A qué juega Turquía
El pasado 24 de noviembre el mundo fue testigo del derribo de un avión militar ruso Sujoi -24 por cazas turcos. El acontecimiento de inmediato acaparo las primeras planas de todos los periódicos del planeta, “Es la primera vez en cincuenta años que la OTAN derriba un avión ruso”, sentenció The New York Times. Sin embargo, sería desacertado contemplar el deterioro de las actuales relaciones entre Rusia y Turquía “como algo que ha aparecido súbitamente y carece de causas visibles” acota el conocido analista turco Bülent Aras, quien describió las relaciones ruso-turcas como una “colaboración entre competidores”. De hecho, las posturas de Moscú y Ankara nunca han coincidido en un rosario de cuestiones políticas, entre las cuales destacan: el conflicto de Nagorno-Karabaj, las fronteras en el Cáucaso, el reconocimiento del genocidio armenio, el problema de Kosovo, la cuestión kurda, la cuestión de Chipre, el cambio de estatus de la Península de Crimea y el problema sirio, entre otras. Con todo, su desacuerdo no atravesaba ninguna “línea roja,” lo que se corrobora por el hecho de que durante largo tiempo fue posible minimizar las discrepancias, impulsando unas relaciones comerciales mutuamente beneficiosas.
Entorno
Desde que en 2002 llego al poder en Turquía, Recep Tayyip Erdogan, este ha impulsado la denominada doctrina de profundidad estratégica o neo-otomanismo. La misma se esfuerza por recrear una especie de imperio otomano de nuevo cuño, que se manifiesta en un cierto acercamiento hacia las posiciones defendidas por otros Estados musulmanes moderados, apuntando con ello, a la toma de conciencia por parte de Turquía de su renovada influencia regional y de su peso geopolítico en el Próximo Oriente, que se manifestaría en una cierta “orientalización” de sus relaciones exteriores. Tal política se enfrenta con la creciente influencia de Irán y con una situación geopolítica poco condescendiente, particularmente, por la forma como hasta la fecha, ha evolucionado el conflicto sirio.
Causas
Como es evidente, Ankara y Moscú no van de la mano en lo que al conflicto sirio se refiere, toda vez que mientras que el gobierno turco intenta derrocar al régimen de Baschar Al Assad, Rusia, aparece como su principal valedor y protector. Esta complicada relación diplomática tuvo su punto álgido después de que un caza Su-24 fuera derribado en las montañas del noroeste de Siria por dos cazas F-16 turcos.
Versiones
Ankara sostiene que dos aparatos rusos, el abatido y otro que no pudo ser interceptado, violaron su espacio aéreo, por unos 17 segundos en un área 3 kilómetros dentro de su territorio. Según Turquía, ambos fueron avisados hasta “en diez ocasiones durante cinco minutos” de la ilegalidad de su posición, antes de que dos cazas F-16 que se encontraban patrullando la zona, abrieran fuego. De acuerdo con esta versión, el avión turco derribó una aeronave “no identificada” después de que la misma violara el espacio aéreo en el sur del país. Contrario a tales afirmaciones, Rusia niega esta versión y sostiene que sus dos aparatos jamás violaron el espacio aéreo turco. Atendiendo a la versión del Kremlin, el caza abatido, habría realizado un vuelo en forma de arco y que cuando se disponía regresar a su base de Hmeimim al noreste de Siria, el avión fue interceptado por los cazas turcos.
Entre los datos que el Ministerio de Defensa ruso hizo públicos para corroborar su versión de los hechos, se muestra que el bombardero Su-24, no entró en el espacio aéreo turco, sino que al contrario, el F-16 turco entró en el espacio aéreo sirio para derribar el bombardero ruso, que fue atacado “un kilómetro de distancia del territorio turco”, a una altura de 6.000 metros y derribado sobre territorio sirio, a cuatro kilómetros de la frontera con Turquía. La razón principal que según Moscú, motivó el proceder turco, está ligada a la compra por parte de Ankara a DAESH, de petróleo de contrabando procedente de los yacimientos de Siria, que están bajo control del grupo terrorista. Al comercio ilegal de petróleo se añade, según Putin, la circunstancia de que los combatientes del ISIS “son defendidos por parte de las Fuerzas Armadas de un Estado entero”.
