Manifestación a favor de los refugiados sirios

Por José L. Román.- Para entender la postura adoptada por la izquierda española frente al terror islamista, cuando son llamados a firmar un pacto antiyihadista y unos lo hacen con matices y otros se niegan rotundamente a rubricar ese pacto, no hay más remedio que remontarse al comportamiento de esa izquierda que se dice “democrática”, frente al terrorismo de ETA.

¿Quién no ha escuchado o leído alguna vez la justificación que se ha venido haciendo, y se hace del terrorismo de ETA? “De todo lo malo que pasa en España, la culpa la tiene Franco”. Así rezaba y reza todavía en decenas de artículos en la prensa diaria, particularmente en la prensa de la izquierda española, como una cantinela que suena ya a monserga pesada, repetida y monótona.

Y, ¿que lectura debemos hacer de todo esto? Pues que sin Franco y su régimen, la izquierda se queda sin discurso, no tiene nada que ofrecer ni de qué hablar, salvo de una doctrina ideológica trasnochada, obsoleta y caduca que, en España, huele a sangre y martirologio de miles y miles de inocentes por el hecho de abrazar la cruz de Cristo.

Se acaban de cumplir cuarenta años de la muerte del general Franco, y en la izquierda de la “parasitocracia”, se sigue hablando en entrevistas y documentales del terrorismo de ETA y de los criminales de la banda, en el sentido, de si han dejado de matar; de si se han arrepentido o no; de si han pedido perdón a las víctimas o no, y de que deber salir de la cárcel, pero en definitiva, siguen siendo ensalzados cómo héroes que lucharon contra la represión franquista para traernos la libertad y la democracia.

De esta manera, y principalmente desde las universidades, han venido manipulando y manipulan a la juventud, para que no alcancen a ver que la gran mayoría de las víctimas inocentes -entre los que se cuentan niños y ancianos-, fueron asesinados por un grupo armado de extrema izquierda y de ideología marxista leninista, años después de que Franco recibiese cristiana sepultura.
Siguen con la milonga de que ETA nació para luchar contra el franquismo, cuando resulta que, de los ochocientos muertos en su haber, más de setecientos se contabilizaron a lo largo de esta democracia. Milonga con la que, para confundir a la opinión, sacaban a la gente a la calle para combatir a ETA, con las manos pintadas de blanco y con lazos negros en el pecho.

Hasta qué punto le ha funcionado bien a la izquierda aquella milonga, que hoy, cuando el terrorismo ya no es el de la ETA sino del “enemigo sin rostro”, alentado por una cultura y una religión a todas luces aberrante, esa izquierda sigue machacando como en tantísimas ocasiones con todos los medios informativos puestos a su disposición, para justificar, ante una masa perfectamente adoctrinada, algo que no tiene ninguna justificación como es el terrorismo. No es de extrañar por tanto, la postura que adoptan ahora con el terrorismo yihadista, muy similar a la que adoptaron con el de ETA.

Así que, vuelta la burra al trigo: “La razón principal de que los islamistas atenten en Europa y en otros puntos del Planeta, es como consecuencia de las guerras provocadas por los países occidentales en Libía, Iraq, Siria, etc.”.

Yo, personalmente, he denunciado a través de este medio en varias ocasiones, todo lo que está sucediendo en Libia, Iraq o Siria, y la aberrante injusticia que supuso las invasiones de aquellos países, y el posterior asesinato de sus líderes respectivos (Gadafi y Sadam Husein). Pero, una cosa es oponerse firmemente a aquellas invasiones y asesinatos de miles de civiles por intereses bastardos, denunciando públicamente también esos graves errores y esos magnicidios, y otra muy distinta es, como hace la izquierda española, omitir tácitamente las detenciones de islamistas en España, para intentar eludir su responsabilidad sobre aquel efecto llamada de una inmigración incontrolada bajo aquella “alianza de civilizaciones” inventada por el “bobo solemne”, que miró para otro lado ante la permisividad de las mezquitas como lugares de adoctrinamiento, y sobre las aberraciones que esa cultura predica y sostiene.

Yo les invito a que vean el video colgado en Youtube y emitido en el programa de “La Ratonera”, donde un tal Malik Ibn Benaisa, arenga sobre algunos pasajes del Corán acerca de cómo debe ser el comportamiento de una mujer musulmana, y donde dice entre otras muchas cosas: “La mujer que salga a la calle perfumada es una fornicadora; y cada mirada que reciba esa mujer de un hombre es una fornicación…”.

Esto se está impartiendo en una mezquita en España, y en un estado de derecho, y es bien visto por nuestra democracia a tenor de la pasividad de nuestras autoridades. Y mientras, cualquier español que diga por ejemplo que “los que pitan el himno español e insultan al Jefe del Estado son unos cerdos”, aparte de ser linchado por los medios de comunicación de izquierda y derecha, tiene que comparecer ante la justicia por la presentación de múltiples querellas criminales.

Por lo tanto, la responsabilidad del terror yihadista en Europa no es solo de los criminales, es también de los políticos y de los Gobiernos europeos en el poder durante los últimos años que, aparte de crear guerras y conflictos allí donde no existían, abrieron las puertas de par en par a la inmigración musulmana, tolerando la difusión de ideas contrarias al estado de derecho y abiertamente delictivas, amparándose en la tan cacareada libertad religiosa y en la “alianza de civilizaciones”.

No es necesario que un musulmán se aliste en el DAHES o en ISIS, para que ejerza, por razones culturales y por su religión, un comportamiento por ejemplo sobre las mujeres y las niñas, que es considerado en los países libres y democráticos como intolerable. Esos comportamientos chocan frontalmente contra nuestro modo de vida, nuestras costumbres y nuestras tradiciones. Pero, cuando esa confrontación tiene lugar, solo los que abrazan el Corán hacen oír su voz en la calle, con el apoyo incondicional de la izquierda.

Eso sí, en esa izquierda abiertamente anticristiana, ni una sola palabra de denuncia sobre los cristianos que son pasados a cuchillo y quemados vivos por miles, en países donde se impone el yihadismo, y que no tienen –curiosamente-, ni posibilidad ni medios para venir a Europa como refugiados.