El desplome de las Bolsas en la primera semana de 2016 acelera el temor a una nueva crisis económica
Enrique Montánchez.- El desplome de las Bolsas de Shanghái y Shenzhen ha contagiado los parqués de todo el mundo que cierran la primera semana de 2016 con pérdidas en un escenario de incertidumbre. Los gurús económicos anuncian que la tan temida recesión iniciada en el segundo semestre de 2015 se está acelerando debido al parón de las economías de China y Estados Unidos, a la caída del precio del petróleo y a la inestabilidad en Oriente Medio.
Las Bolsas mundiales entraron en pánico nada más arrancar 2016. En Asia el índice Nikkei cerró la primera semana del año con un desplome de 324 puntos, Hong Kong 572 puntos y el CSI 300 chino (agrupa las cotizaciones de trescientas compañías de las Bolsas de Shanghái y Shenzhen) cayó un 7%. Desde junio pasado el CSI 300 acumula un descenso próximo al 40%.
En Europa se ha registrado el peor inicio de año desde hace más de medio siglo con la caída del Dax alemán en 459 puntos, y en Estados Unidos el The Dow Jones 467 puntos. En España, el Ibex 35 ha caído por debajo de los 9.000 puntos, una situación que no ocurría desde 2013.
El desplome de las dos grandes bolsas chinas ha obligado al Banco Central de China (PBOC, por sus siglas en inglés) a llevar a cabo la mayor depreciación de la tasa de referencia del yuan frente al dólar desde el pasado agosto. Al tiempo que reconocía que las reservas de divisas extranjeras (la mayor del mundo) están en su nivel más bajo desde 2012.
Nueva devaluación del yuan
Esta depreciación -el yuan chino se sitúa en el valor mínimo de los últimos cinco años con respecto al dólar- ha disparado la incertidumbre de los mercados, convencidos de que Pekín devalúa de forma encubierta su moneda para hacer más competitivas sus exportaciones y tratar de volver a la senda del crecimiento económico.
Sobre todo cuando se espera que el dato relativo al crecimiento de la economía china en 2015 (será publicado el próximo 19 de enero) sea uno de los peores de los últimos 25 años.
A juicio de los expertos, la desaceleración de la economía china tiene su origen en que ha dejado de ser competitiva ante el encarecimiento de sus costes de producción y la competencia de países emergentes. Pero Pekín no quiere reconocerlo y mantiene de forma artificial la capacidad de “sobreproducción” (producir mucho más de lo que vende) a base de imprimir dinero a mansalva e impulsar desde los gobiernos central y regionales la construcción de costosas infraestructuras, no siempre necesarias con la finalidad de mantener ocupados a los trabajadores y evitar el descontento social.
Sobrecostes difíciles de estimar en una economía como la China, donde los datos oficiales se publican convenientemente “maquillados”, y que los economistas occidentales cifran en más de medio billón de dólares.
Una situación tan artificial no puede mantenerse por tiempo indefinido. Antes o después tiene que saltar, máxime cuando los grandes empresarios chinos han estado sacando del país ingentes sumas de dinero. Tanto es así que las autoridades chinas se han visto obligadas a aprobar duras medidas para evitar la sangría y restringir la venta de participaciones de empresas chinas a inversores extranjeros.
Sobreproducción, reducción de las exportaciones, dinero que huye del país, devaluaciones del yuan, reservas de divisas en continuo descenso… han creado un explosivo “mix” cuyas primeras consecuencias ya vimos en agosto del pasado año con las devaluaciones del yuan y su continuación en este 2016 que acaba de arrancar.
EEUU también se desacelera
Pero los graves problemas de la segunda mayor economía mundial no arrastrarían por sí solo al sistema financiero global si no se sumase también la desaceleración de la economía estadounidense.
El revelador índice de la producción manufacturera de Estados Unidos se ha ido hundiendo en los seis últimos meses. Solo en diciembre se desplomó un 48,2%, ritmo que no se veía desde la recesión de 2009.