Aludiendo con ello, que DESH, cuenta con acólitos, dentro de la cúpula militar turca. A la versión rusa se añade la exegesis independiente de astrofísicos de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica quienes revelan que encontraron discrepancias significativas en los datos oficiales presentados por parte de Turquía sobre las advertencias al bombardero ruso Su-24. De acuerdo al blog de la Universidad, los investigadores belgas Tom van Doorsselaere y Giovanni Lapenta, en base al video del incidente publicado en la Red, calcularon la velocidad del avión ruso en el momento del derribo, que resultó ser mayor a la que había anunciado Turquía. Al analizar los datos, los científicos concluyeron que el bombardero ruso volaba a 960 km/h y partiendo de esto afirmaron que es muy poco probable que la Fuerza Aérea turca hiciera diez advertencias durante cinco minutos al Su-24, tal y como Ankara anuncio, ya que, tomando en cuenta la velocidad del bombardero y la distancia hasta la frontera del país, a Turquía le era imposible llegar a la conclusión, de que el avión ruso iba a entrar en su espacio aéreo.
Conclusión Premiliar
Según versiones de prensa y del conjunto de datos presentados por Rusia y Turquía parece muy poco probable que el Su-24 (incluso si entró brevemente en el espacio aéreo turco) recibiera diez advertencias, puesto que la zona fronteriza donde tuvo lugar el incidente es de solo 2,5 kilómetros de ancho. Con una velocidad máxima de 1.600 kilómetros por hora, el Su-24 ruso habría cubierto esa distancia en unos seis segundos. Además, teniendo en cuenta que la aeronave estaba a una altitud de 6.000 metros, el caza turco habría necesitado mucho más tiempo para prepararse para el derribo.
Consecuencias económicas
De acuerdo a Medvédev, Primer Ministro ruso, la consecuencia directa conducirá al rechazo de Moscú a la realización de importantes proyectos conjuntos. Lo cierto es que las compañías turcas podrían perder su posición en el mercado ruso. Según versiones periodísticas, el derribo del Su-24 “ha puesto en juego el comercio mutuo por valor de más de 30.000 millones anuales y más de 2.000 millones de dólares de inversiones acumuladas mutuas. Teniendo en cuenta el comercio de servicios, las cifras son aún mayores: por ejemplo, el año pasado el volumen de ventas de bienes y servicios entre los dos países ascendió a casi 44.000 millones de dólares”.
El sector del turismo también puede experimentar pérdidas irreparables, “ya que solo en 2014, la contribución de los turistas rusos a la economía turca ascendió a 3.700 millones de dólares, que es alrededor del 12% de todos los ingresos de la industria turística del país”. Se suma a ello, la posibilidad real de poner fin al proyecto de creación de una Zona de libre comercio entre Rusia y Turquía y al Acuerdo de libre comercio de servicios e inversiones, que ambos países negociaban. La medidas rusas podrían incluso afectar la construcción de una central nuclear en suelo turco y dar al traste definitivo con la construcción que Gazprom y la compañía estatal turca Botas, habían adelantado luego de la firma de un Memorándum, de un segundo gasoducto a través del mar Negro, el Turkish Stream, destinado a sustituir el proyecto South Stream bloqueado por la Unión Europea. Sin embargo, el punto neurálgico en las relaciones económicas ruso-turcas, es el sector energético. Según medios de prensa, “en 2014, Rusia suministró a Turquía 27.300 millones de metros cúbicos de gas natural, lo que representa aproximadamente el 60% de las necesidades de Ankara”. En otros términos, Turquía en gran medida depende del gas ruso: un golpe en su suministro, seria todo un impacto en la línea de flotación de la economía turca, haciéndola colapsar.
