El odio de hoy y sus colaboradores necesarios
En los tiempos que corren resulta muy difícil mantener la fuerza moral integra, para poder disparar con pólvora de rey en momentos de crisis política e institucional. Hoy, todos los medios posicionados junto al PP señalan a los podemitas como responsables del odio y la agresividad que se respira en las calles contra nuestros símbolos, nuestra fe cristiana y nuestras tradiciones, pero, ninguno de ellos hace un análisis profundo volviendo la mirada ligeramente atrás, para traer a colación y decir alto y claro que ese odio que nos tiene tan preocupados y que exhibe hoy el marxismo más extremo, pudo sembrarse a lo largo de cada legislatura en los últimos treinta y ocho años, gracias a colaboradores necesarios que decían estar en las antípodas de aquellos que auspiciaban, y que a su vez daban alas a los jóvenes “cuervos” que hoy les sacan políticamente los ojos. Es evidente que el odio de hoy, tuvo sus colaboradores necesarios no solo en la socialdemocracia, sino en esa derecha proveniente del franquismo y que por complejo, no solo se ha querido llamar de centroderecha, sino también constitucionalista.
Durante años, muchos, algunos ilustres personajes de este país se han dedicado a abrir fuego a discreción contra vivos y muertos para ponerse a la altura de los demócratas de pro, olvidando muchas veces su pasado y sus múltiples episodios de reencarnación ideológica.
El día 13 de octubre de 2004, y con el título de: “Un diez para Bono”, el señor Ansón escribía lo siguiente en el diario “La Razón”:
“Durante casi cuatro décadas los españoles asistieron a un Desfile que celebraba la victoria de unos compatriotas sobre otros. Los Ejércitos vencedores en la tragedia de la Guerra Civil despojaron al pueblo de la soberanía nacional. España se convirtió en un país ocupado por su propio Ejército, que se puso genuflexo al servicio de un generalísimo autócrata, caudillo de la dictadura, de la represión, del espíritu miserable de la venganza, de la hollada libertad de expresión.
José Bono, con el respaldo de Zapatero, organizó ayer, como ocurrió en años anteriores, el Desfile de la concordia, de la conciliación, del entendimiento entre los españoles, el Desfile de la paz y la libertad…
Se dirá que el Rey Juan Carlos I, que presidió la nueva parada militar de la conciliación, participó en los desfiles franquistas de la victoria. Pero, ciertamente, en cuanto ascendió al trono cumplió con lo que siempre había defendido su padre Juan III: devolver la soberanía nacional al pueblo español para encarnar a continuación, por la voluntad general libremente expresada de los ciudadanos, la Monarquía constitucional; la Monarquía de todos, tal y como propugnó su padre durante su largo exilio en Portugal. Aquel caudillo de triste recordación odió más que a nadie a Don Juan y le distinguió durante cuarenta años con una persecución sañuda y miserable… “.
Pero, mira tú por donde, las hemerotecas daban fe de lo que este mismo señor, Ansón, escribía en el diario ABC el día 20 de mayo de 1975, cuando España era todavía gobernada por el general Franco:
“A la España política se escucha ahora, cada vez con más frecuencia, el balido interminable de los corderos y el estruendoso revoloteo de las gallinas. Hay también como un rumor de ratas que abandonan la nave del Régimen. La cobardía moral se adueña día tras día de nuevos sectores de nuestra clase política. El espectáculo del miedo y el abandonismo es como para sentir vergüenza ajena.
Pues bien, comparto mi admiración por los franquistas y falangistas que en la actualidad continúan defendiendo, dentro de la lógica evolución de los tiempos, aquellos principios por los que pelearon bravamente en la guerra y en la paz. Y me sube la vergüenza al rostro por esos otros franquistas y falangistas, por esos hombres del Régimen, por esos gallinas del sistema que disimulan unas veces lo que fueron, reniegan de sus convicciones otras veces, se ciscan en los principios y en los símbolos con los que medraron y se enriquecieron para apuntarse ahora al cambio y seguir en el futuro comiendo a dos carrillos. Hay quienes están dispuestos a proclamar el arrepentimiento más humillante con tal de conseguir una frase de elogio de esas revistas izquierdosas que imparten a su capricho credenciales democráticas o bendiciones rojas.
Si despreciables resultan todas esas gentes que políticamente pertenecen a la familia de las gallináceas, también habrá que medir con la misma vara a aquellos burgueses, banqueros y aristócratas que se apresuraron a nutrir las filas de la falsa izquierda y a financiar publicaciones y grupos de este signo para asegurarse su situación en el posfranquismo como con parecidos procedimientos de incienso y sumisión se beneficiaron del apogeo del Régimen. La cobardía moral de la clase dirigente española resulta verdaderamente bochornosa. Cada vez son mas políticos que no se atreven a proclamar su posición ni a defender lo que piensan. Por el contrario, se embadurnan todos los días con un maquillaje ridículo de progresismo en la esperanza de atravesar así la aduana del futuro. Son máscaras y sólo máscaras que caerán cuando termine el radiante baile de disfraces en el que danza la España actual”.
Entre estos dos artículos, habían transcurrido entonces 29 años. Se pueden imaginar la de veces que se ha debido reencarnar ideológicamente este señor y muchos, muchísimos otros como él, para recibir el cariño hipócrita de los que ni los quieren ni los ignoran, simplemente los desprecian. Es importante señalar, para ser justos con nuestro momento presente, que esa capacidad camaleónica para arrimar en todo momento el ascua a su sardina, la utilizó este personaje en 2004 para ensalzar al ser más dañino e incapaz que ha presidido este país en los últimos treinta y ocho años, y que ha liderado este frente guerracivilista de odio y de rencor que hoy nos acosa y nos ataca.
Es lógico y hasta puede que sea bueno y necesario, que tengamos que purgar nuestras culpas como nación, y pagar nuestros enormes e imperdonables errores en estos 40 años. Eso sí, no todos tienen el mismo grado de culpabilidad; si los españolitos de a pie tenemos que pagar un precio, los capitanes del barco tienen que pagar el precio más alto.
¿Te refieres a Jose Maria Aznar y su aseser Rato?
Muchas gracias por esta gran aportación señor Román. Desconocía estos datos.
Una de las cosas que produce vergüenza ajena a la gente con principios, es la cantidad de “camaleones” de que dispone y ha dispuesto España. Además de otras especies de “fauna ibérica”
La iglesia Católica, debería hacérselo mirar, Han conseguido sembrar más odio éstos ejemplares de fauna ibérica en pocos años, que amor la Iglesia en dos mil. Tal vez sea cierto eso de que el amor es sacrificio, y resulta mas fácil odiar.
Ese es el problema de España. Que el honor, el patriotismo, la moral y los valores están tan devaluados que es más fácil pasar de blanco a negro que decir esta boca es mía.
Y sin esos principios insustituibles e imprescindibles, la sociedad está abocada al desastre tal y como estamos presenciando.