Por qué no derogó Rajoy la Ley de Memoria Histórica
Le pregunté al Presidente del Gobierno por qué no había derogado la Ley de la Memoria Histórica apenas llegar al gobierno, hace cuatro años. Es cierto que mi pregunta se diluyó entre los eufemismos del Presidente y el interés de los periodistas, más pendientes del asunto catalán, y hasta dudo que la respuesta fuera oída, o al menos tenida en cuenta, por el auditorio. La contestación vaga de don Mariano Rajoy, en el transcurso de una intervención globalmente exitosa, cabría calificar, me ha confirmado una vez más que la diferencia entre la izquierda y el partido que actualmente dirige y manda el señor Rajoy (no me atrevería a calificarlo como derecha), consiste en valorar cada tema en su justa medida, teniendo en cuenta las consecuencias que el tema en cuestión pueda generar. O sea, como dicen los biógrafos que dijo Antonio Maura a Francisco Silvela, “hasta las comas de uno de mis proyectos son objeto de gabinete”.
Contestó el Presidente que su gobierno había dado cero euros a la Ley de Memoria Histórica desde su llegada, y que el tema no suscita un gran debate social. Y se quedó tan satisfecho.
La presencia de Mariano Rajoy en el foro “La España necesaria”, organizado por el diario El Mundo, obedece a exigencias electorales. Estamos en plena campaña. El Presidente, poco dado a comparecer ante los medios, aprovechó – y aprovechó bien- este foro para dar a conocer los siete puntos en el que se basará el programa electoral de su partido.
La respuesta del Presidente del Gobierno a mi pregunta debo considerar que es su opinión y, por tanto, entiendo que su opinión es criticable, y desde luego no compartida por muchos españoles. Porque no basta con no aplicar un presupuesto a una Ley cuyo objetivo nada tiene que ver con su enunciado; cuando hemos observado y padecido que su aplicación ha sido un arma letal contra la sociedad española, un ariete contra la convivencia y ha pretendido anular una parte de la Historia de España; que se ha utilizado contra sus protagonistas, que ha sido capaz de crear amargura entre una gran parte de la población y que, lejos de animar a las jóvenes generaciones a mirar al futuro, ha provocado una mirada atrás cargada de odio, rencor y venganza. Llegamos a la conclusión de que no basta con no patrocinar económicamente a la Ley, sino que hay que suprimirla, derogarla en términos más apropiados. “¡Ábranse las páginas de esa historia!”, decía el Divino Arguelles en una memorable sesión de Cortes, para acallar a los liberales que urdían los conflictos sociales en las calles madrileñas de agosto y septiembre de 1820. Pues ábranse, si el señor Rajoy tiene alguna duda…
La izquierda, sin saber si ganará los próximos comicios electorales, ya ha anunciado que excluirá la Religión de las aulas. He aquí una diferencia apreciable entre las prioridades de unos y de otros.
Rajoy opina que la Ley de la Memoria Histórica no ha suscitado un gran debate social. Debería ocuparse de preguntar a sus votantes qué problemas actuales les inquietan, y qué opinión tienen, por ejemplo, de la Reforma de la Ley del Aborto que nunca llegó a producirse.
Porque una cosa es no cumplir una promesa electoral en materia económica, cuando la situación demanda todo lo contrario, que es su argumento para justificar medidas contrarias a lo que prometió en su programa electoral de hace cuatro años, y otra es dar la espalda a los contenidos sociales, culturales y religiosos que son los que establecen el armazón de la sociedad que aspiramos a conformar. La filosofía de nuestra sociedad. El activo que nos permite avanzar porque, aunque no lo crea el señor Rajoy, y él todo lo base en la economía, sus contrincantes políticos sí lo tienen claro, como demuestran sus propósitos…
Como ya dije en alguna ocasión, esta Ley ha sido un ariete contra la convivencia de los españoles, un motivo de resentimiento, venganza, hostilidad y afrenta; en absoluto ha servido para resolver situaciones injustas de las que han sido víctimas los más débiles y su aplicación ha sido una maniobra, decididamente establecida, para desvirtuar al bando ganador de la Guerra Civil que, curiosamente, entró en el conflicto ante la incapacidad del régimen entonces establecido para contener y controlar la anarquía de algunos de sus destacados combatientes, y la masacre de que estaban siendo víctimas muchos españoles sólo por ser católicos.
La misma diligencia que utiliza para atajar el desafío independentista catalán, maneja don Mariano Rajoy para eliminar una afrenta a la Historia de España y a una parte importante de la sociedad española. Mi pregunta fue directa, dando por hecho que suprimir la Ley de Memoria Histórica era una obligación para un partido que busca la cohesión social.
Tanto Rajoy, como el PSOE, y otros partidos, son títeres del sionismo y la masonería, y ellos deben de gobernar para cumplirles a ellos, no al pueblo español. Rajoy, sabe, que no puede derogar el aborto, ni la memoria histórica, por que mandan los extranjeros, masones de Europa y del mundo. Por eso votar por Rajoy, de parte de un católico, es saber que no les va a cumplir, pues ellos tienen otros compromisos, con la banca usurera y la masonería.
Toda la razon.
La Ley de la Memoria Histórica y el Multiculturalismo no es ninguna idea de Zapatero.- Es una iniciativa de la
Masonería, que tanto el masón de Zapatero como el masona de Rajoy cumplen y propagan a rajatabla.
Se puede confirmar por Internet y de paso enterarse que la Masonería tiene como misión destruir España
De acuerdo con usted Sr. Feito. Pero habrá que recordarle a, como dice usted, don Mariano Rajoy, que el respeto hay que ganárselo, no se consigue comprándolo. Yo sencillamante le llamo Rajoy o “oiga”. No se merece más, con o sin memoria histórica.
Un saludo.