Militares
Unas de las consecuencias más importantes, sino no la más decisiva en la dinámica del conflicto sirio y en el equilibrio militar regional y global, lo será sin dudas el establecimiento en la base militar rusa de Jmeimin, en Siria, del sistema antiaéreo de cohetes múltiples S-400 Triumf. Tales sistemas de defensa antiaérea de largo alcance son actualmente los más avanzados en defensa antiaérea y antimisilística en poder de Rusia. Los S-400 pertenecen a un sistema coheteril de nueva generación dotado de seis baterías de hasta 20 misiles para destruir modernos medios de ataque aeroespacial, incluidos cohetes balísticos, hasta una distancia de 250 kilómetros. Además de un amplio rango de alcance en distancia y altura, que fácilmente puede incluir gran parte del territorio de Turquía, casi la totalidad del territorio del Líbano y Siria, 2/3 partes del territorio de Israel y el norte de Jordania. El sistema es capaz de alcanzar blancos en movimiento a velocidades de hasta 4.500 metros por segundo. Como si ello no fuese suficiente, el titular de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, comunicó que el crucero lanzamisiles Moskva (Moscú) también se acercará a la costa mediterránea de Siria para “destruir cualquier objetivo que amenace a la aviación rusa”. El mismo, está dotado del sistema antiaéreo Fort, análogo al S-300, que cubrirá toda la región de Latakia y “sus medios de radiolocalización y el complejo de misiles podrá garantizar la defensa” de los aviones de la Fuerza Aérea rusa, que participan en la misión en Siria. Como colofón, Moscú ordenó que a partir de ahora sus bombarderos vayan escoltados por aviones de combate en sus misiones en Siria, ya que hasta el momento no iban a acompañados de ninguna cobertura aérea.
Finalmente, conforme a la escalada del conflicto, Moscú ha congelado las relaciones militares, en particular los suministros de complejos de misiles antitanque Kornet-E, helicópteros Mi-17 y vehículos blindados de transporte de personal.
Políticas
Entre las consecuencias políticas de mayor envergadura, es posible diseccionar al menos dos. La primera, de impacto macro político, sin duda encuentra su expresión en el giro estratégico en la lucha internacional contra el DESH, escenificado por Francia, consistente en una redefinición de alianzas. En efecto, si bien es cierto que la causa primigenia del giro francés responde a la reacción, si se quiere natural de Paris ante los últimos atentados terroristas sufridos en carne propia, lo cierto es que el temor a una escalada del conflicto sirio, puede terminar convenciendo a las grandes potencias involucradas, de la necesidad impostergable de coordinar las acciones militares en la lucha contra DAESH. Tanto es así, que Hollande reconoció el imperativo de establecer acciones de colaboración entre los servicios secretos y las carteras de defensa de las naciones en la lucha contra el EI en Siria. Un escenario que dibuja una hipótesis contraria, pero también en la esfera macro política, podría considerar que el affaire consumado por el socio díscolo de la OTAN, contra el avión ruso, este orientado a detonar la conformación de una coalición indivisa contra el DESH, exacerbando los objetivos contrapuestos de las partes, con el argumento de que la incursión rusa en territorio sirio, cuando tuvo lugar el ataque turco, se hizo en una zona no controlada por DAESH, lo que ralentiza la búsqueda de una salida política al conflicto sirio.
Al corolario macro político referenciado, hay que agregar dos acciones importantes, que contra Turquía aun Rusia no ha consumado, pero que de producirse, reacomodarían las placas tectónicas de la geopolítica mesoriental. Una de ellas sería letal para la existencia misma del Estado turco. La primera, consistiría en la introducción de sanciones penales contra Ankara, por negar el genocidio armenio a manos del Imperio otomano en 1915 y la segunda, que es equivalente a una bomba de tiempo, sería el reconocimiento y aliento por una híper potencia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, (que no sería nuevo para los rusos), del derecho de autodeterminación, en términos del derecho a conformar su propio Estado, al pueblo kurdo (la mayor nación sin Estado del planeta, con 36 millones de habitantes), lo que sin lanzar un solo tiro, terminaría no solo partiendo en dos al Estado turco, sino que la réplica del seísmo afectaría a toda la región, haciendo añicos el Sykes- Picot.
Conclusión
Para finalizar, prefiero hacerlo por interpósita persona, que como muchas otras ha hecho una valoración racional de los hechos. Me refiero al Vicecanciller de Alemania, Sigmar Gabriel, quien en una rueda de prensa indico que “este incidente revela que tenemos un actor que, según el testimonio de diferentes partes en la región, es impredecible, y se trata de Turquía y no de los rusos”.
*Profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá
Más bien la pregunta sería: A qué juega Rusia, pues Rusia está rompiendo el stato quo de Medio Oriente. Que Rusia no tenga los cojones para invadir Europa, pues los europeos aniquilaremos a esos bárbaros euroasiáticos y su “kan” el enano dictador Putin.
Como los europeos en 1945 los “aniquilaron” hasta el río Elba. Si Merkel quiere guerra, que invada Kaliningrado, acaso no era suelo alemán?
Le decir a Sigmar que el protagonismo de la UE se aproxima a ser un cero a la izquierda. El sueño premonitorio de Jung, jinetes cosacos por Europa se repetirá.