Gurús económicos como el estadounidense Michael Snyder son pesimistas al señalar que en las próximas semanas y meses “la situación económica irá a peor”. Y advierten que habrá días que los mercados estarán en alza, pero no nos debemos dejar engañar pensando que la crisis ha terminado.
A este panorama de incertidumbre económica contribuye el descenso continuado del precio del petróleo, un 70% desde junio de 2014, que sitúa el barril Brent en 32,9 dólares, su valor más bajo desde 2004.
El precio del barril, si bien es una noticia positiva para los países occidentales al aliviar el coste de su factura energética, es una hecatombe para los países productores, sobre todo para las petromonarquías del Golfo Pérsico que ven cómo sus ingresos descienden de forma alarmante.
La más perjudicadas de todas es Arabia Saudí que se encuentra cercada tras desvelar la prensa mundial los profundos vínculos del wahabismo saudí con el terrorista Estado Islámico: Israel se distancia de Riad, Rusia espera el momento oportuno para dar un escarmiento a la familia real Saud por su apoyo a las organizaciones terroristas que derribaron el avión de pasajeros sobre la península del Sinaí, el Irán chiita tiene en los saudíes suníes su principal enemigo religioso, y Estados Unidos ve que cada día se hace más insostenible apoyar sin fisuras a su aliado saudí.
Golpe de Estado
Tanto es así que vuelve a cobrar fuerza en la comunidad de inteligencia europea la posibilidad de un golpe de Estado en Arabia Saudí que sustituya al rey Salman para cortar de raíz la financiación del Estado Islámico. Las últimas ejecuciones masivas ordenadas por la familia real saudí, que han provocado la condena unánime de la mayoría de los gobiernos, hacen pensar a Washington en la necesidad de un cambio de régimen.
A este escenario de recesión económica global, caída del precio del petróleo e inestabilidad en Oriente Medio, se suma la reciente decisión de Pekín de enviar a su ejército a luchar contra el terrorismo en cualquier parte del mundo donde se vean afectados los intereses chinos. Medida que a corto plazo incrementará la tensión entre Estados Unidos y China, y tiene su reflejo en esta “guerra económica” que libran las dos grandes potencias.
Todos los economistas que hablan de crisis mienten como bellacos, la crisis es una estafa economica es la mayor del siglo XXI y no se resuelve porque no se actua contra dicha estafa provocada por los mismos que ofrecen recetas, pero algú día los libros de historia contarán como los bancos y corporaciones apoyados por gobiernos y lacayos de mierda (se me estan acabando las buenas formas con esta gentuza) idearon dicha estafa para acabar con estados soberanos, derechos laborales e imponer una dictadura capitalista mundial, implantado un pensamiento unico con la ayuda de periodistas, ideologias de genero y demás… Leer más »
Hace ya años que había leído que China tiene un problema y nosotros, de rebote, también. Han pasado de un sistema, donde los ricos eran inmensamente ricos pero disimulaban porque estaba mal visto, a otro en el que los ricos son aún más ricos y, encima, lo demuestran impúdicamente ante los pobres que son aún más pobres. Una explosión de injusticia de mil millones de personas puede ser terrorífica.
Y las empresas de aquí, haciendo negociitos en la China. ¿Cuando les reviente en la cara también tendremos que rescatarlos?
Nosotros los paisanos de ESTEPAIS siempre tendremos dos, para ostentar
la primacia de como no se deben hacer las cosas.- Las crisis mundiales
que se suceden continuamente y la crisis de las Autonomías que es por
tiempo indefinido.- ¡¡¡¡Viva la estupidez¡¡¡…¡¡¡ Vivan las caenas ¡¡¡
no hay de que preocuparse,aqui con POTEMOS en las instituciones estamos SALVADOS!!VUELVA MI GENERAL ESTO SE HUNDE!!!