del Español, dicen que se denomina “Derecha” a la gente que en una Asamblea se sienta a ese lado –el lado derecho- del Presidente…
También, ambos diccionarios hablan de “derecha” como sinónimo de “conservador”, ideología de la gente que se opone a hacer intentos revolucionarios, denominación utilizada para nombrar a la gente que considera que la eficacia de las fórmulas convivenciales existentes está suficientemente demostrada, y ya que se consideran válidas, pues no hace falta hacer cambios profundos, o radicales en la sociedad.
En ambos diccionarios la palabra “conservador” no tiene connotaciones negativas, conservar es sinónimo de hacer durar las cosas buenas que se poseen…
Las acepciones que mencionan los diccionarios, de la palabra “derecha” no tienen connotaciones especialmente negativas, algunas son aplicables a personas, otras no tanto (ni siquiera de forma metafórica).
Pues bien: Si ser “de derechas” significa abordar las cosas de forma “recta”, sin torcerse a ningún lado, ser justo, razonable, ir derecho a los asuntos (sin tibiezas ni medias tintas) o actuar con legitimidad… ¿Por qué se usa por parte de alguna gente, el término “derechista” como sinónimo de fanático, o poco menos que inmoral, o cosas parecidas?
¿Qué significa, en verdad, ser “de derechas”?
Yo soy de los que piensan que las personas son los únicos titulares de derechos. No creo que existan los derechos de la nación, de la patria, de la colectividad, ni de ninguna clase social. Yo creo en los derechos de las personas, que no pueden ni deben decaer ante entelequias que unas veces son mitos, y otras forzadas obras de ingeniería social.
– Sí ser “de derechas es oponerse a la supremacía del Estado sobre el individuo, a la reducción de la persona a simple miembro de una colectividad, oponerse al afán “igualitarista” en lo moral e ideológico, a la obsesión por la uniformidad, oponerse a que el estado se arrogue la potestad exclusiva de educar al ciudadano, negándole a las familias ese derecho,… Entonces, es posible que quienes dicen que yo soy de derechas, tengan razón.
– Si, entre otros motivos, ser de derechas es creer en que los seres humanos son suficientemente capaces de mejorar su circunstancia personal, promocionar, buscar y encontrar su propio camino, explorarlo, recorrerlo, llegar a la meta y hacer de su vida una experiencia apasionante… Sin que el Estado los tutele, o les proporcione todo lo que solamente se puede llegar a apreciar cuando se ha conseguido desde el ejercicio del albedrío y la superación personal… entonces, e muy posible que quienes dicen que yo “soy un tipo de derechas” estén en lo cierto.
– Si ser de derechas significa creer en la Libertad, y no en la Igualdad, pues “La Igualdad” no existe, es una cosa infrecuente en el Mundo en el que vivimos en todos los niveles o escalas, desde el atómico, o subatómico, al animal, pasando por el celular… pues, insisto, entonces ciertamente yo soy derechista,…¡Y yo sin enterarme hasta ahora!
– Si ser de derechas significa pensar que la glorificación del Estado del bienestar ha sido un gran error, y que la universalidad de la sanidad, la educación, la atención jurídica o la previsión de la vejez son conquistas irrenunciables, pero que no están siendo gestionadas de la mejor manera posible; entonces yo soy de derechas…
– Si ser derechas es desear una democracia “más profunda y permanente”; profunda en el sentido de que no se dé un cheque en blanco a los políticos sino un mandato concreto, y permanente porque los actuales medios tecnológicos permiten frecuentes consultas a la ciudadanía; entonces, yo sí soy de derechas.
– Si ser de derechas significa desear un sistema electoral más justo que el actual, matemáticamente proporcional a lo votado, sin las manipulaciones actuales que propicia la Ley d’Hondt; entonces, efectivamente yo soy derechas.
– Si ser de derechas significa pensar que el Estado no debe financiar con nuestros impuestos ni a los partidos políticos, ni a los sindicatos, ni a las patronales, ni a las confesiones religiosas, ni a ninguna entidad privada, sino que debe ser la sociedad quien libremente debe costear a aquellas entidades que prefiera (siendo fiscalmente desgravables las aportaciones a cualquier entidad no lucrativa) pues sí, sin duda yo soy de derechas, de la “derecha más extrema”.
– Si ser de derechas significa pensar que una democracia auténtica requiere una administración de justicia realmente independiente, lo cual significa, también estar en contra de que el nombramiento de los órganos judiciales y de la fiscalía se realicen por parte del poder ejecutivo o legislativo; entonces yo también soy de derechas.
– Si ser de derechas significa condenar cualquier clase de violencia, el uso de la fuerza para condicionar la acción de otros, ya sea el Estado o un particular quien la ejerza; si ser de derechas significa tener el firme convencimiento de que el referente moral debe la declaración universal de los Derechos Humanos y civiles, y pensar que toda forma de tortura o trato degradante (incluyendo la pena de muerte) son absolutamente detestables; entonces sin duda yo soy radicalmente de derechas.
Puesto que la mayoría de los humanos es gente de buena voluntad (o como ahora se dice “buena gente”) y a poco que se mire a nuestro alrededor se acaba uno percatando de que hay personas que lo pasa mal, acaba uno dándose cuenta de que hay desigualdad, injusticia… Inevitablemente, poca gente es la que no se deja tentar por “utopías bienintencionadas”, que pretenden un cambio social profundo… que pretenden implantar el paraíso ahora… Es que quien tenga un poco de sensibilidad es casi imposible que no se conmueva cuando ve gente sufriendo, es difícil no sentirse concernido por el dolor y la miserias ajenos.
Pero, todo ello no implica, necesariamente, que el Estado deba controlar a las personas, más bien al contrario, yo soy de los que piensan que las personas deben controlar al Estado.
En definitiva, no tengan dudas de llamarme “de derechas” por aspirar a vivir en una sociedad de hombres y mujeres responsables de sí mismos (la responsabilidad es la otra cara de la moneda de la libertad). Una sociedad de seres adultos, soberanos, autogobernados, una sociedad de personas en la plena extensión de la palabra, es decir, una sociedad libre.
Y ya para terminar, retomemos el asunto con el que empecé: Desengañaos, solo hay en España un “gran partido” que apoye la guarda y custodia compartida tras el divorcio, y la generalización de la orientación y la mediación familiar, y que se ha posicionado desde hace años, claramente contra la “ideología de género”, ese partido se llama Iglesia Católica Española. Algunos dirán que, también hay otros como Vox, pongo por caso… Pues, “eso”, pensad, pensad… uníos a quienes apoyan clara y rotundamente, sin remilgos, sin tapujos nuestras reivindicaciones.
Carlos Aurelio Caldito Aunión.
Badajoz.
Nota.- Recomiendo la lectura del “Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia Española”, de diciembre de 2002; se puede descargar fácilmente en internet.